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EL CONGRESO artículo: Congresos animados

   

Congresos animados

Ari Folman nos cuenta todas las pajas mentales
suyas que podemos encontrar en la película

De Golem

 

<En la novela “Congreso de futorología”, el autor de ciencia-ficción Stanislaw Lem anticipa una dictadura mundial química dirigida por la gran industria farmacéutica. Escrito a finales de los años sesenta, el libro describe cómo ésta se hace con el control de todas nuestras emociones, desde el amor y los anhelos hasta los celos y el miedo más abyecto. Stanislaw Lem, considerado el mayor profeta y filósofo de la ciencia-ficción (con Philip K. Dick), no conocía el alcance de su visión al predecir el comienzo del tercer milenio.

   La primera vez que leí la novela de Lem tenía 16 años, era un fan de la ciencia-ficción y me enamoré de la historia. La segunda vez fue mientras estudiaba en la Escuela de Cine y fue cuando decidí que quería hacer algo cinematográfico con el texto. Pero hasta que no me metí de lleno en la animación con Vals con Bashir, no me di cuenta de cómo podía adaptarla. Tardé un año entero en escribir el guión. Me alejaba a menudo del texto original, pero siempre acababa volviendo cuando me perdía. Creo que el espíritu de la novela ocupa un lugar importante en la película y está muy presente en la sección animada.

 

"Esta clínica de cirujía plástica pone unas batas muy raras..."

 

   La adaptación cinematográfica de la novela hace uso de las tecnologías actuales 3D y de captura de movimiento que amenazan con erradicar el cine con el que crecimos. En la era pos Avatar, todos los realizadores deben preguntarse si los actores de carne y hueso que han ocupado nuestra imaginación desde la infancia llegarán a ser sustituidos por imágenes 3D generadas por ordenador. ¿Pueden esos personajes computerizados crear el mismo entusiasmo? Pero ¿importa realmente? La película El congreso lleva las imágenes 3D un paso más allá, convirtiéndolas en una fórmula química que cualquiera puede ingerir en forma de pastilla para permitirle compilar en su mentes las películas que siempre ha querido ver, escenificando sus fantasías con los actores que más le gustan. En este mundo, las adoradas criaturas del escenario y de la pantalla se convierten en reliquias fútiles que no interesan a nadie. ¿Adónde van esos actores después de haber vendido su alma al diabólico estudio?

 

  "El congreso es, ante todo, una fantasía futurista, pero también es un grito de socorro y de nostalgia por el cine que todos conocemos y amamos"  

 

   Mientras buscaba una localización adecuada en Los Ángeles para filmar la escena del escaneado, me sorprendió enormemente descubrir una sala a ese efecto. Hace años que escanean a los actores, la tecnología ya existe. Los actores de carne y hueso ya no son realmente necesarios en esta época pos Avatar. Supongo que las finanzas decidirán si las nuevas películas se rodarán con actores escaneados o con una nueva generación de actores “construidos desde cero”. Pero soy optimista, y creo que los actores de carne y hueso ganarán la batalla. Espero que El congreso sirva de algún modo para que así sea.

 

"¡Esta clínica de cirujía plástica es la hostia!"

 

   El congreso incluye secuencias de acción real casi documentales mientras sigue a la actriz Robin Wright, que acepta ser escaneada y vende su identidad al estudio; a continuación entra en un mundo animado donde se describen sus tribulaciones después de haber vendido su imagen, hasta el momento en que el estudio la convierte en una fórmula química. La transición que realiza la mente humana mediante drogas psicoquímicas hacia una falsa realidad solo puede describirse mezclando la animación – con la maravillosa libertad que confiere a la interpretación cinematográfica – y la acción real casi documental. El congreso es, ante todo, una fantasía futurista, pero también es un grito de socorro y de nostalgia por el cine que todos conocemos y amamos.

   La parte animada es un homenaje al trabajo de los fantásticos hermanos Fleischer en los años treinta. Está íntegramente dibujada a mano, se realizó en ocho países diferentes y fueron necesarios dos años y medio para crear 55 minutos de animación. Hasta ahora, ha sido mi misión más dura como director. El equipo principal, encabezado por el director de animación Yoni Goodman, trabajó 24 horas diarias siete días a la semana para asegurarse de que la animación procedente de otros estudios fuera consistente en cada escena. Durante el proceso, descubrimos que dormir es de mortales y animar es de locos. En otra parte de la película, intento homenajear a mi ídolo Stanley Kubrick en dos ocasiones, con una referencia a ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú? y a 2001: Una odisea del espacio, que sigue siendo mi película de ciencia-ficción preferida./>

 

 

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