EL CONSEJERO crítica: Cuidadín dónde te metes

Cuidadín dónde te metes

Cormac McCarthy engaña a Ridley Scott para que
dirija una paja mental suya muy mal aconsejada

Por Robert Thornhill

<A diferencia de su malogrado hermano Tony, Ridley Scott siempre se ha caracterizado por su capacidad camaleónica de adaptarse a diferentes registros dejando el pabellón bien alto en la mayoría de las ocasiones. Tiene su mérito tener en su haber un thriller futurista icónico como Blade Runner, haberse atrevido con un péplum actualizado como fue Gladiator, y qué decir de una gran American Gangster que nos demostró que Ridley también se sabía mover a la perfección en los bajos fondos. Ahora bien, esta versatilidad demostrada para defender con honor cualquier guión que le echen, también ha tenido como consecuencia unas cuantas obras suyas como Red de mentiras, El reino de los cielos, Robin Hood e incluso Prometheus, que aunque siendo productos de evidente calidad cinematográfica, no han conseguido llegar tanto al alma del espectador y de la crítica.

En este segundo grupo es donde podríamos encuadrar (siendo muy generosos) a El consejero, un intento fallido por parte del mayor de los Scott de captar la mente complicada, filosófica y calenturienta de Cormac McCarthy, autor del guion de esta peli quedando de manifiesto que no tiene muy claras las diferencias entre el lenguaje narrativo más detallista de un libro y el lenguaje sintético y más visual necesario para plasmar con mayor dinamismo un guion a la gran pantalla. Este es el lastre más pesado con el que cuenta esta película, donde los diferentes personajes parlotean sin cesar soltando frases pseudofilosóficas de la escuela de Jorge Bucay, impregnadas de ese sentimiento negativista y fatal de McCarthy, que tienen su guinda en una plomiza arenga que un gordo capo narcotraficante interpretado por Ruben Blades, le endiña a un apocado Fassbender, en la que incluso le recita cual Serrat el “caminante no hay camino, se hace camino al andar” de Antonio Machado. Manda huevos.

"Es que desde que vi en Jamón, Jamón que tus tetas tenían sabor a tortilla que tenía ganas de probarlas"

Siguiendo hablando del guión, se utiliza un inusitado lenguaje soez y pretendidamente guarrete (pero para el que haya leído “50 sombras de Grey” no será nada del otro mundo), y nos obsequian con una escena inicial muy prometedora con la jamona de la Pe y el frío y calculador Magneto, haciendo jueguecitos sexuales como si fuera un episodio marranete de Master of Sex, además de ese aclamado momento en que Cameron Diaz se restriega púbicamente contra el parabrisas del coche ante la atónita faz de un Bardem alucinado. Este alto contenido lujurioso que se intenta impregnar a la peli, fracasa, si con ello se quiere escandalizar a un público al que todo este tipo de jergas ya las tienen muy superadas después del Instinto básico de Verhoeven y de la irrupción del mundo Tarantino y su amiguete Rodríguez.

"Intento fallido por parte del mayor de los Scott de captar la mente complicada, filosófica y calenturienta de Cormac McCarthy, autor del guion de esta peli"

Y todo ello va pasando ante los ojos de un Ridley Scott con una tranquilidad pasmosa (la primera escena de acción se produce a la hora de haber comenzado) explicándonos algo que a estas alturas del siglo XXI todo el mundo sabe: que hay que tener cuidadín si te metes en el mundo de los cárteles de la droga y que a la mínima te la meterán por detrás y te harán pupita. De hecho, es curioso ver cómo el consejero del título que quiere dar el salto hacia el lado oscuro interpretado por Fassbender, es a su vez el más aconsejado por todo el mundo, al que no paran de meterle sermones para que no se meta en líos, ya que con esa carita de niño bueno no llegaría muy lejos. Un Fassbender, por cierto, que tiene una nula química con su amante y bobamente enamorada Penélope Cruz, e incluso en la escena más tórrida de la peli donde supuestamente tiene que estar cachondo perdido haciéndole “cositas” a su amada, su expresividad no dista mucho de la del androide David que interpretó en Prometheus (¿será que estaba el Bardem al acecho y tenía miedo que le cayera una castaña?). Lo de Penélope sí que es de juzgado de guardia; una vez más, demuestra lo pésima actriz que es, con una dicción pésima en inglés, y que peli tras peli se interpreta a sí misma.

"Te felicito, hablaré con Bryan Singer para que despelote a Pé, la pinte de azul y la ponga como Mística"

Tampoco la otra insigne pareja de El consejero formada por Jacier Bardem y Cameron Diaz es que pegue mucho. De hecho, ambos son personajes interesantes por separado pero no se logra dibujar bien su perfil en la peli. Bardem tiene una apariencia demasiado extrafalaria para que tomárselo en serio, con unos pelos a lo Christopher Walken y unas gafas a lo John Goodman en El gran Lebowsky, y sobreactuando demasiado sin lograr crear realmente un personaje. Bien diferente es el caso de Cameron Diaz, que tiene el rol más agradecido de la función, de rubia cañón malvada urdidora de planes perversos, que en una hipotética segunda parte o un spin-off tendría mucho recorrido, sin lugar a dudas.

Una pequeña tara en la filmografía de un Ridley Scott que parece que esta vez se ha dejado llevar por un subidito Cormac McCarthy, que ha hecho de El consejero una buena pieza para llevar al teatro, donde los largos speechs de los protagonistas de la obra recitados por puros actores de estudio, seguro que serán aclamados por el público y la crítica. Lástima que esto sea cine y aquí una imagen valga más que mil palabras./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Congelada en carbonita



		Recomendada por Kuato a: quien le excite leer los tórridos relatos de “50 sombras de Grey” o le guste la serie *Masters of Sex*.

		No recomendada por Kuato a: los que estén temblando por saber que Ridley Scott hará *Blade Runner 2*. Esperemos que esté más inspirado.

		Ego-Tour de luxe por: un cachondo Brad Pitt con sombrero de Texas, que se lo pasa en grande en la peli haciendo lo que más le gusta: de guaperas ligón sabelotodo. Lo clava.

		Atmósfera turbínea por: esa manía de hablar provocativamente de sexo y luego, a la hora de la verdad, no te enseñen casi nada. Un poco de atrevimiento, por favor.