Take the money and run, Wes Wes Craven regresa al slasher juvenil aumentando Por Mr. Moore |
<Último film que nos regurgita el abuelete Craven con toda la pachorra jubileta que sus más de setenta tacos avalan. Con dos cojones cuadrangulares. Y es que Almas condenadas denota una falta de oficio incoherente en un tío que firmó opus magnas como La última casa a la izquierda o Las colinas tienen ojos hace casi cuatro décadas.
De todos modos, la peli empieza decentemente. La presentación del primer esquizo de turno es primerenca, como las patatas, e impactante. Los diálogos con su reflejo en el espejo, a pesar de ser un recurso manido hasta la saciedad, aportan fuerza y cafredad al personaje y dejan entrever posteriormente de qué va ir el rollo (posesiones, niños prematuros, un destripador de tercera y demás mierdas varias), pero el conjunto aguanta y pone palote imaginando lo que tiene que venir…
¿Y qué ocurre después? Pues que nos encontramos con una sucesión de diálogos, ya no pobres, sino absurdos e incoherentes: “Estoy harto de que nos matemos entre nosotros”, suelta uno de los púberes como si estuviera quejándose de que está harto de que el inodoro pierda agua... Por no hablar de las líneas que intercambian el prota y su sidekick, patéticas frases de colegueo que dejan a cualquier bakala de polígono a la altura de Eduard Punset.
"La cosa deviene una sucesión de escenas más dignas de un entremés de teatrillo amateur de parvulitos que de un slasher con cara y vísceras" |
Aparte de eso, el guión empieza con pequeños socavones que acaban convirtiéndose en canteras africanas. ¿Qué pinta el grupo de zorritas del instituto? ¿Puede haber una escena más patillera que cascar en el armario a la última víctima, el niño negro, por la cara? (parece que los guionistas exclamasen en plena sala de montaje: “¡Coño, qué nos hemos dejado uno vivo!”). ¿Alguien se cree también la ridícula paliza que le da la pérfida Fang a su hermano? ¡Si el chaval de una guantada la pone vestida de torero! ¡O la tonta escena donde se nos intenta vender una bipolaridad al estilo de El club de la lucha! “Cul de sac” argumental que queda en triste detalle y que aporta menos que Berlusconi en una mesa redonda de la ONG “Save the children”.
Lo peor de todo es que lamentablemente en vez de caer en la comedia involuntaria (estilo de las cintas proyectadas en el Brigadoon sitgero o en la Semana de Terror de Les cotxeres de Sants), la cosa deviene una sucesión de escenas lamentables más dignas de un entremés de teatrillo amateur de parvulitos que de un slasher con cara y vísceras (las entradas por la ventana son la risa, aquello parece la boca del metro en hora punta). Y no funciona tampoco como peli-con-psicópata ya que se ha intentado dar un giro de tuerca al género y se ha acabado alejándose de éste al intentar un novedoso (¡y pésimo!) enfoque.
Una pena, porque condenan una primera idea y planteamiento que pintaba para unas Copitas de yate justillas, a caer por una pendiente cuesta abajo a velocidad tal (la peli va empeorando a cada minuto que pasa), que ríanse ustedes del colisionador de hadrones de Ginebra. Con un plus de ridículo: de esas caídas en las que resbalas, te estampas estrepitosamente, te metes un cono de obra por el culo y lo primero que haces es levantarte y comprobar que nadie te ha visto a pesar del dolor rectal. Pues señor Craven, creo que le ha visto mucha gente y no nos ha hecho ni pizca de gracia./>
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Congelada en carbonita |
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Recomendada por Kuato a: chavalines impresionables fans de Bob Esponja. Cualquier episodio del susodicho engendro tiene más lógica interna que el caos argumental de Almas condenadas. | ||
No recomendada por Kuato a: los que creemos que la franquícia Scream ha envejecido especialmente mal. Al lado del destripador de Almas condenadas, el “torpérrimo” fantasmón de la mentada saga da más miedo que compartir un jacuzzi con Danny Trejo y Mickey Rourke. | ||
Ego-Tour de luxe por: que todo sea una bromita (pesada) del cachondo de Craven para acojonarnos realmente con sus Scream. |
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Atmósfera turbínea por: la arquetípica construcción de los personajes. Que si el mazas del insti, que si la religiosa remilgada, que si el timidín asustadizo... Han conseguido fusionar los clichés más típicos con la incoherencia comportamental aguda. Con dos cojones. |
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