EL PODER DEL DINERO crítica: Sin cobertura no hay sabrosura

Sin cobertura no hay sabrosura

Liam Hemsworth luce cuerpecito danone mientras ejerce
de espía empresarial entre Harrison Ford y Gary Oldman

Por Robert Thornhill

<Solo el hecho de que esta semana Barcelona haya sido el centro mundial del móvil y que el jovenzuelo del Zuckerberg haya cruzado el Atlántico para sermonear a sus esclavos facebookeros sentando cátedra como el nuevo de mesías de la comunicación, puede explicar cómo una película tan insustancial como El poder del dinero se estrene en nuestros cines y no haya ido directamente a la televisión o a la venta por dvd (eso sí, a un precio de saldo). Bueno, eso y contar con dos trasantlánticos del mundo del cine como Harrison Ford y Gary Oldman, que uno no se explica cómo, después de ver este guión tan ramplón y teniendo a un director tan mediocre como Luketic, se han dignado a participar en ella.

Y miren que la trama era potencialmente prometedora y podía dar mucho de sí: basado en el libro “Paranoia” de Joseph Finder, se mueve en el terreno del espionaje industrial entre grandes empresas tecnológicas: es como si los de Apple cogieran a algún trepa guapetón de su empresa y lo infiltrara en Samsung (como es normal, haciéndose íntimo amigo de su presidente), para sisarles el novamás de lo móviles. Pero no ha habido suerte y El poder del dinero ha caído en las aterradoras manos de un director sin estilo como Robert Luketic, que después de lo que hizo en Killers parece mentira que alguien siga confiando en él, además de contar con la abominable ayuda de dos guionistas: Jason Dean Hall (American Playboy) y Barry L.Levy (En el punto de mira), que se han preocupado por enseñarnos una bobalicona historia de amor y las amarguras de unos personajes, y se han olvidado de que se supone que esto tenía que ser un thriller de espionaje donde hubiera emoción y escenas de acción a gogó.

"Aún no te he perdonado por joderme la siesta en Air Force One"

Luketic, forjado en la tradicional comedia romántica como Una rubia muy legal o La cruda realidad, demuestra sus carencias a la hora de abordar un thriller, que en cierta manera ya había mostrado en 21 Black Jack, interesante película que podía haber dado mucho más de sí en manos de otro director. De esta manera, en lugar de ser una especie de La tapadera con Liam Hemsworth en lugar del mayestático Tom Cruise, o incluso algo como Sneakers (Los fisgones) hurdiendo un plan supercurrado para conseguir robar la joya tecnológica, Luketic hace una especie de versión Disney de Pactar con el Diablo y dedica un excesivo tiempo a relatarnos la trivial y adolescente historia de amor entre Amber Heard y el guaperas protagonista, obsequiándonos con un surtido de escenas previsibles o peor, obviables, que hacen que se siga la peli con indiferencia y que se pueda echar una cabezadita sin miedo a perder el hilo a la historia.

"En lugar de ser una especie de La tapadera con Liam Hemsworth en lugar del mayestático Tom Cruise, Luketic hace una especie de versión Disney de Pactar con el Diablo"

En este tipo de películas sobre maquinaciones en que los móviles y las cámaras de vigilancia son el modus operandi para amargarle la vida a un pobre desdichado, como en La conspiración del pánico, La red o en La conspiración del poder, el ritmo endiablado y las escenas de acción constantes, hacen de pantalla ante la posible búsqueda de la inherente inverosimilitud de lo que está ocurriendo; sin embargo, el ritmo televisivo que impone Luketic a El poder del dinero, con sólo un par de escenas con cierto dinamismo en la trama, provoca que salgan a relucir todas sus vergüenzas. Uno se da cuenta de que hay escenas que directamente se podrían eliminar, como una absurda fiesta en casa de Harrison Ford, o convencionales diálogos padre-hijo entre Richard Dreyfuss y su ambicioso hijito, por no hablar del repentino cambio de comportamiento de una bella ejecutiva Amber Heard, que al principio es una mujer de armas tomar como si fuera Sharon Stone en Instinto básico, y a los dos días se convierte en una gatita enamorada que ya quiere presentarle a su nuevo compañero de catre a sus padres.

"Así me quito la espinita de no haber interpretado al hombre lobo de Crepúsculo"

Sólo la presencia de un actor joven con fuerza, credibilidad y presencia en pantalla hubiera salvado esta película. Una joven Angelina Jolie como en Hackers, o Ryan Phillipe en Conspiración en la red, resultan determinantes para entender el éxito de dichas películas. Liam Hemsworth, el hermanísimo de Thor, ahora mismo no es más que una cara bonita, exnoviete de la bisexual Miley Cyrus, e íntimo amigo de Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre, pero cuyas capacidades interpretativas dejan mucho que desear. Entre que parece que esté haciendo poses toda la peli y que a la mínima enseña sus imberbes pectorales, parece más que esté rodando un anuncio de colonia o presentando la colección primavera de Emidio Tucci.

Poco pueden hacer un Harrison Ford con el piloto automático puesto y un siempre convincente Gary Oldman como ejecutivo sin escrúpulos para salvar una película solo apta para viajes en avión con pasajeros dormilones que no quieran ver sexo, sangre ni mucha acción, para que no se les enturbie el sueño. El próximo proyecto de Luketic es Expendabelles, la versión femenina de Los mercenarios…en Venusville ya estamos indignados ante tal herejía./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Congelada en carbonita



		Recomendada por Kuato a: a las (y los) nostálgicas que recuerden a Lorenzo Lamas y les ponía cachondas aquella carita angelical posando chulescamente. Hemsworth es la versión siglo XXI del rey de las camas.

		No recomendada por Kuato a: os que hayan ido al salón del móvil y estén pendientes de las últimas apps del mercado. El tema tecnológico no es lo fuerte de esta peli.

		Ego-Tour de luxe por: Gary Oldman, el único convincente en la peli, demostrando que es el mejor secundario actualmente en Hollywood.

		Atmósfera turbínea por: la nula química existente entre Amber Heard y Liam Hemsworth, agravada por la poca voluntad de transmitir complicidad cuando comparten escenas de amor.