SPLICE: EXPERIMENTO MORTAL crítica: El monstruo de Frankenstein bisexual

El monstruo de Frankenstein bisexual Cojan al monstruo de Frankenstein, quítenle los tornillos, y pónganle cara de tía, cola de Avatar y un par de tetas Por Robert Thornhill

<No sé a quién se le habrá ocurrido ponerle lo de experimento mortal al título de esta peli porque da a entender que se trata de una de esas grandes obras maestras de Van Damme o Steven Seagal en las que han de acabar con todo el que se les ponga por delante para salvar a la humanidad de un virus letal o de un artilugio nuclear en manos de unos malos tontorrones. Splice (“empalme” en inglés, en este caso de cadenas de ADN) es una peli curiosa que se mueve en el mundo de los científicos con aires de grandeza, de los laboratorios de investigación que sólo miran por la pela, y de la alta ingeniería genética.

"La verdad es que como científicos somos más tontos que Mortadelo y Filemón"

   Esencialmente se trata de una parejita de enamorados que se dedica a jugar con el ADN como el que juega a las cocinillas, creando engendros feos y babosos que parecen sacados de La guerra de las galaxias para luego hacerles mil y una perrerías en pos de la ciencia y de su propia gloria. Pero hete aquí que un día a la tía caprichosa no se le ocurre otra cosa que hacer un mix entre ADN humano y el de los parásitos cobayas, de lo cual resulta un bicharraco que vale mucho la pena y que es el alma de la peli.

   Porque, si Victor Frankestein hace casi un siglo lograba crear con sus manos a un ser tosco, con cara de mala leche, y que se movía como un zombi, cuya característica principal eran sus tornillos en el cuello (lo que daba la idea de lo artesanal de la criatura), en Splice nos ofrecen la versión moderna de la creación de nuevas especies utilizando la más alta tecnología genética del siglo XXI, obteniendo una superwoman cuasiperfecta que poco a poco se convierte en un auténtico prodigio de la naturaleza. 

   Y es que el espécimen resultante de ese cruce zootrópico con cara de muñeca diabólica es una especie de X-Men con un surtido de facultades que ya querrían para sí muchos superhéroes blandengues embutidos en sus trajes de Agata Ruiz de la Prada: sus dos ancas (parece como si hubieran hecho un cruce con un canguro) le hacen saltar como un mono en pleno estado de excitación; también está dotada de una cola afilada al estilo de las de Avatar, pero con un uso muy diferente, ya que aquí la utiliza para desbragar a sus víctimas indefensas antes de consumar el acto (gran idea, sí señor); y como guinda a esta maravilla de la ciencia, con dos preciosas alas, que aunque no son utilizadas con mucha asiduidad, hacen de este ser un arma letal con multitud de posibilidades.

"No hagas caso, las Navi de Avatar también tienen cola y son mucho más feas que tú"

   Aún así, su mejor cualidad y la que la hace diferente, es su condición de hermafrodita. Primero se camela a su padre putativo (con un cierto olor a incesto) hasta llevarlo al catre en una escena en la que parece que Adrien Brody se esté tirando literalmente a la canguro. Y posteriormente nos sorprende a todos tirándose a su madre putativa (aquí el olor a incesto es ya repugnante) en una escena de violación en toda regla, utilizando su cola como arma desvirgante. En fin, que esta bicha es el sueño de todo gayer promiscuo que se precie: poderse montar orgías bisexuales y copular con ambos sexos sin parar.

   Mientras, al Brody y a la Polley les tocan los papeles de científicos que deben sostener las típicas riñas morales sobre si “me la cargo” o “no me la cargo”… como si hubiera alguna duda de quién es el auténtica prota de la peli./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Copas de yate
		Recomendada por Kuato a: los que les gustó Species, pero con una “especie” más creíble y menos buenorra que Natasha Henstridge.
		No recomendada por Kuato a: quien piense que George Lucas y Peter Jackson han exprimido a fondo el campo de los bichejos raros.
		Ego-Tour de luxe por: la escena en que Adrien Brody intenta ahogar a su criatura porque está hasta los huevos de ella… reviviéndola milagrosamente para su estupor.
		Atmósfera turbínea por: las viejas y muy trilladas discusiones sobre los límites de la genética y de los dilemas morales de los científicos, que suena a tiempos pasados.

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