BLOODSUCKING BASTARDS crítica - Diario de Venusville

BLOODSUCKING BASTARDS crítica: Chupando hasta el amanecer

Tenemos chica nueva en la oficina que es una vampira y es divina, en Bloodsucking Bastards

■ BETO

La oficina: ese escenario de multitud de situaciones llevadas a la gran pantalla. Desde momentos subiditos de tono, como cuando Demi Moore se la quería poner palote a Michael Douglas en Acoso, pasando por las paranoias de los brokers de El lobo de Wall Street o simplemente la competencia con aires de comedia de Armas de mujer, donde Melanie Griffith y Sigourney Weaver luchaban por ganarse los favores (empresariales) de un Harrison Ford todavía de buen ver. Indudablemente, de todos los escenarios posibles, el género de la comedia es uno de los que más ha explotado ese maná interminable. Si a la comedia le unimos una temática terrorífica, vampiros para ser más concreto, la cosa promete.

Pero tampoco nos llevemos a engaño, Bloodsucking Bastards no deja de ser una película gamberra, con ciertos gags que funcionan bastante bien (como en el que utilizan las greñas de una compañera de trabajo como diana, o los momentos con el segurata negro) y algunos diálogos descacharrantes, al estilo de las teleseries que nos invaden actualmente como Dos hombres y medio o The Big Bang Theory (salvando las distancias, ya que estamos hablando de una comedia de vampiros). Todos los personajes típicos de una oficina aparecen en la cinta: el clásico pelota, el tontaina al que todos toman el pelo, el currante de sol a sol y, sobre todo, el jefe explotador, trasladado de forma muy brillante en la imagen de un chupasangre (nunca mejor dicho). Vamos, un The Office tuneado por un guionista fan de Bram Stoker.

"Le pediremos al jefe una fiesta más aunque sea lo único que hagamos"

El problema de la película dirigida por Brian James O'Connell (Dr. God en los títulos de crédito, manda huevos...), es que aunque la primera mitad de la película inicialmente le mantiene a uno con la sonrisa en los labios a base de situaciones habituales en la oficina en la que uno se puede ver reflejado, se echa en falta el elemento esencial del filme: los vampiros.

"Bloodsucking Bastards no deja de ser una película gamberra, con ciertos gags que funcionan bastante bien y algunos diálogos descacharrantes"

Así, esos gags dejan de surgir efecto, haciéndose interminable el momento en el que los amigos de los colmillos aparezcan, y una vez sucede esto, la caña no viene hasta la última media hora, que eso sí, es un auténtico desparrame de vísceras donde la sangre inunda la pantalla de forma abrumadora.

"Cuando decíamos una fiesta más no nos referíamos a la Tomatina"

Nunca hubiese imaginado que los utensilios de trabajo habituales de una oficina pudiesen ser utilizados como peligrosas armas mata-vampiros (nunca más veré igual a los lápices o la guillotina de papel, palabra). El espíritu de Abierto hasta el amanecer aparece en esos momentos, con una lucha humanos vs. vampiros divertida y adrenalítica, siempre teniendo en cuenta que estamos hablando de una peli hecha con cuatro duros y con muy pocas pretensiones. De hecho, los vampiros de esta película guardan muchas similitudes con los de la película de Robert Rodríguez, aunque eso sí, sin un tío tan guapo como Danny Trejo...

Parece que a Frank Franz en el papel de Evan, el oficinista protagonista, le van este estilo de papeles cómicos envueltos en un halo de terror, ya que también nos gustó en el papel de amigo fumeta del cachas Cris Hemsworth en The Cabin in the Woods. Aunque sinceramente, por lo único que realmente destaca esta modesta producción es por la mencionada media hora final, que hace que una comedia algo cansina (amigos guionistas, a ver si la próxima vez nos exprimimos más el limón) se convierta en un festival del gore, lo que la salva de una calificación aún peor.

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