DESTINO OCULTO crítica: Ni Dick ni pollas

Ni Dick ni pollas Philip K. Dick se nos pone románticos y nos sirve una peli para ser vista con el tema musical de Titanic de fondo Por Chema Pamundi

<¿Soy el único al que le sigue sorprendiendo que un perro verde como Phillip K. Dick (precisamente él) se haya acabado convirtiendo en el autor de cabecera de la ciencia-ficción cinematográfica? Sí, hoy en día está claro que los tecno-thrillers conspirativos (siempre con alguna variante de villano en plan “Gran Hermano” moviendo los hilos para joderle la vida al antihéroe de turno) se han convertido en un subgénero por derecho propio, pero antes de Blade Runner daba toda la sensación de que las cosas tirarían por otros derroteros. En aquel entonces parecía que la especulación científica de autores como Arthur C. Clarke o Asimov era lo que se iba a acabar imponiendo.

   Y sin embargo aquí estamos tres décadas después, asistiendo a una adaptación tras otra de la obra de Dick, mientras los grandes novelones de Clarke y Asimov siguen en un cajón como meros esbozos de guión que nadie se atreve a convertir en película (¿cuántos años llevamos oyendo hablar de supuestos proyectos basados en “Fundación”, o “Cita con Rama”?). Aunque todo hay que decirlo, la mayoría de adaptaciones de Phillip K. Dick al cine tampoco reflejan con demasiada fidelidad su bibliografía, pues casi invariablemente son relecturas muy libres de relatos cortos, usados como meros puntos de partida para generar tramas de acción trepidante (quizás las únicas excepciones a esto sean Blade Runner y A Scanner Darkly). En cambio, con las verdaderas “opus magnas” del autor de Chicago como “Ubik” o “El hombre en el castillo” tampoco se atreve nadie (aunque precisamente acabo de leer que Ridley Scott se plantea producir una miniserie para la BBC inspirada en “El hombre en el castillo”; ya veremos al final en qué queda el asunto…).

"Aquí los tienes, enséñaselos a George Clooney y Steven Soderbergh, a ver si tienen huevos"

   El último título en añadirse a esta lista es Destino oculto, que traspasa a la gran pantalla el cuento corto “Equipo de ajuste”, aunque una vez más el parecido entre la película y el relato original sea el mismo que entre un huevo y una castaña (desde luego, para deformar la trama y los personajes de tal manera no hacía falta gastarse la pasta en adquirir los derechos). En Destino oculto, un joven político (Matt Damon) conoce a una misteriosa mujer llamada Elise (Emily Blunt). Cuando intenta verla de nuevo, descubrirá la existencia de una extraña organización de tipos trajeados y con sombrero (a medio camino entre agentes de Matrix, ayudantes de Elliot Ness y Hombres Grises de Momo), que tienen la capacidad de modificar la realidad y también de teleportarse de un lado a otro de la ciudad con sólo cruzar cualquier puerta (siempre y cuando lleven puesto su sombrero, ojo; si se quitan el sombrero pierden los poderes; sí, hablo en serio). Por algún motivo secreto, dichos individuos tratarán de impedir por todos los medios que David y Elise se vuelvan a ver jamás…

   Efectivamente, Destino oculto picotea cosillas de casi todas las películas sobre meta-realidad en las que uno pueda estar pensando (Matrix, Origen y todo lo que cuelga de ambas), pero en el fondo no van por ahí los tiros. El espectador no tardará en darse cuenta de que lo que está viendo no es un film de acción, sino un thriller romántico; y en cuanto se recupere del susto (porque es cierto que el concepto de "thriller romántico" da bastante dentera) descubrirá algo más sorprendente aún: es un thriller romántico que funciona.

   De hecho es de agradecer, por una vez, una película de ciencia-ficción conspiranoica que no lo solucione todo mediante explosiones, tiros, persecuciones en coche y ensaladas de ostias (incluso la ya mencionada Origen, con toda su brillantez de guión, acababa por caer en esa trampa), sino profundizando en las relaciones entre personajes. En este sentido, Destino oculto tiene bastante más gracia que otros experimentos recientes que han intentado tejer melodramas de género fantástico (vienen a la memoria chuminadas como Más allá del tiempo, Más allá de la vida o Más allá de los sueños; en general, es recomendable huir de cualquier película que incluya “más allá” en su título).

   A diferencia de estos engendros, Destino oculto mantiene un buen equilibrio entre la intriga de ciencia-ficción metafísica y el cuento de amor arrebatado (sin caer en la sensiblería ni provocar vergüenza ajena), y la química entre sus dos protagonistas (Matt Damon y Emily Blunt, ambos estupendos por cierto) funciona inesperadamente bien. No sólo se enamoran entre ellos, sino que enamoran al espectador.

"Pues el Sr. López nunca necesitó llevar sombrero para abrir sus puertitas..."

   No obstante, tampoco es oro todo lo que reluce en Destino oculto. La realización es plana de narices (ya sólo con el tema de las puertas teleportadoras, un Christopher Nolan o un David Fincher se hubieran puesto las botas), a la trama le cuesta lo suyo arrancar, el elemento fantástico de la historia es demasiado débil (y cuanto más te lo explican menos se sostiene: la escena en que Terence Stamp le cuenta finalmente a Matt Damon de qué va todo el pastel bordea el ridículo), los villanos no desprenden la menor sensación de amenaza, y el supuesto discurso de fondo sobre el destino, el libre albedrío y la existencia de Dios es de chiste.

   Además, claramente al tramo final le falta mala leche, un último giro de guión (evidente para cualquier espectador con un poco de imaginación), que hubiera servido para elevar el tono dramático y el sentido metafórico de todo el conjunto. ¿Recuerdan los ambiguos finales de Blade Runner o Desafio total? Pues no hace falta añadir nada más. Estoy seguro de que si Philip K. Dick levantara la cabeza opinaría igual./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Dos Caras Harvey
		Recomendada por Kuato a: quien esté harto de tanta violencia en el cine. Lo más violento que ocurre en Destino oculto es que Emily Blunt se tuerce un tobillo bailando.
		No recomendada por Kuato a: quien espere acción sin límite. El momento más vertiginoso de Destino oculto es cuando Matt Damon intenta pillar un taxi en pleno centro de Manhattan y no hay tu tía.
		Ego-Tour de luxe por: conseguir que la idea de que para poder teleportarse al cruzar una puerta hay que llevar sombrero no parezca una gilipollez.
		Atmósfera turbínea por: lo he pensado mejor. Lo de las teleportaciones y los sombreros es una gilipollez como la copa de un pino.

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