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LA COSA crítica: Cosas que dejé en la Antártida

   

Cosas que dejé en la Antártida

John Carpenter solo hay uno, y por eso aunque
el remake se vista de precuela, remake se queda

Por Chema Pamundi

 

<Durante décadas La Cosa ha sido considerada una película maldita donde las haya. Debía haber supuesto el espaldarazo definitivo de John Carpenter hacia la categoría “A” de directores de Hollywood pero, como casi siempre le ha ocurrido al autor de La noche de Halloween cuando ha tocado el éxito con la punta de los dedos, algo se torció: contra todo pronóstico (sobre todo el de Universal Pictures, que se había gastado un pastizal en producirla y promocionarla), La cosa tuvo una discreta acogida en taquilla y fue masacrada por la crítica de la época. Corría el año 82, y la gente solo estaba para alienígenas amables y autocomplacientes como los de E.T. Una peli como La cosa tenía demasiada mala baba, era demasiado punk, estaba fuera de su tiempo. Hoy es un clasicazo que a todo el mundo le encanta, claro, pero conviene recordar que en aquellos días estuvo en un tris de hundir la carrera de su director (que de hecho, nunca desde entonces ha vuelto manejar un proyecto de tal envergadura).

   Por lo tanto, no es demasiado raro que hayamos tardado 30 años en ver completada y estrenada una nueva entrega de La cosa (y eso que ideas y proyectos no han faltado: se han publicado varias series de cómics, y el propio Carpenter dice guardar en un cajón un guión para “La cosa 2” que probablemente nunca se filmará, y del que jamás ha querido dar detalles). Lo raro, de hecho, es que hayan acabado por hacerla. ¿Alguien la estaba esperando? ¿Quedaba algo por añadir a lo ya narrado por Carpenter en su día? Probablemente la respuesta a ambas preguntas sea un rotundo “No”, pero ello no significa que de todo esto no pudiera salir una película más que decente.

 

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"Quizás si hubieran disfrazado a la cosa de niña como en E.T. habrían tenido más éxito..."

 

   No merece la pena detallar una sinopsis, porque quien más quien menos ya sabe de qué va el asunto: La cosa (nueva versión) es una precuela que narra los hechos que irán a desembocar hacia La cosa (vieja versión). Una estación científica aislada en la Antártida, un extraterrestre cabronías capaz de absorber e imitar a cualquier ser vivo, unos lanzallamas, y tira millas. Los protagonistas son los hombres y mujeres del campamento noruego que aparecía en la película original, y que desentierran del hielo al alienígena multiforme sin saber la somanta que se les viene encima. A la nómina de noruegos que cabría esperar se le une un equipo de científicos americanos (metidos en la trama a martillazo limpio), con la guapetona (a la par que sosaina) Mary Elizabeth Winstead a la cabeza.

   La cosa (2011) ha sufrido unas mutaciones tan radicales respecto a la película de 1982 como las del bicharraco que les da nombre a ambas. La primera de dichas mutaciones es de género, pues salvo escenas de sustos puntuales se aparta de los parámetros del cine de terror para abrazar sin complejos los del cine de acción (en un par de momentos los personajes incluso combaten contra algunas de las formas del alienígena, lo cual era impensable en la peli del 82).

 

  "En conjunto esta precuela carece de casi todos los elementos que hicieron genial a la cinta primigenia"  

 

   La segunda mutación es de concepto, pues La cosa (2011) es en realidad un remake camuflado de precuela (¿una “recuela”?), que repite sin cortarse muchas de las grandes escenas del filme de Carpenter, apenas modificadas. Algunas de ellas funcionan por sí mismas (hay una ocurrente variación sobre la idea de las muestras de sangre, para saber quién es humano y quién no), pero la mayoría no suman al global nada digno de destacar (las mismas autopsias al bicho, el mismo uso y abuso de los lanzallamas, etc).

   Los guionistas y el director (el impronunciable y bastante ignoto Matthijs van Heijningen Jr.) se han tomado unas molestias increíbles en cuadrarlo todo con la cinta original, orquestando un montón de planos que solo tienen sentido para subrayar este hecho (sí, veremos incluso cómo se crea el bicho de dos caras fusionadas, cuyos restos aparecían en la base noruega en la peli de Carpenter). Es un ejercicio bastante exhaustivo (se extiende hasta los títulos de crédito finales), que limita un tanto la libertad de desarrollo de la película y que al cabo de la calle tampoco había pedido nadie (creo que todos los fans hubiéramos preferido que esta nueva peli fuese mejor, aunque tuviese más incongruencias con la primera). Aún así se agradece el esfuerzo, y la verdad es que tiene su coña tratar de adelantarse a la acción para adivinar cómo van a hacer encajar tal o cual detalle.

 

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"Pues a ver cómo justifican que me convierta en un tío barbudo llamado MacReady..."

 

   En conjunto, no obstante, esta precuela carece de casi todos los elementos que hicieron genial a la cinta primigenia: ni el director aporta nada más que un correcto oficio a las imágenes, ni los guionistas están especialmente sembrados, ni la música es igual de evocadora (Marco Beltrami no es Morriconne), ni los FX tienen demasiada capacidad de shock, ni la prota despliega la credibilidad e intensidad de Kurt Rusell (a ratos dan ganas de abofetearla para que espabile y cambie la cara de acelga), ni el estudio de personajes atesora la más mínima fuerza (aquí son todos bastante intercambiables), ni hay rastro alguno de sentido del humor (un acertado contrapunto que la peli del 82 utilizaba incluso en sus escenas más truculentas), ni los temas de la paranoia y el miedo al prójimo son abordados con la adecuada profundidad de miras (e incluso dan lugar a algún que otro momento estúpido: la protagonista suelta un discurso sobre que cualquiera de ellos podría ser el alien y que no deben quedarse a solas con nadie, y en la siguiente escena se mete de noche a inspeccionar un cobertizo acompañada únicamente por uno de los noruegos).

   La cosa (2011) es tan gris, tan normalita, que a los fans ni siquiera nos queda el recurso de enfadarnos con ella. Es un blockbuster pasable e indoloro, que llena dos horas sin estridencias pero que ni mata ni engorda. Y justo por eso, por su falta de aporte vitamínico, resulta una obra de visión innecesaria (o mejor dicho, “optativa”). Nos la esperábamos peor, sí; es entretenida y no insulta tu inteligencia, cierto. Pero teniendo la de Carpenter a mano para comparar, todo eso tampoco significa mucho, ¿no?/>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
  Recomendada por Kuato a: fans de los relatos de horror cósmico de H. P. Lovecraft. A ratos, el bicho de la peli es lo más parecido a un Shoggot que jamás se haya visto en una pantalla de cine. Solo por eso ya compensa pagar la entrada.
     
  No recomendada por Kuato a: quien se espere un festival de sangre, tripas, cercenamientos y muñones al aire como el de la cinta original. La cosa (2011) es una película a la que podrías llevar a tus hijos sin que se les atragantase el Happy Meal, no digo más…
     
  Ego-Tour de luxe por: los ya mencionados créditos finales, que son de largo lo mejor de la película y cierran con mucho estilo el círculo con la de Carpenter. Para el próximo Halloween, se impone un pase en DVD de ambas “Cosas” en sesión doble con los amigos.
     
  Atmósfera turbínea por: la demostración más palmaria de que esto no es más que un remake disimulado, es que ni siquiera se han molestado en cambiarle el título. Ni “La cosa: el origen”, ni “Otra cosa”, ni “Mira qué cosa más linda”, ni nada parecido. Poca vergüenza….

 

 

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homenaje a Carpenter desde el más profundo respeto…

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genio y sus efectos especiales son insuperables…

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