HASTA EL CIELO crítica: Scarface cani

Miguel Herrán asciende en el crimen organizado de su barrio a modo de Scarface cani en Hasta el cielo

Con Daniel Calparsoro siempre he tenido sentimientos encontrados. Es sin duda el mejor director español de acción de la actualidad, pero dedica todo su buen oficio a facturar productos tan facilones, que tal como ocurrió con Combustión y ocurre con Hasta el cielo, la mayoría de las veces su savoir faire se pierde en guiones de manual con personajes aún más de manual, que no hacen para nada justicia a su talento. Y si en alguna ocasión cae en sus manos una película más ambiciosa, como fueron Cien años de perdón o El silencio de la ciudad blanca, la peli se acaba perdiendo entre embrollados ditiretes de guión en los que el espectador queda atrapado como el tontorrón de Willy en la telaraña de la araña Tecla.

Hasta el cielo es un buen ejemplo de lo bueno y lo malo del cine de Daniel Calparsoro. Lo bueno, una dirección enérgica a buen ritmo y bien montada, en la que al director no le tiembla el pulso en las secuencias de acción por espectaculares que deban ser. Lo malo, una historia plagada de lugares comunes transitados por personajes planos esquemáticos, siguiendo un guión tan simplón como un tebeo de bolsillo. Y eso es exactamente lo que es Hasta el cielo, contando la historia de la ascensión en el mundo de la delincuencia organizada de un chaval de extrarradio, que empieza dejándose liar por las malas compañías y acaba descubriendo que tiene un talento especial para erigirse en el Napoleón del crimen cani.

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Porque ese es el ambiente de la peli. Como Scarface pero en versión chola: vestido con chándal y sudadera, rodeado de colegas llamados “Yonathan”, “Yeison y “Yony, y una novia choni llamada “Yennifer” que oposita para doble de Rosalía. ¿Resurgimiento del cine quinqui, como se dice por ahí? Nada de eso, porque el cine practicado por Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma con actores ilustres como el Vaquilla, el Torete, José Luis Manzano y el Pirri, tenía un componente de denuncia social que Hasta el cielo no tiene. Los personajes de Perros callejeros, Navajeros, Colegas o El pico, eran presentados como delincuentes víctimas de la sociedad, mientras que los de Hasta el cielo son delincuentes por decisión propia.

"Hasta el cielo es un buen ejemplo de lo bueno y lo malo del cine de Daniel Calparsoro"

Y delincuentes molones con un ojo puesto en pelis americanas míticas como Le llaman Bodhi, The Fast and the Furious o la citada Scarface, aunque Miguel Herrán tenga de Patrick Swayze, Vin Diesel y Al Pacino, lo que tiene un pitufo de Hellboy. Y no porque el chaval no lo haga bien, ojo, pues estamos ante uno de los mejores jóvenes actores del panorama actual, sino porque el físico no le acompaña en el personaje. Bien como chico de barrio, pero demasiado pipiolo para tragarnos que se convierte en el Peaky Blinder local, pareciendo que en cada una de sus visitas intimidatorias, vaya a amenazarte con gastarte los plastidecor. Mejor pego hubiera dado alguien con más edad, como Álex González tal como salía en Combustión.

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El resto de la peli, lo que les comentaba, personajes más planos que una tabla de planchar (los colegas de la banda, el colega rival, la abogada, Luis Tosar…). Especialmente sangrante es el caso de Luis Tosar por desaprovechado: cuatro escenitas de nada componiendo el papel de gangster veterano tranquilito sin relacionarse con Miguel Herrán como nos habría gustado. Tampoco pido que salga tan pasado de rosca como salía en Toro, pero nos habría encantado verlo enseñarle el oficio a Herrán como Dustin Hoffman se lo enseña a Loren Dean en Billy Bathgate. En lugar de eso, nos debemos conformar con un par de diálogos desde el más puto respeto de Herrán a Tosar, en los que sólo falta que le pida que haga la voz de “Malamadre”.

Suerte que el punto fuerte de Daniel Calparsoro funciona, que es, como ya habrán adivinado, las secuencias de acción. En esta ocasión la mayoría de ellas formadas por robos con la técnica del alunizaje, con un poco de persecución y algún tirito, en la más pura tradición de Heat. ¿Se imaginan a Robert De Niro chocando a la brava contra el escaparate de una joyería, y a Al Pacino persiguiéndole? Pues eso mismo es lo que ocurre en Hasta el cielo, pero con Miguel Herrán y Fernando Cayo… Lo que necesita Daniel Calparsoro es irse a Hollywood de una puñetera vez, y filmar action movies como está haciendo Jaume Collet-Serra. Lástima que Fast & Furious 10 ya tenga asignado director.

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