THE HOST (LA HUÉSPED) crítica: The Walking Souls

The Walking Souls Nuevo triángulo amoroso crepusculero pero con ultracuerpos en vez de vampiros nenazas Por Anna Bou

<“De Stephenie Meyer, la autora de la saga Crepúsculo”, reza el cartel de promoción, como si fuese una garantía, y a servidora se le ponen los ojos en blanco porque estas películas atrapa-adolescentes, además de estrábicas mentales son muy, pero que muy aburridas. Como ya escribí en su día, considero que la primera película Crepúsculo es la “mejor” de la saga porque relataba una simple (y digamos “original”) historia de amor entre chico-chica, sin las pretensiones que siguieron a las sucesivas partes. Pero los magnates de la líbido juvenil han visto el filón, y ahora se inventan y enredan unas historias, a cual más inverosímil, como si fuese la extrañeza la que pone a cien las hormonas. Vampiros, brujas y aliens son el nuevo decorado de las historias de amor juvenil. Fulano ya no puede enamorarse de Mengana si ésta no es bruja, vampiro, o dejémosla en “rarita”. Mengana no se fijará en Fulano si éste no oculta un secreto oscurísimo bajo su acné…

   Y lo peor es lo rematadamente serias que se nos ponen estas sagas. Humor, señores, humor, si no se tomasen tan en serio, si se buscasen las cosquillas, estas películas funcionarían mejor, o como mínimo no caerían en un pozo de pretenciosidad. Lo que Meyer and company tienen entre manos son churros comerciales, no Lawrence de Arabia. Y eso que The Host (La huésped) tiene una premisa interesante como historia de ficción que estropea de inmediato la historia de amor, error gravísimo puesto que el gancho de la película es, oh yeah, la historia de amor. En The Host todoel mundo (o casi) está invadido por unos seres “de fuera” que habitan los cuerpos humanos una vez se han apoderado de sus almas como en La invasión de los ultracuerpos. Saoirse Ronan es la última víctima de estos “seres”, asignada a su cuerpo un alma. Y ya la tenemos liada, porque el alma de la Ronan no ha desaparecido y hará todos los posibles para que su nueva alma ocupante no controle su cuerpo.

"Para saber si eres un alien te haré esnifar coca como en The Faculty"

   Queridos lectores, ¿todavía respiran? Pues no lo entiendo porque este argumento quita el aliento. Ronan y su alma ocupadora se alían cual almas siamesas y se escapan para encontrarse con la “resistencia” (cuatro gatos y la mayoría adolescentes y guapos -que se mueran los feos-), que son los que deberán luchar contra los “aliens” para que no desaparezca la raza humana. Pero lo más gracioso es que estos aliens (recordemos que viven en los cuerpos humanos) son infinitamente más buenos que los hombres, vestiditos de blanco como angelitos, son tan buenos que cuidan las plantas y si le pides el coche a un conductor alien, te lo presta porque confía en ti (si eres de los suyos, claro), con lo cual uno se pregunta si no es preferible que la raza humana la palme del todo para que sean ellos los nuevos habitantes de la Tierra. El planeta sin duda lo agradecería.

   Hay que reconocer que la Meyer ha pretendido renovarse y arriesgar, no cabe duda, con una historia repleta de almas, unas almas que se materializan en una especie de algas luminosas (no le busquen el sentido, no lo hay). Dicen que la Meyer dudaba entre escribir la segunda parte de “Diálogos de Platón” o “The Host”, de tan filosófica que se nos ha vuelo la nena. Al principio, servidora creía que el objetivo de la Meyer era forrarse, pero ahora veo que su finalidad es dejarse barba para que la esculpan en mármol antiguo cual filósofo griego (ay Dios, qué pereza de mujer). Pero tal como decía, la historia de amor es lo peorcito de todo: Saoirse Ronan y su alma ocupante comparten cuerpo, pero la primera (el alma invadida) está enamorada de su novio humano y la segunda (el alma invasora) se ha enamorado de otro humano, con lo cual ya tenemos lucha entre almas. Impresionante nudo amoroso, metafísica pura, Hamlet, bájate los pantalones.

"Yo no brillo en la oscuridad, pero puedo ponerme un condón fluorescente"

   Y agárrense porque estamos hablando de 124 minutos de guantánamo soporífero para todo espectador. Metiéndose en camisas de once varas con tal argumento, la película resulta fría y la pareja principal no tiene el gancho necesario ni el clímax que tenía, eso sí, la pareja de Crepúsculo. Aunque Saoirse Ronan es infinitamente mejor actriz que Kristen Stewart, es demasiado fina y no tiene su cara de guarrilla piojosa. El chico protagonista es Max Irons, hijo de Jeremy Irons que, aunque correcto, no ha heredado ni por asomo el porte y carisma de su padre, y es tan insulso como Robert Pattinson, ahí va un empate. Como tercero en discordia tenemos al rubito Jake Abel, que sin duda tiene muchísimo más gancho que el joven Irons.

   Con todo, The Host (La huésped) es una película ambiciosa, pero su mayor baza es a la vez su mayor lastre, es una película que apunta más alto y por eso mismo cae desde más arriba. Pero como mínimo tiene giros argumentales y una continuidad que apuntan a lo The Walking Dead, aunque sea aburrida, muy aburrida. Y otro punto a favor es que salen las Montañas Rocosas, que siempre quedan místicas y bonitas, pero creo que las Rocosas ya estaban allí antes que la película, incluso creo que ya estaban allí antes que la mismísima y platónica Meyer./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Congelada en carbonita
		Recomendada por Kuato a: los estudiantes de filosofía. La teoría de las almas que cuenta la película se les clavarán como puñales en el corazón y caerán fulminados de las butacas.
		No recomendada por Kuato a: quien le moleste perder el tiempo.
		Ego-Tour de luxe por: la escena del campo de trigo de la cueva, con los espejos en el techo. Momento lindo, sí.
		Atmósfera turbínea por: los aliens son reconocibles por tener los ojos luminosos. Tan sólo por esto. Y pregunto: ¿una simple forma de que los humanos pasasen desapercibidos no sería, digo yo, ponerse unas lentillas y fuera problema?

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