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FLASH crítica: Deprisa y corriendo

Standalone DC de Flash, que llega algo tarde a pesar lo rápido que corre el personaje

CHEMA PAMUNDI

Durante los meses previos al estreno de Flash, se debatió mucho si una película como esa tenía razón de existir, o si por el contrario era un charco evitable para Warner Brothers. A saber: una cinta centrada en un personaje que hasta ese momento había pasado bastante desapercibido (secundario en Liga de la justicia y tres o cuatro cameos en otros tantos largometrajes y capítulos de series), cuyo argumento había tenido que reescribirse numerosas veces porque los guionistas no daban con la tecla, que corría el riesgo de quedar obsoleta en un tiempo récord ahora que James Gunn está diseñando un reboot completo del universo DC, y para acabarlo de adobar, que estaba protagonizada por un aprendiz de psicópata como Ezra Miller, actor que en los últimos años ha acumulado un rosario de denuncias (allanamientos de morada, robos, agresiones, amenazas, acoso sexual…) lo bastante grave y variado como para que su carrera ya no le haga ni puñetera gracia a nadie. Flash tenía muy mala pinta.

Y, sin embargo, una vez vista se entiende por qué Warner Brothers no podía prescindir de ella. Esto no es la serie televisiva de Batwoman, ni una simple peripecia autoconclusiva y estanca para tratar de convertir en estrella titular a un superhéroe hasta entonces suplente. No, Flash es el producto elegido por DC para bajar la persiana de su universo fílmico tal y como lo hemos conocido hasta ahora, antes de que sea reformulado desde los cimientos con una nueva hornada de películas, series, actores y actrices. Es eso, y también es un auto-homenaje a 80 años de series y largometrajes sobre Superman, Batman y compañía en carne y hueso; o sea, es DC dándose a sí misma la fiesta de fin de curso que nadie más parecía dispuesto a darle. ¿Y qué tal ha estado la fiesta de Flash? Bueno, digamos que el ponche se podía beber pero han hecho corto de canapés y el DJ no ha acertado del todo con la música. Una cosa apacible, sin resaca pero sin momentos memorables.

La trama de Flash pone al supersónico Barry Allen, el miembro más menospreciado de la Liga de la Justicia, a intentar evitar el asesinato de su madre (encarnada por Maribel Verdú, una decisión de casting digamos que… desconcertante); y no solo eso, sino que además el padre de Barry ha sido acusado injustamente de ser el autor material del crimen. ¿Y cómo piensa nuestro héroe impedir que suceda algo que YA ha sucedido? Pues, obvio, viajando en el tiempo. Pero… ¿desde cuándo puede Flash viajar en el tiempo? Pues al parecer desde siempre, aunque eso él no lo sabía. Casi al inicio de la función, el chaval descubre por casualidad que, si acelera lo suficiente al usar sus poderes de supervelocidad, puede entrar en una especie de “estado cuántico” que le permite saltar a otras líneas temporales.

 

"En el futuro no te hagas ilusiones con Animales fantásticos, que la van a cancelar"

 

Aunque claro, todos hemos visto ya las suficientes historias de viajes temporales como para saber que intentar cambiar cualquier suceso del pasado, por marginal y aislado que parezca, suele tener consecuencias catastróficas. En el caso de Flash sirve a la vez para darle al personaje un arco dramático con cierta profundidad, para unificar en un mismo multiverso todas las generaciones de héroes de DC (por ejemplo: los Supermanes de George Reeves, Christopher Reeve, Brandon Routh y Henry Cavill resultan ser versiones alternativas del personaje, que habitan en realidades paralelas)… y también para traer de vuelta una última vez al Batman de Michael Keaton; que, digan lo que digan los hooligans de Christopher Nolan, sigue siendo el tipo que ha vestido de manera más icónica tanto el esmoquin de Bruce Wayne como la máscara del hombre murciélago.

Hay que reconocer que, con una premisa tan bizarra y desacomplejada, Flash tenía buen potencial para sorprender con algo más o menos rompedor dentro del género superheroico; sin embargo y por desgracia, enseguida parece contagiarse de la ambivalencia y la confusión que generan los universos paralelos entre los que se mueve. A ratos es divertida a rabiar, a ratos es un ejercicio automasturbatorio sin mucho recorrido y a ratos provoca vergüenza ajena. Claro, eso significa que al menos una tercera parte de ella funciona, lo cual no está mal del todo (así de bajo tenemos el listón ahora mismo con este tipo de blockbusters), pero no es suficiente como para salir satisfecho de la sala.

"Flash es el producto elegido por DC para bajar la persiana de su universo fílmico tal y como lo hemos conocido hasta ahora"

Además, estos bandazos de calidad alcanzan a todos los departamentos de la producción: por ejemplo el guion, que tan pronto parece tener un propósito, como se pierde en escenas prescindibles cuya única intención es “molar”; o las interpretaciones de los actores, Ezra Miller alternando entre cierto carisma natural y algunos histrionismos insoportables (por no hablar de esas miradas de loco peligroso que hacen pensar que nunca ha salido del todo del papel que interpretó en Tenemos que hablar de Kevin), y Michael Keaton a veces chorreando mojo y otras escupiendo sus diálogos como si pensara “¿Pero quién ha escrito esta mierda?”; o incluso los efectos especiales, que alternan lo espectacular con lo bochornoso hasta el punto de que podrían ganar tanto un Oscar como un Razzie (en ocasiones, por una misma escena).

Es posible que las opiniones sobre esta película se vean empañadas por haber llegado a las pantallas justo después de Spider-Man: A través del multiverso, una obra maestra capaz de hacer quedar mal a cualquier otra cinta que intente combinar superpoderes con viajes interdimensionales, pero las inconsistencias de Flash son exclusivamente culpa de sus autores, de una coctelera en la que se agitan demasiados cambios de tono y demasiado bruscos, desde la comedia burra hasta el melodrama maternofilial o las disquisiciones sobre la ética del superhéroe (lo del gran poder y la gran responsabilidad; o sea, lo de toda la vida), en un guion que durante muchísimos minutos da vueltas y más vueltas sin moverse del sitio, como un tiovivo.

 

"Cuidao con ponerte chulito conmigo, que llamo a Robert Pattinson"

 

En favor del director Andy Muschietti (al que con su anterior obra, It, ya le pasó un poco esto de acumular casi el mismo número de aciertos que de pifias) y de la guionista principal Christina Hodson, hay que decir que en apenas dos horas de metraje (¡al fin un título de superhéroes que dura menos que Lawrence de Arabia!) logran montar un lío multivérsico de cojones y solucionarlo de manera satisfactoria (la escena final es un giro “sorpresa” que ha generado mucha controversia, pero que a mí particularmente me parece simpático). El problema es que poco de lo que cuentan es en realidad interesante. Algunos pasajes puntuales son estupendos, como la infiltración de Flash y Batman en una base secreta de Siberia para rescatar a un Superman alternativo (cualquier fan de los tebeos se esperará un crossover con la novela gráfica “Superman Hijo Rojo”, que planteaba un Hombre de Acero pro-ruso, pero el derrotero por el que tira la película también está chulo). Sin embargo, hay otros momentos muy fallidos, como la PÉSIMA secuencia de acción inicial o la relectura del combate entre Superman y el General Zod que ya vimos en El hombre de acero, y que aquí vuelve a hacerse igual de plasta.

Lo de reciclar material alcanza su paroxismo en esas escenas ya mencionadas en las que desfila por la pantalla toda la galería de Batmans y Supermanes de la Historia. A ver, ningún problema en que DC ponga en valor su legado, pero deberían haberse esforzado un poquito en incluirlo de una manera relevante para la trama, en lugar de limitarse a mostrarnos una colección de estampas embalsamadas, que recuerdan a uno de esos vídeos de “In Memoriam” de la gala de los Oscars y cuyo único propósito parece ser el fan service más facilón. Solo hay un caso en el que dicho recurso tenga chispa, porque pone en imágenes la versión de Superman más psicotrónica que jamás haya existido (y que nunca llegó a rodarse). No voy a desvelar el asunto, pero lo importante es que se trata de uno de los poquísimos instantes en los que Flash consigue aunar fondo y forma, epicidad y comedia, pasado y futuro de la franquicia DC, con una armonía perfecta.

La conclusión es que Flash está cargada de buenas intenciones, pero no va precisamente sobrada de buenas ideas. Entretiene y marca un punto y aparte necesario desde el que empezar a edificar la nueva visión que tiene James Gunn para el material de DC; pero se le nota demasiado que se ha creado a base de prisas, dudas y martillazos narrativos. Produce cierta desazón pensar en lo muchísimo mejor que podría haber sido si se le hubiera dado más cariño. El único consuelo que nos queda es que el resultado obtenido es, ni más ni menos, el batiburrillo caótico que se merecía un cantamañanas como Ezra Miller.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Dos Caras Harvey.

INF VNV 3

Recomendada por Kuato a: fans de DC con lagrimilla muy fácil.

No recomendada por Kuato a: quienes digan que los FX digitales de las pelis de los 90 han envejecido fatal y dan risa. El nivel de algunas escenas de Flash es ese.

Ego-Tour de luxe por: poder disfrutar una última vez del Batman de Keaton, con su retranca, su logo amarillo y negro en el pecho y sus preciosos vehículos clásicos (ningún diseño posterior de Batmóvil ha molado más que el de las películas de Tim Burton).

Atmósfera turbínea por: igual los guionistas no han medido bien lo de poner chistes sobre salud mental en boca del protagonista, teniendo en cuenta que lo encarna un tipo con menos luces que el dormitorio de Drácula.

 

FLASH. Estreno en Venusville: 16/06/2023.

 

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