LOS JUEGOS DEL HAMBRE: EN LLAMAS crítica: Nerds vs. Killers

Nerds vs. Killers Katniss y Peeta regresan a los Juegos en una acampada con gincana entre colegas Por Ray Zeta

<Por un momento, sólo por un momento nada más, sucumbí a la tentación de pensar que quizás sí, que quizás la saga Los juegos del hambre tenía algo que ofrecer desmarcándose de la línea comercial pre-adolescente que la saga Crepúsculo estiró y estiró sin complejos hasta facturar cinco entregas alargadas a más no poder sin justificación alguna, con tal de amasar millones y millones a partir de los niñitos y niñitas que se gastan la paga semanal que les da papá, independientemente del director contratado para realizar los distintos episodios. Craso error. Los juegos del hambre: En llamas demuestra que la intención de la saga Los juegos del hambre no es contar una historia a través de personajes que evolucionan, sino la de seguir los pasos de Crepúsculo con sus mismas malas artes comerciales (Lionsgate ya ha anunciado que estrenará el tercer y final episodio en dos partes) y repetir la fórmula estirando la cuerda todo lo posible, para que los mismos espectadores que pasaron por taquilla en la primera parte lo hagan otra vez.

   Y eso que con las promos que precedieron el estreno parecía que esta nueva entrega no iba a ser tan infantil como la anterior, que íbamos a profundizar en los tejemanejes y trapis del Capitolio, que iba a contener más violencia explícita (recordemos que la trama principal se centra en un juego de supervivencia en el que 24 personas deben matarse entre ellas con armas de mano en un bosque hasta que sólo quede una), y que por todo ello la peli iría destinada a un público de edad superior que el que decora su carpeta con fotos de Justin Bieber (sin ir más lejos, los participantes de esta nueva edición de los Juegos no son como en la primera parte adolescentes y niños de los que se echan a lloriquear en un rincón llamando a su mamá a las primeras de cambio, sino adultos curtidos, asesinos experimentados la mayoría de ellos, cachas como Tarzanes expertos en técnicas de combate y adiestrados para matar).

"Confesamos que no hemos visto ni Perseguido ni Battle Royale ni una sola vez"

   El cambio de director así parecía además confirmarlo, pues se ha pasado de un realizador de comedias y dramas bobalicones como Gary Ross (Big, Pleasantville, Seabiscuit), a otro a priori más experimentado en cine fantástico y de acción como Francis Lawrence (Constantine, Soy leyenda), consolidando nuestras expectativas... Nuestro gozo en un pozo. Nada, absolutamente nada de esto se ha cumplido. Los juegos del hambre: En llamas es una repetición exacta, repito: e-x-a-c-t-a, de Los juegos del hambre, en cuanto a hechos y estructura, encima con el agravante de ser más lenta, estar más estirada (dos horas y media repletas de tiempos muertos), y cortar para más inri la acción con un fundido en negro a lo “Continuará” cuando parece que va a animarse, igualito como hicieron los responsables de la saga Crepúsculo cuando alargaron y partieron su penúltima episodio con el bajo y ruin objetivo de poder facturar uno más que acabara de llenar hasta rebosar las arcas del estudio.

   Viendo Los juegos del hambre: En llamas parece que estemos viendo de nuevo Los juegos del hambre hasta el punto de creer que el proyeccionista se ha equivocado de disco. El mismo prólogo en el Sector 12 en el que vemos a Jennifer Lawrence corretear por el bosque arco en mano cual robinhoodina minera, con un Liam Hemsworth cansado de asumir su papel de pagafantas cornudo mientras el mequetrefe escuchimizado de Josh Hutcherson se beneficia a su novia; el mismo desfile a puertas del Capitolio con un Donald Sutherland incapaz de aguantarse la risotada haciendo las veces de presidente, mientras que Stanley Tucci y Toby Jones retransmiten repitiendo sus ridículas caracterizaciones con pelucones dignos de figurar entre los más horteras de una rúa de drac-queens, y Woody Harrelson paseándose de nuevo con su look de surfista californiano fumeta, dando unos consejos de supervivencia que ya no se cree nadie.

"Dicen los productores que o superamos a Crepúsculo en entregas o nos rescinden el contrato"

   E ídem de adem en cuanto a lo que a la parte específica de los Juegos se refiere. Volvemos a presenciar los entrenamientos mientras nos presentan los nuevos tributos, en unas secuencias que vuelven a tener como objetivo hacernos la boca agua levantándonos unas expectativas que no se van a cumplir. Esta vez quien participa son los ex-vencedores de ediciones anteriores de cada sector, por lo que el riesgo va a ser mayor. Tíos chungos salidos como de una película de Mad Max, cuadrados, expertos en supervivencia, uso de armas, combates cuerpo a cuerpo, ávidos de matar, y con pintas de malos re-malos (una lleva incluso los dientes limados, según dicen “para desgarrar cuellos”, pero no se hagan ilusiones que luego no sale nada de eso), más cercanos en apariencia a los cazadores que perseguían a Arnie a vida o muerte en Perseguido, que a personajes de una película para adolescentes de tono light sin violencia por mucho que el slogan de los cacareados Juegos sea, como en Los inmortales, que “sólo puede quedar uno”.

   Porque una vez más, como ya hicieron en la primera parte, los productores se pasan por el forro el planteamiento de dicha premisa (los 24 tributos matándose entre ellos en un bosque), sisándonos todo lo que de eso esperamos, al centrarse más en las relaciones humanas que allí acaecen que en la violencia que debería desprenderse. Si en la primera parte Jennifer Lawrence hacía amistad con la negrita desvalida, aquí forma alianza con los participantes más simpaticones, entre los que se encuentran una vieja, un científico, una loca, y una pareja de jóvenes simpaticotes, configurando un equipo de nerds que no sería muy diferente al que formarían los protas de The Big Bang Theory, mientras los killers forman también su equipo. Pero no se hagan ilusiones, que ambas facciones no se enfrentan de modo abierto en ningún momento, no sea que llegue a verse sangre y a alguna mamá que ha llevado a su niñito al cine le dé un síncope... En lugar de eso deben superar peligros como nieblas tóxicas, tsunamis y mandriles cabreados, más propios de una gincana que de unos Juegos del hambre. Una estafa en toda regla que llega a su culminación final cuando después de 150 minutos de marear la perdiz con novios cornudos, presentadores horteras, y tributos de acampada, un fundido en negro nos anuncia que pese a haber masticado el salchichón hasta hacerle perder el sabor, una tercera parte nos lo volverá a meter en la boca aunque no tengamos hambre./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Condenada a alforfones
		Recomendada por Kuato a: quien lloró con la triste muerte de la negrita indefensa y desvalida de la primera parte.
		No recomendada por Kuato a: quien se ponga Perseguido y Battle Royale en noches de insomnio para conciliar el sueño.
		Ego-Tour de luxe por: las horteras caracterizaciones de Stanley Tucci, Toby Jones y Woody Harrelson, que al menos nos alegran la vista.
		Atmósfera turbínea por: que la en la tercera parte no envíen de tributo a Sheldon Cooper de The Big Bang Theory para que lidere el equipo de los nerds.

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