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SPIDER-MAN: CRUZANDO EL MULTIVERSO crítica: Aracnofilia

Secuela de Spider-Man: Un nuevo universo, o la gran esperanza blanca del género superheroico

CHEMA PAMUNDI

El estreno, en 2018, de Spider-Man: Un nuevo universo, rompió los esquemas dominantes en el cine superheroico, haciendo saltar por los aires la mitología del personaje más reconocible de la Marvel (y, digámoslo ya, el mejor), a base de remezclarlo con multitud de versiones alternativas de sí mismo, a cuál más loca (Spider-Man Noir, Spider-Ham, SP//dr…), en un locurón de animación que combinaba mainstream y vanguardia con una brillantez despampanante. Además de eso, Spider-Man: Un nuevo universo presentó al público cinematográfico a Miles Morales, relectura de Peter Parker bastante más interesante que el propio Peter Parker, quien por aquel entonces se estaba empezando a aburguesar a medida que su eje dramático dejaba de apuntar a la precariedad vital y al vacío emocional para centrarse en problemitas de comedia de enredo (es difícil llorarle las penas a un chaval que se liga a Zendaya y disfruta del patrocinio de Tony Stark).

Con ese precedente, Spider-Man: Cruzando el multiverso, la secuela que ahora se estrena, lo tenía a la vez fácil para dejarnos contentos y difícil para superar a la original. Sin embargo, consigue ambas cosas con creces, conectándose a todo lo bueno que tenía la cinta anterior (que era, básicamente, TODO) y amplificándolo: profundiza más en la psicología de los personajes, con el foco centrado en Miles Morales/Spider-Man y Gwen Stacy/Ghost-Spider; crea una trama mucho más épica y ambiciosa (esperemos que no demasiado, porque abarca tantas cosas que se resolverá en un tercer largometraje de próximo estreno); y le mete una caña tremebunda al multiverso arácnido, dándole lógica interna, superpoblándolo de versiones alternativas molonas del personaje (¿un Spider-Man T-Rex? Pues claro que sí) y mostrándolo con un nivel de maestría visual mareante.

 

"¡El último en llegar crossoverea con el Venom de Tom Hardy!"

 

Porque, no nos andemos con historias, el principal atractivo de Spider-Man: Cruzando el multiverso es la orgía de imágenes que propone, una de las más bestias que nos haya dado jamás el cine de superhéroes. No es solo que sea preciosa de contemplar, sino que explora todo el espectro de colores, tramas y texturas propias de un comic-book (el tratamiento de personajes como Spider-Punk, el Buitre renacentista o el villano La Mancha es es-pec-ta-cu-lar), usando recursos como los ultradinámicos travellings durante los vuelos y saltos de los personajes por la ciudad lanzando redes, los planos que invierten el eje boca arriba/boca abajo cuando trepan por una superficie, o la pantalla dividida en viñetas para dar énfasis narrativo; trucos, todos ellos, que quizás serían posibles de hacer mediante actores reales y CGI, pero desde luego no con ese ritmo, esa sensación de maravilla, ese detallismo segundo a segundo, esa libertad creativa y esa potencia gráfica que conecta de forma directa, orgánica y casi subliminal con el lenguaje de los tebeos.

El nudo argumental se cimenta en tres ideas muy atractivas. La primera es ahondar en el hecho de que Miles Morales sea un héroe por accidente, al que se suponía que no debía de haberle picado ninguna araña radiactiva y que por lo tanto es considerado un “error incómodo” por casi todos los demás Spider-Mans. La segunda es que el “Spiderverso” que descubrimos en la entrega original no es una simple ensalada de portales entre realidades paralelas, sino que tiene cierta estructura, e incluso un cuerpo de spider-héroes que lo patrullan para mantener el caos bajo control y corregir los eventos interdimensionales capaces de causar cataclismos irreversibles en el continuo espacio temporal. La tercera es un supervillano excelente, La Mancha, que “huele a nuevo” (pese a ser un enemigo recurrente en los tebeos de Spidey desde los años 80, no creo que nadie esperase verlo por aquí), dispone de una ristra de superpoderes que pegan de coña con el asunto multivérsico y además tiene un trasfondo de lo más chulo: tras aparecer como un patoso criminal de poca monta al que nadie se toma muy en serio, pronto encuentra el modo de “subir de nivel” y convertirse en una amenaza vengativa con una capacidad de destrucción cósmica... pero en el fondo sigue siendo un paria. Es ese carismático patetismo común a muchos archivillanos de Spider-Man, lejos de la seguridad en sí mismos que transmiten genios del mal como Thanos, Kang o Magneto.

Spider-Man: Cruzando el multiverso se conecta a todo lo bueno que tenía la anterior Spider-Man: Un nuevo universo (que era, básicamente, TODO) y lo amplifica”

Toda esta dimensión épica sirve como tegumento de las habituales subtramas sobre problemas personales sin las que Spidey no sería Spidey (ni en este universo ni en ningún otro): tanto Miles como Gwen deben lidiar con la incomprensión de sus padres y la sensación de aislamiento, de que su doble identidad es una losa constante. Sin embargo, esto no es “lo de siempre”, pues aquí ambos personajes se rebelan contra los arcos argumentales de corte trágico que el destino parecía tener preparados para ellos. Quieren hacerse con el control de su vida y tomar las decisiones que les dicten sus entrañas, en lugar de ceñirse a tópicos deterministas que se la traen al pairo. Pocas veces habremos visto superhéroes adolescentes representados de manera más certera a nivel emocional y psicológico.

De ese modo, los tres guionistas (Phil Lord, Christopher Miller y Dave Callaham) se las ingenian para emular el acento cotidiano de los tebeos de Spider-Man, que siempre ha hecho tan fácil identificarse con todas las encarnaciones del personaje, pero al mismo tiempo evitan transmitir la sensación de estar repitiendo en piloto automático los mismos lugares comunes que ya hemos visto mil veces. En este sentido, se intuye incluso cierto ejercicio de autocrítica sobre el plomizo punto muerto al que parece haber llegado el género superheroico, convertido en una papilla de consumo fácil que siempre tiene el mismo sabor. Un sopapo a mano abierta tanto a Marvel como a DC.

 

"Que les den a los Spider-Mans de No Way Home por no habernos llamado"

 

Por matizar un poco la euforia de esta reseña, si Spider-Man: Cruzando el multiverso puede llegar a pecar de algo negativo es de aturdir al espectador con sus 140 minutos de duración y su constante aluvión de referencias, huevos de pascua, cameos y momentos meme. Algunos se detectan a simple vista, como ese gag magistral con todos los Spider-Man señalándose entre ellos, pero muchos otros cruzan la pantalla de manera tan fugaz que, para poder apreciarlos bien, sin duda harán falta visionados extra e irle dando al botón de pausa. Por suerte, la película merece ser vista varias veces y en todos los formatos posibles, así que ningún problema. Otro posible aspecto criticable para ciertos espectadores será su “no-final”, en pleno cliffhanger, que nos va a obligar a esperar un año para ver la segunda parte y enterarnos de cómo termina esto. Sin embargo, no se trata para nada de un recurso forzado con la intención de hacer más taquilla, sino del desarrollo natural de una historia compleja a la que no le sobra ni un segundo de metraje (como tampoco le sobraba, por ejemplo, a las dos partes de Kill Bill); con lo cual, solo cabe alegrarse al pensar que aún nos quedan pendientes otras dos horas y pico de fiesta. 

Spider-Man: Cruzando el multiverso oxigena un género que necesita con urgencia abrir las ventanas para que corra el aire (quien haya leído mis últimas críticas sobre cintas de superhéroes, sabrá lo pesado que estoy con esto). El Spiderverso es ahora mismo un oasis en el que refugiarse, la tabla de salvación a la que nos agarramos muchos fans emocionales de Marvel para seguir manteniendo la fe en las historias cinematográficas basadas en sus tebeos. El miedo, a futuro, es que Marvel Studios acabe integrando esta saga en esa suerte de bollería industrial del entretenimiento en la que se ha acabado convirtiendo el MCU. Pero no nos amarguemos pensando en cosas siniestras. De momento, esta es una película que nos hace completamente felices.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Venus Hall of Fame

INF VNV 5

Recomendada por Kuato a: cualquiera que alguna vez se haya visto absorbido por la lectura de un tebeo de superhéroes y quiera experimentar ese mismo nivel de nivel de inmersión casi hipnótica en una sala de cine. No se me ocurre ningún título que lo haga mejor.

No recomendada por Kuato a: señoros de masculinidad frágil que consideran que la inclusión está matando el cine. Aquí hay Spider-Mans de toda una variedad de etnias, condiciones e identidades de género, así que mejor que se ahorren el mal trago, no sea que les dé un ictus.

Ego-Tour de luxe por: el estupendo elenco de Spider-Mans secundarios con cierto peso en la trama, en especial ese Miguel O'Hara/Spider-Man 2099 que se mueve en una fina línea entre héroe y villano, o esa Jess Drew/Spider-Woman de look setentero, embarazadísima y montada en spider-moto, que pide a gritos un spin-off propio.

Atmósfera turbinea por: hablando de Spider-Mans secundarios, ¿dónde está Peter Porker/Spider-Ham?

 

SPIDER-MAN: CRUZANDO EL MULTIVERSO. Estreno en Venusville: 02/06/2023.

 

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