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WONDER WOMAN 1984 crítica: La década prodigiosa

Wonder Woman regresa y visita los años 80 para darse un garbeo por la Movida madrileña

CHEMA PAMUNDI

Warner Brothers sigue desaprovechando ocasiones de ocupar, aunque sea en parte, el nicho de dominio del cine palomitero que dejó vacante Disney desde el cierre de la saga Marvel de Thanos y de la tercera trilogía de Star Wars. Su enésimo intento pifiado es Wonder Woman 1984, una obra llamativamente mediocre que no amplía la construcción de la mitología DC (es una de esas cintas que ocurren en un “universo estanco”, en el que parece que el superhéroe titular sea el único que existe), ni apenas la de la propia Wonder Woman. Sus desajustes de tono, su guion poco inspirado y su escasa energía visual desandan el prometedor camino labrado en 2017 por la primera entrega, devolviendo a la franquicia, y un poquito a todo el universo DC, a un lugar incierto que empieza a dar algo de pereza volver a visitar.

En esta ocasión Wonder Woman/Diana Prince se enfrenta a Maxwell Lord (Pedro Pascal), un magnate del petróleo en bancarrota, que ansía cambiar su mala suerte absorbiendo el poder de una “piedra de los deseos”, a fin de convertirse en una especie de lámpara de Aladino humana. Por allí se cruzan también Barbara Minerva (Kristen Wiig), una apocada oficinista que pasará de nueva mejor amiga de la prota a previsible antagonista secundaria, y Steve Trevor (Chris Pine), el interés romántico de la chica maravilla, que en efecto palmaba en la primera película, pero como ya hemos dicho que el argumento gira alrededor de la concesión de deseos mágicos, pues hacerlo volver desde la tumba resulta fácil; y todo este embrollo transcurre en mitad de los años 80 porque... bueno, básicamente porque los 80 molaban, y porque así se puede forzar cierto tono de comedia pintándolos como una colección de clichés de luces de neón, colores pastel, hombreras, calentadores y peinados cardados.

 

"No sé si ir a ver a Alaska a El Sol o a Loquillo al Rock-Ola"

 

Lo que acabo de resumir suena ridículo, en efecto, pero podría haberse desarrollado como una astuta evocación de la era dorada de DC, cuando personajes como Superman o la propia Wonder Woman se enfrentaban día sí y día también a este tipo de entuertos simples y naif pero simpáticos. Por desgracia, la cosa se queda atascada en una incómoda sensación de artificiosidad, no tanto por su visión chicle del revival ochentero, sino porque toda la trama está confeccionada a base de pegotes que no acaban de encajar entre sí y que están superadísimos. Wonder Woman 1984 parece haber sido creada con una venda en los ojos, como si no hubiera existido ningún otro título de superhéroes desde el Superman III de Richard Lester. Le falta naturalidad, fluidez, buenas ideas y talento para hacer que un modelo así de rígido funcione.

Wonder Woman 1984 parece haber sido creada con una venda en los ojos, como si no hubiera existido ningún otro título de superhéroes desde Superman III

El grueso de la película se centra en relatar la bola de nieve de caos que va generando Maxwell Lord a medida que su poder se le descontrola, y es un trayecto confuso, con bastantes tramos aburridos y narrativamente muy tramposo, establecido en torno a una serie de reglas internas que van cambiando a medida que el guion lo necesita. Todo es un constante sacarse elementos de la manga sin justificarlos, solo porque hacen falta para avanzar: que Chris Pine, un piloto de la I Guerra Mundial, sepa manejar de primeras un caza de propulsión a chorro desde Estados Unidos hasta Egipto; que Wonder Woman guarde justo en el trastero la superarmadura voladora que va a necesitar 40 minutos de metraje más tarde; que de pronto resulte que puede generar campos de invisibilidad a su alrededor (un superpoder que nada hacía sospechar que tuviese, y que solo utiliza en una escena de relleno); que el villano necesite estar en contacto físico con sus víctimas para poder concederles sus deseos envenenados, pero luego resulte que hablándoles por la tele la cosa funciona igual de bien, porque las ondas electromagnéticas “son como tocar”…

 

"No pienso dejarte el casco mandaloriano para esconder tu ridículo maquillaje felino"

 

El guion de Wonder Woman 1984 es tan fofo que arrastra consigo a los actores. Gal Gadot sigue irradiando carisma y demostrándose como un acierto de casting espectacular (imposible imaginar una actriz que diera un look más icónico a Wonder Woman), pero dramáticamente está más exigida que en la película anterior (le pasan cosas emocionales muy tochas) y se queda en un nivel de culebrón televisivo; Chris Pine, aparte de haber perdido por completo la química con la protagonista, parece estar improvisando todos sus diálogos. Kristen Wiig provoca indiferencia en su conversión de “patito feo” a supervillana de aspecto felino (cuyo diseño parece, además, un descarte de Cats); y Pedro Pascal recita cada frase como si estuviera en un musical de Broadway y fuera a ponerse a cantar de un momento a otro.

No se salvan del desastre ni las escenas de tortas, escasas, espaciadísimas y filmadas de manera embarullada, con demasiados cortes de montaje que intentan dar dinamismo pero dificultan seguir la acción y con unos FX un tanto pobres para una superproducción de este calibre (se nota mucho cuándo vemos a la auténtica Gal Gadot dar un salto y cuándo estamos viendo una versión digital). Solo la secuencia de inicio, un flashback en el que una Diana aún niña compite contra otras amazonas adultas en una frenética carrera llena de pruebas de fuerza, agilidad, coordinación y puntería, tiene el brío, la espectacularidad, el criterio visual y la intensidad que cabía esperar. El resto de Wonder Woman 1984 es un ejercicio de vergüenza ajena, basado en uno de los mcguffins más perezosos que se hayan visto jamás en el género fantástico (¡Ey, tenemos una piedra de los deseos! ¡Podemos hacer colar cualquier mierda que se nos ocurra!). Es para mosquearse.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Condenada a alforfones.

INF VNV 1

Recomendada por Kuato a: quien esté haciendo una lista de las peores películas del 2020 y le falte algún título de campanillas que añadirle.

No recomendada por Kuato a: fans de Hans Zimmer. Su banda sonora es estupenda, pero que en la escena clave metan el “Adagio in D Minor” de John Murphy, que se ha usado hasta el hastío en películas, series y videojuegos, es insultante.

Ego-Tour de luxe por: que el mundo de las amazonas sigue siendo un entorno fascinante, que merecería peli propia (en la línea de lo que ha hecho Marvel con Thor y Asgard). O, al menos, algo más que los rácanos cinco minutos de prólogo que le dedican aquí.

Atmósfera turbínea por: que lo del personaje torpe, marginado y gafotas que se convierte en malote molón para vengarse del mundo está ya muy visto. Solo funcionaría con alguna vuelta de tuerca que a los creadores de Wonder Woman 1984 no parece habérseles ocurrido.

 

■ WONDER WOMAN 1984. Estreno en Venusville: 18/12/2020.

 

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