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EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS crítica: Las aventuras del doctor Parnaussen

   

Las aventuras del doctor Parnaussen

Un anciano ludópata borrachín y cochambroso que debería ser atendido en un centro de beneficencia

Por Ray Zeta

 

   RAY ZETA    

   <Érase una vez un niño rarito al que le gustaba leer i dibujar cómics, las películas de Federico Fellini y la música de la Orquesta Mondragón. El niño llegó a la adolescencia, engordó, se dejó el pelo largo y aumentó su fama de bicho raro. Las paredes de su habitación no estaban decoradas con pósters de grupos de rock sino con carteles de circos de enanos; la carpeta del instituto no se la forró con fotos de las actrices de moda sino con las de las mujeres más gordas del mundo; y para pelársela no se ponía a tono con las páginas del Playboy sino con estampitas circenses de mujeres barbudas. El adolescente se hizo hombre y se convirtió en director de cine. Y claro, como un cruce entre Fellini y Gurruchaga, su cine se pobló de personajes estrafalarios, estrambóticos y rimbombantes que transitan por escenarios oníricos, coloristas y surrealistas, con una clara tendencia al exceso, a la opulencia y a la exageración.

 

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"¡Que me aspen si no es el Popocho de la Orquesta Mondragón!"   

   El imaginario del doctor Parnassus es al igual que el resto de la filmografía de Terry Gilliam buena muestra de todo ello. El protagonista es un personaje de más de mil años de edad que recorre Inglaterra con un carromato a modo de feria ambulante. ¿Personaje inmortal culto y distinguido como Dorian Grey que ha ido atesorando riquezas con el paso de los años? Todo lo contrario, el doctor Parnassus es un borrachín cochambroso y desaliñado que debería ser atendido en un local de beneficencia, un ludópata empedernido, y un mentalista de extraordinarios poderes psíquicos que conoció tiempos mejores y que ahora recorre el país en un vetusto carromato circense que parece haber salido de la “Feria de monstruos” de Bruce Jones y Berni Wrightson, enano incluido. Como si el barón Munchausen o el rey pescador hubieran montado un circo ambulante con los enanos de Los héroes del tiempo.

   Y el espejo mágico que conduce a su imaginario no es un espejo bonito y ornamentado como lo sería el de una película de Disney o de Tim Burton, sino cuatro tiras de aluminio compradas en la Industrial Bolsera. Pero cuando se atraviesa… ah cuando se atraviesa… Gilliam da entonces rienda suelta a su imaginación, y en un claro contraste con la fea realidad en que vivimos, crea un mundo mágico de fantasía surrealista y colorista de ésos que tanto le ponen y que ya diseñaba en los gags animados de Monty Python.

 

  "Cuando era adolescente, Terry Gilliam no se forró la carpeta del instituto con fotos de las actrices de moda, sino con las de las mujeres más gordas del mundo"  

 

   No podía ser de otra manera tratándose de una película de Terry Gilliam. Un metraje excesivo que avanza a trompicones, una estética que a excepción del mundo imaginario es cutre y fea de cojones, y personajes inadaptados (mentalistas milenarios en horas bajas, enanos, y hasta el mismísimo Diablo) que como el resto de los personajes de su filmografía (el barón Munchausen, el rey pescador, los enanos de Los héroes del tiempo, los hermanos Grimm, los personajes de Tidelandy en un futuro inmediato esperemos que Don Quijote), abogan por la fantasía bizarra construyéndose su propio mundo porque encajan en la sociedad que les ha tocado vivir como un pulpo en una perrera.

 

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"¡Aurgh! No debí aceptar la apuesta de los cincuenta huevos duros..."

 

   Me recuerda aquella historia que cuenta que a una aldea de la antigüedad llegó un mendigo que se comportaba de una manera poco habitual a los ojos de los lugareños. Giraba, saltaba y se balanceaba sin razón aparente en unos movimientos tan extraños que los habitantes de la aldea tacharon al visitante de loco. Pero la verdad era muy distinta, la verdad era que el mendigo danzaba al son de una melodía que los aldeanos no podían oír porque eran todos sordos.

   Dí que sí Terry, que aquél al que llaman loco por ser diferente al resto de la sociedad es en realidad el único que está cuerdo. Tú y tus personajes descarriados sois la prueba de ello./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     
     
 

Recomendada por Kuato a: Tortell Poltrona, a ver si es capaz de realizar su famoso número malabar de las sillas borracho como realiza el suyo el doctor Parnassus.

     
 

No recomendada por Kuato a: Tim Burton, no sea que le dé ideas y construya los decorados de su Alicia con material adquirido en el Servicio Estación.

     
 

Ego-Tour de luxe por: Christopher Plummer, que a sus 80 tacos se merienda a todo el Brad-Pack de la peli (Ledger, Depp, Law y Farrell) con solo levantar una ceja.

     
  Atmósfera turbínea por: hombre, después de haber visto de Diablo a actores de la talla de Jack Nicholson, DeNiro, Pacino o Gabriel Byrne, hubiera preferido a alguien con mayor entidad que Tom Waits. En fin, siempre será mejor que Adam Sandler en Little Nicky.

 

 

   

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