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INVENCIBLE crítica: Angelines negros

Angelina Jolie demuestra con la bélica Invencible no haber visto El puente sobre el río Kwai

ANNA BOU

Decía el filósofo Theodor Adorno: "escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie". Nada dijo del cine, pero desde Venusville nos preguntamos: "¿cómo debería filmarse una película sobre la Segunda Guerra Mundial sin parecer unos bárbaros?". Angelina Jolie nos da su respuesta en Invencible, una película (la segunda de la actriz-directora después de En tierra de sangre y miel) basada en hechos reales, aunque no cuenta toda la realidad. Pero vayamos por partes, como decía Jack el destripador, otro gran filósofo.

Invencible narra la historia de Louis Zamperini, un "héroe de guerra" (aunque para servidora, cualquier superviviente es un héroe de guerra, es más, los muertos en combate también lo son. Y sus viudas también.) que sobrevivió 47 días en medio del Pacífico después de que su avión se estrellase en plena Segunda Guerra Mundial, con la mala fortuna que quienes le salvaron fueron los japoneses. Ay Dios, esta historia es extremadamente difícil de contar para alguien con poca experiencia. La frontera entre sensibilidad y efectismo es muy delgada, querida Jolie. Aprende de Spielberg, el Rey del turrón, lacrimógeno como una cebolla pero un maestro para emocionar.

 

"Hay que joderse con que emocione mas el jamelgo de Caballo de batalla que yo"

 

Ya desde el principio, cuando Zamperini niño dice unas palabras que ningún niño del mundo diría: "déjame ser nada, yo no creo en mí", huele a historia de superación personal por vía intravenosa desde la superficialidad más atroz. De acuerdo, este atleta-soldado tuvo una fuerza moral impresionante, aproximadamente la misma que tuvieron los supervivientes de Auschwitz, o de los gulags rusos. Decir que alguien es "Invencible" ("unbroken", que para el caso es lo mismo) es decir que los otros son "vencibles", mal asunto, terreno pantanoso.

Pero lo que tiene más delito no es este descarte sino que la película es un tostón, y esta historia tan conmovedora nos deja más fríos que la guadaña de la Sra. Muerte, rodada tal como está de forma superficial, sin brío, más por falta de maestría que de ganas. El sargento Watanabe (encarnado por el japonés Miyavi, junto con Domhnall Gleeson el actor más convincente de la película) es un cabronazo de mucho cuidado,  a su lado los soldados americanos dentro del campo de concentración parecen monjes benedictinos, no hay ni uno que se salga de tono.

"La frontera entre sensibilidad y efectismo es muy delgada, querida Jolie. Aprende de Spielberg, el rey del turrón, lacrimógeno como una cebolla pero un maestro para emocionar"

¿Soy una incrédula?, ¿una cínica? Permítanme demostrarles que mis dudas respecto a la credibilidad de esta película con ínfulas de épica estén justificadas: primero porque, según tengo entendido, lo que primaba en los prisioneros de los campos de concentración era el justificadísimo instinto de supervivencia, más que la camaradería angelical. Y segundo, si la película pretende mostrar rigor, ¿cómo puede haber errores tan garrafales, de principiante, como que los japoneses hablen inglés (¿?) en plena Segunda Guerra Mundial, o que, cuando están en la balsa después de 40 días, el mozo más atractivo luzca un bigotito que sería la envidia del mismísimo d'Artagnan, o que, estando en medio del mar (donde hay cierta humedad)  Zamperini saque una foto familiar seca y planchada como un niño el día de su Primera Comunión?

Pero tal como decía, son 137 minutos aburridísimos: alargadísima en su prólogo masticado, interminable en el metraje del océano donde el buen guión brilla por su ausencia (y lo firman los Hermanos Coen, glups) mientras uno espera que aparezca por allí el tigre de La vida de Pi para darle un poquito de marcha al tema. El campo de concentración japonés no sube el listón, con escenas repetitivas hasta la extenuación mostrándonos a un bilingüe sargento Watanabe que le hace la vida imposible a Zamperini desde el minuto cero porque sí, y Zamperini se muestra con una fortaleza mental (porque sí) más propia de Gandhi, y con una capacidad de sufrimiento que supera la del mismísimo Jesucristo. Nunca sabemos qué le pasa por la cabeza a Zamperini, cuáles son los pensamientos que le hacen fuerte, de dónde saca la esperanza... lo describen de una manera tan fría que parece deshumanizado cuando precisamente lo que pretende Jolie es mostrar humanidad.

 

"Si Angelina Jolie espera ganar los siete Oscars de El puente sobre el río Kwai, va lista"

 

¿Humanidad? Sin quitarle los honores y el profundo respeto a Louis Zamperini, esta película es manipuladora y partidista hasta límites inmorales. ¿Y por qué digo esto? Porque una película que pretende ser humana, basada en una historia real, comete una amoralidad gigantesca, una profunda falta de ética histórica no explicando qué hicieron los americanos, omitiendo esos pequeños detalles que son Hiroshima y Nagasaki. Jolie pretende perfumarnos con olor a buenos sentimientos y  heroísmo, dejando a los japoneses como unos hijos de puta, y a los americanos (claro, Dios salve a América) como unos héroes.

Porque en el fondo es una película racista que vanagloria la liberación de los suyos, omitiendo que, mientras, cientos de miles de civiles "vencibles", de "brokens"japoneses se habían abrasado por efecto de las bombas atómicas, esto también es real, querida Jolie defensora de los derechos humanos, pero esto no sube puntos de cara a los Oscars. Y con este mensaje lleno de paz nuclear, amor entre culturas y esperanza yanki les deseo, queridas, queridos venusvilleros, una Feliz Navidad.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Condenada a alforfones

INF VNV 1

Recomendada por Kuato a: quien quiera ir a ver una película basada en hechos reales el día de Navidad, con la barriga y los pensamientos llenos de turrón.

No recomendada por Kuato a: los japoneses. De hecho, Japón ha puesto el grito en el cielo con esta película. De acuerdo, Hollywood no es una ONG, pero representa que Angelina Jolie es una embajadora de la paz.

Ego-Tour de luxe por: la escena-clímax en la que Zamperini soporta un tablón de madera (compararlo con Jesucristo en la cruz no es ninguna barbaridad), escena cargada de emoción si la hubiera filmado Spielberg.

Atmósfera turbínea por: cuando Zamperini le "exige" explicaciones a un coronel japonés, y éste siempre está de espaldas a él, sin dirigirle la mirada, comiendo fideos en medio de la selva, escena tan ridícula y manipuladora que parece una broma.

 

INVENCIBLE. Estreno en Venusville: 26/12/2014

 

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