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MANTÍCORA entrevista a Carlos Vermut: Mentes oscuras

“No hago películas para gustarle a todo el mundo”

RAY ZETA

FESTIVAL DE SITGES, 07/10/22. A Carlos Vermut le conocemos personalmente más por su faceta de sitgero que por su faceta de director. El año pasado asistió al festival como guionista junto a Paco Plaza para presentar La abuela, y este año lo hace por primera vez como director (y guionista, que ya sabemos que siempre escribe los guiones de las películas que dirige) para presentar Mantícora, quizás la peli más perturbadora (y eso es decir mucho), que ha pasado por el festival.

Dos veces en dos años presentado peli de una manera u otra, pero como espectador o invitado del Festival, es raro el año que no asiste, y es de ahí le conocemos. Sin ir más lejos, en la edición de 2018, el equipo de Diario de Venusville tuvimos el honor de estar sentados tras él en el concierto que John Carpenter ofreció en el Auditori, y de que nos mandara callar cada vez que comentábamos en voz alta lo que nos flipan títulos como La noche de Halloween, 1997: Rescate en Nueva York o La Cosa, cuando el maestro interpretaba a los teclados sus bandas sonoras.

-Empezaría preguntándote qué es exactamente “La puerta del lagarto negro” de Magical Girl, pero te lo preguntaré disimulando a ver si cuela mejor: en tus películas apuntas información que dejas fuera de campo. ¿Cómo utilizas este recurso?

-Pienso si la historia crece dando cierta información, o si crece omitiendo cierta información. Muchas veces la historia crece cuando se omite, porque es el espectador quien completa la historia. Me interesa lo que queda fuera de campo porque nos permite fantasear y es una apelación directa al espectador. Hay espectadores que la omisión de información les incomoda, y espectadores que les invita a la fantasía, lo que me parece sugerente y misterioso.

Eso es lo que me gusta y lo que me interesa. La omisión de la información puede darse a través de elipsis, posicionar la acción en un lugar que no ve el espectador (caso de “La puerta del lagarto negro” de Magical Girl), o a través de una mirada que el espectador no percibe, que es el caso de Mantícora.

-Pero la información que omites, como “La puerta del lagarto negro”, ¿te la has imaginado antes de dejarla fuer de campo, o ni siquiera tú sabes qué es porque no hace falta, ya que no va a salir en la peli?

-Lo que hay detrás de “La puerta del lagarto negro” es lo que sucede en la cabeza del espectador, es irrelevante que yo lo sepa o no lo sepa. Hay veces que lo sabes y lo omites, y veces que no lo sabes y le lanzas una invitación al espectador a modo de juego.

 

 

-(O sea que me quedo sin saberlo… ). Te gusta mezclar géneros como el drama, la comedia, el romance y el thriller. ¿Eso es planificado a intuitivo?

-Sale de manera muy intuitiva. En Mantícora el germen original es ese romance extraño entre un pedófilo y una chica que parece un niño, y ya es un germen romántico. La combinación de géneros se da a medida que va avanzando la película, me sale de manera natural a medida que voy escribiendo. De romántica y dramática se convierte en un thriller.

No tengo complejos a la hora de mezclar géneros. Los directores que me han influenciado, como Takashi Miike, no tienen miramientos a la hora de mezclar cosas, en una escena te estás riendo, y en la próxima te estás preguntando qué cojones pasa aquí. Nace más de una cuestión intuitiva, lúdica o de atrevimiento que de una cuestión planificada.

-No me ha quedado claro si el prota interpretado por Nacho Sánchez, pedófilo pero buen tío (o buen tío pero pedófilo), quieres que sea un personaje amable o un personaje oscuro…

-Lo que quiero transmitir, aunque sea fácil de malentender, es que deberíamos explicar más las cosas que nos dan miedo y que se debería invertir más en ayuda psicológica. Hay gente que tiene problemas aunque vivamos en un mundo de perfección, como una depresión, ansiedad o cualquier fobia, y es complicado hablar de lo que nos da miedo. El monstruo crece demasiado cuando se queda en las personas y no se da la oportunidad de compartirlo.

Si un chaval juega a videojuegos como el “Call of Duty” y vive en un entorno muy conservador, y ese entorno le dice que se va a convertir en un asesino y le hacen bullying, es para convertirse en un asesino. Hay una tendencia de la búsqueda de la virtud que a veces es peligrosa. Hay que normalizar que no somos perfectos y poder compartirlo.

-Veo también mucha diferencia de guión en las películas que escribes para dirigirlas y las películas que escribes para otros. Tus películas beben de mil géneros, en cambio las que escribes para otros, como La abuela, son de un género puro totalmente cerrado.

-Porque si escribo para otros soy un guionista totalmente obediente, como ocurrió con Paco Plaza con La abuela. Escribir para otros es liberador porque yo soy una persona muy controladora hasta niveles freaks, en cambio trabajar para otro implica no tener que tomar decisiones: si quieres que quite esta escena, la quito, si quieres que salga un puñal, lo saco, si quieres que de repente se muera el protagonista, lo mato...

Escribiendo para otros hago lo que me gusta y me quito la obligación de tomar decisiones. Cuando soy guionista, soy guionista, hago lo que me piden sin discutir. Ya tengo mi ego cubierto con mis películas.

 

 

-O sea, que no eres un guionista toca-cojones de los que va a los rodajes a dar por saco...

-¡Qué va! Me invitaron al rodaje de La abuela, llegué, estuve cinco minutos y me largué porque era un coñazo. Estar en un rodaje en el que no eres el director, es lo peor.

Yo no soy nada toca-pelotas, aunque entiendo que otros guionistas lo sean, porque un guión es tu niño y no quieres que otro te lo joda. Para mí, mis películas son mis hijos y un guión para otro es un sobrino, y si un sobrino se despeña con la bicicleta te da pena pero no es tu hijo. La culpa es de los padres.

-Tus películas no son terroríficas pero sí perturbadoras. ¿Cómo marcas hasta donde llegas para no pasarte de la raya? ¿Dónde te pones el límite?

-No soy una persona a la que le gusten las situaciones demasiado desagradables. Sí me gusta darle al espectador ciertos conflictos morales, pero no para provocarle. Con los límites trabajo de manera bastante natural porque no soy una persona que esté siempre buscando superar el límite.

-¿Para cuándo una peli de terror dirigida por ti?

-El terror es un género que me encanta. Ya he hecho una peli de terror (La abuela) y me apetece escribir algo para dirigirlo yo también, pero todavía no he encontrado la historia que me apetezca rodar.

-¿Piensas en el público cuando piensas y escribes la película?

-No pienso nunca en eso. Cuando hago una peli, pienso sólo en el público que le va a gustar, es como “voy a hacer esta peli como una carta de amor para la gente que es como yo, y me van a decir, chócala, estamos pirados”. No hago películas para gustarle a todo el mundo... A todos nos gusta Top Gun, a los inteligentes y a los gilipollas, pero hay pelis que de repente, dices “si esta peli le gusta a esta persona, sé que nos vamos a llevar bien”. Con el cine que yo hago no me apetece encontrar al gran público, sino a gente que sea como yo.

Es lo que me pasa a mí. Cuando veo una película de Hong Sang Soo, yo quiero estar dentro, igual que cuando veo una película de Marvel quiero estar allí para ver a Tony Stark. Por eso cuando una persona va a ver una peli mía, quiero que sea persona que me reconozca y se identifique. Que sepa que vamos a pasarlo mal. Me apetece que la vean así y se sientan en casa.

 

 

-¿Y cómo eres como director de actores? Los actores de tus películas parece que no interpreten, Nacho Sánchez y Zoe Stein en Mantícora son el ejemplo perfecto.

-Intentar ser natural, no sobreactuar, trabajar desde la verdad, y entender la escena como una parte de un todo, sabiendo que la escena no es ese todo. Interpretar escenas por separado puede resultar aburrido, la magia aparece cuando lo ensamblas todo. El cine se compone de pequeñas piezas que por separado no tienen ningún sentido, pero que cuando las ensamblas cobran vida.

-¿Y por qué te decidiste por contratar a dos actores semidesconocidos? En tus otras pelis tenías estrellas como Bárbara Lennie, José Sacristán, Najwa Nimri o Natalia de Molina. Tú podrías contratar a quien quisieras…

-Sí, pero no tengo problema en contratar a actores no conocidos. Los demás simplemente no cumplían lo que yo buscaba. Los actores que yo buscaba debían tener unas características muy determinadas. Lo que me importa es que sean buenos actores, más que sean conocidos. Si no son conocidos, ayuda además a que te creas los personajes y la historia. Todo depende… Si mañana tocara hacer una película con Ana de Armas, la haría encantado.

-O sea que esta peli con Javier Bardem y Penélope Cruz, no habría funcionado…

-Con Penélope Cruz haciendo de niño, no, te lo aseguro (risas).

-Pero con Bardem haciendo de psycho, sí.

-Eso sí (risas).

 

 

■ MANTÍCORA. Estreno en Venusville: 09/12/2022.

 

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