Categorías

SITGES 2011 crónica día 8: ¿Mediocridad o excelencia?

   

¿Mediocridad o excelencia?

Octavo día de festival: Kill
List; Red State; The Incident

Por Chema Pamundi

 

<La mini-maratón de ayer me obligó a acostarme sobre las seis de la mañana, con lo cual hoy no tenía el cuerpo para fandangos y me he saltado las matinales (ya estaba previsto). Tampoco daban nada que me quitara el sueño: una con María de Medeiros sobre un violinista iraní, una coreana de monstruos en 3D (que me han confirmado que era horrísona), una adaptación de La tempestad de Shakespeare (sí, otra), y un debate en la sala Tramuntana con el apasionante título de “Digitalización: ¿A quién beneficia?” Ante este panorama, no me presento en Sitges hasta las dos de la tarde. Veo dos películas en el Auditori, y de cara a esta crónica completo la jornada con un tercer título en la sala de visionado.

   Uno de los efectos secundarios perniciosos que tiene clavarse cuarenta y pico películas en diez días, es que tu criterio puede acabar por distorsionarse un tanto, de modo que pongas a parir obras que no estaban tan mal después de todo, o al revés: que ensalces pelis que, revisadas solo unas semanas más tarde, te parecen atentados contra la inteligencia (¡Madre mía, pero cómo me pudo gustar ESO!”). Sospecho que algo así podría haberme pasado con varias de las películas que comento en la jornada de hoy, obras que se sitúan tan en el lindero entre lo aceptable y lo chusco, que simplemente el haberlas visto otro día (o a otras horas), podría haberme llevado a evaluarlas de manera diferente.

 

 

Kill List (Ben Wheatley. G.B., 2011)

   Empiezo el día con la cinta inglesa Kill List, que viene avalada por los elogios que había vertido sobre ella el propio director del Festival, Ángel Sala. Kill List es un mix de géneros bastante peculiar: empieza como un drama costumbrista casi al estilo de Ken Loach, Mike Leigh o John Cassavetes (los problemas de un matrimonio mal avenido, porque el marido atraviesa un bajón anímico que le impide volver a trabajar), a la media hora muta hacia el cine negro hiperrealista (resulta que la profesión del marido era la de asesino a sueldo…), y en su tramo final pega un semi-giro hacia el fantástico (sobre esto prefiero no dar detalles) que te deja en shock.

   El asesino a sueldo del que hablaba es Jay, que lleva con depresión y sin pegarle un tiro a nadie desde hace casi un año (tras un misterioso encargo en Kiev que al parecer no fue muy bien). Su mujer y su mejor amigo (ambos habían pertenecido también a la profesión), le acabarán convenciendo para que acepte un nuevo trabajito: liquidar para un siniestro mafioso local a varios tipos que figuran en una lista. Está claro que Jay necesita volver a la acción. Además, las víctimas elegidas sin duda se lo merecen, liquidarlas parece cosa fácil (no tienen demasiadas medidas de seguridad a su alrededor), y la paga es de lo más suculenta. ¿Qué podría salir mal?

 

SITGES_2011_crónica_8_a

"¿Sabes cómo llaman al cuarto de libra con queso en Sitges?"

 

   Resulta muy difícil no ya buscarle un género a esta película, sino incluso describirla en líneas generales. La clave para que el batiburrillo argumental de Kill List no aturda ni degenere en una obra sin pies ni cabeza, es el tono unitario sobrio y costumbrista que consigue imprimirle el director Ben Wheatley (debutante, tras una larga experiencia en televisión y publicidad). La cámara se cierra sobre los personajes, mostrándolos con calidez y complicidad. Es casi como si estuvieras mirando por un agujero de la pared el día a día del protagonista, desde sus problemas domésticos hasta los gajes más descarnadamente contundentes de su oficio (el filme tiene tres o cuatro escenas de violencia brutales de verdad). Y por debajo de ese costumbrismo, otro tono diferente: un tenso y malsano aire de malignidad que va creciendo y tapándolo todo a medida que la trama se despliega.

   Tal vez la única pega que cabe ponerle a Kill List sea que no acaba de resultar mejor que la suma de sus partes (la trama deja un par de agujeros sin cerrar). Aún así, dichas partes atesoran tanta calidad por sí mismas, la historia tiene tal contundencia y todos los actores lo bordan de tal manera, que por fuerza acabas entregado a lo que te están contando (sea lo que sea). Negrísimo cine negro.

 

 

Red State (Kevin Smith. U.S.A., 2011)

   Enésima “última oportunidad” que muchos le damos a Kevin Smith, tras el desastre en cadena en que se ha ido convirtiendo poco a poco su filmografía (Una chica de Jersey, Clerks II, ¿Hacemos una porno?, Vaya par de polis…). Red State ha sido publicitada como “la peli de terror de Kevin Smith” (tras Una chica de Jersey, como él mismo ha bromeado en varias entrevistas), y en Estados Unidos fue vapuleada sin la menor compasión, cosa que ya viene siendo costumbre con el autor de Clerks. Hombre, a mí el personaje me produce bastantes picores (solo me gusta Persiguiendo a Amy, y a ratos), pero hay que decir que esta película, justo ésta, no es de lo peor que se le ha visto.

   Tres teenagers con ganas de juerga son engañados y secuestrados por “la Iglesia de las Cinco Puntas”, una secta de fanáticos ultra-cristianos (según nos cuenta un personaje, hasta los grupos neonazis los consideran unos hijos de perra), que dedican buena parte de sus esfuerzos a ejecutar a lo que ellos consideran la escoria de la sociedad, los pecadores sin posibilidad de redención: sobre todo homosexuales y jóvenes promiscuos. La cosa se saldrá de madre, por supuesto, y acabará degenerando en una masacre entre los sectarios y las fuerzas del orden, al estilo de la que tuvo lugar hace unos años en Waco con la secta de los Davidianos.

   Los cambios de dirección en una carrera artística solo suelen ser buenos si sabes hacia dónde quieres ir, y en Red State Kevin Smith parece algo despistado y dubitativo, como pez fuera del agua. Smith mezcla un pretendido tono austero y grave de denuncia social con efectistas tiroteos de película de entretenimiento, y con un par de escenas sobre homosexuales que están montadas con la misma dinámica que si fueran un gag salido de una de sus comedias. ¿En qué quedamos, chico?

 

SITGES_2011_crónica_8_b

"Para fantasmadas de Kevin Smith, Jay y Bob el silencioso contraatacan"

 

   Aparte de esto, en ciertos momentos el ritmo de la narración se viene abajo por culpa de algún que otro monólogo eterno y patosamente discursivo (Kevin Smith sermoneando al espectador por boca de sus personajes; el chico nunca ha sido muy sutil…), y el clímax flirtea con lo verdaderamente turbador e iconoclasta para acabar rilándose y convirtiéndolo todo en un nuevo gag (lástima, Kevin, la ocasión la pintaban calva).

   Entre lo positivo, las interpretaciones protagonistas (John Goodman como jefe del operativo policial y
Michael Parks como el líder de la secta; no memorables, pero sí solventes), la radical mala leche que demuestran ciertos pasajes del guión (que pone en imágenes lo que muchos pensamos que debe de hacer la policía ante este tipo de situaciones), y el agradable tono general de imprevisibilidad que destila (es difícil acertar en la quiniela quién va a sobrevivir y quién no).

   ¿Conclusión? Pues que Red State sigue sin aclarar las cosas. No convence del todo, pero concede a Smith una nueva moratoria para demostrar que tiene en la sesera algo más que ñoñería generacional y chistes sobre Star Wars. Se ve que hace poco dijo que a lo mejor se retiraba, que quería acabar su carrera “en nota alta” (desde luego Red State no lo es), y que igual su siguiente película sería la última. En casa estamos todos desconsolados…

 

 

The Incident (Alexandre Courtès. Francia, 2011)

   Tras las dos sesiones del día en el Auditori, sala de visionados para verme The Incident, que se ha pasado en un par de maratones y que me ha sido recomendada con insistencia. La película explica la ordalía de George, Max y Ricky, tres amiguetes que trabajan como cocineros en un centro psiquiátrico para enfermos peligrosos, y que se verán obligados a dejar los fogones y batirse por sus vidas cuando una noche, durante un apagón eléctrico, los sistemas de seguridad del centro se desconecten y los internos empiecen a campar a sus anchas por el edificio, matando a todo aquel que les salga al paso. En efecto, en este caso sí que puede decirse aquello de “hay más locos fuera que dentro”.

   Este es el original planteamiento de The Incident, por lo demás la típica historia del grupo de personajes atrapados en un espacio bien definido, y acosados por un enemigo muy superior en número. En este sentido, la ejecución técnica y dramática del filme recuerdan al primer John Carpenter (en concreto el de Asalto a la comisaría del distrito 13 o 1997: rescate en Nueva York), pero incorporando a la fórmula algún que otro desvío puntual hacia el torture porn, y un final con toques surrealistas.

 

SITGES_2011_crónica_8_c

"Perdona, pero aunque esté loco conozco la diferencia entre el juego del churro y una enculada"

 

   A nivel visual The Incident tiene empaque, vigor y atmósfera de película grande, pese a estar hecha con cuatro duros (se nota, y ello le da más mérito). No ocurre lo mismo a nivel dramático, por desgracia: los protagonistas son un tanto planos e intercambiables, y el villano de la función es solo un chalado anónimo con cara de cabronías, que aparece de vez en cuando en pantalla sonriendo a la cámara (“¡Cucu-tras!”). El guión tampoco ayuda, tensando la lógica hasta más allá de lo razonable; un ejemplo: la acción transcurre en un centro médico, en el que no parece haber médicos por ninguna parte (no se ve ni a uno en toda la peli); otro ejemplo: el motín de los internos parece estar orquestado a la perfección (pese a que empieza de forma espontánea porque se va la luz durante una tormenta), hasta el punto de que ni siquiera se atacan entre ellos (siendo locos peligrosos, no cuela), o que la medicación sedante les deja de hacer efecto a todos a la vez.

   En general a The Incident le faltan mimbres para que el espectador se sienta implicado en la historia. Aún así, la potencia de sus imágenes, su excelente ritmo y su falta de pretensiones la convierten en un agradable, y a ratos tenso, divertimento./>

 

 

¿Desea saber más?


   

> Día 7: Maratón cinéfago

Séptimo día de festival: Livide; Extraterrestre;
The Raid; Burke and Hare; The Innkeepers

Por Chema Pamundi


   

> Día 6: Coppola, chocheas

Sexto día de festival: Emergo;
Melancolía; Twixt; The Woman

Por Chema Pamundi


   

> Día 5: Fiebre amarilla

Quinto día de festival: The Yellow Sea; Hara-Kiri:
Death of a Samurai; Bellflower; The Moth Diaries

Por Chema Pamundi


   

> Día 4: Otros mundos

Cuarto día de festival: Another Earth; Verbo;
Grave Encounters;  Hobo with a Shotgun

Por Chema Pamundi


   

> Día 3: Gente muy sola

Tercer día de festival: Mientras duermes;
Love; Hell; Sint; Attack the Block

Por Chema Pamundi


   

> Día 2: Michael Biehn, gracias

Segundo día de festival: Lobos de Arga;
Intruders; The Victim; The Divide

Por Chema Pamundi


   

> Día 1: Poca inteligencia y mucho artificio

Primer día de festival: Eva; Inteligencia
Artificial; The Murder Farm; Contagio; Knuckle

Por Chema Pamundi


 

Facebooktwittermail

No hay comentarios

Agregar comentario