MIRA POR MÍ crítica: Sopor a primera vista

Thriller con chica invidente protagonista una vez mas sola en la oscuridad, en Mira por mí

Superar las propias limitaciones, ese es el reto de la vida. Con esta frase de libro barato de autoayuda se entiende por qué abundan en el cine los personajes con alguna discapacidad que triunfan a pesar de ella. Tanto da si cojean del pie izquierdo como si se aprenden de memoria el listín telefónico, son personajes que empatizan fuertemente con el espectador. Y si además con esas limitaciones deben enfrentarse al mal y resultan vencedores, entonces… puede ocurrir que se pierda la magia por haber estirado demasiado el chicle. Y eso es lo que ocurre con la película canadiense del director Randall Okita Mira por mí, la enésima película en que una chica ciega se ve envuelta en una trama criminal.

El argumento de Mira por mí es una simple copia del de la famosa Sola en la oscuridad de Terence Young (1967). La cosa se resume en que una chica ciega ha sido contratada para cuidar al gato en una mansión aislada durante un fin de semana y, entonces, irrumpen unos maleantes para robar pensando que la casa está vacía. A partir de ahí, se narran las peripecias de la joven para salir del apuro. Haciendo de la necesidad virtud, aprovecha su ceguera para moverse mejor en la oscuridad de la noche y su ingenio para cortocircuitar las pocas luces de los criminales.

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Desde siempre, en el mundo del séptimo arte han existido los remakes, versiones actualizadas de éxitos anteriores para darlos a conocer a nuevas generaciones de espectadores, posiblemente ambientados en contextos más modernos y aprovechando medios técnicos más avanzados. Salvo honrosas excepciones, las nuevas versiones nunca superan en calidad al original. Aunque Mira por mí no puede considerarse realmente una adaptación, sí cumple con la norma y se queda a años luz del filme de Terence Young. Además, la trama de chica joven ciega afrontando peligros está más que sobada. Con Uma Thurman en Jennifer 8 (1992) y Madeleine Stowe en Sola en la penumbra (1994), ya no queda mercado para más thriller de invidentes.

“Aunque Mira por mí no puede considerarse realmente un remake, sí cumple con la norma de no superar el original y se queda a años luz del filme de Terence Young”

En cambio, la película sí que sirve como anuncio publicitario de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para facilitar la vida a los ciegos. Interacción total con el smartphone mediante la voz, collar sonoro para mascotas, y aplicaciones de asistencia remota con agentes que dan instrucciones a la persona ciega gracias a la cámara de su móvil (de ahí el título de la película). Que la chica que le hace la asistencia remota a la protagonista sea una adicta a los videojuegos y ésta se convierta por momentos en un héroe cibernético, tampoco es ninguna novedad pues en Tron los tiros ya iban un poco por ahí.

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En cuanto a la factura de la película, todo destila aroma de serie B. Los actores, que no son demasiado conocidos, tampoco destacan por una interpretación brillante. La mansión donde pasa la acción es demasiado laberíntica y el espectador se pierde más que los propios personajes. Falta tensión narrativa y sobra oscuridad en muchas de las escenas de acción. ¡Que la ciega es la protagonista, y no los espectadores, caramba! Por lo menos y para variar, el guion le da un punto gamberro a la chica que no es tan inocente como se supondría.

Pero, ¿quién en su sano juicio contrataría a una persona ciega como canguro de un gato en una cacho choza que no conoce? Es un punto de partida que funcionaría claramente mejor como comedia que como thriller. La cosa podría derivar fácilmente a Esta casa es una ruina intentando atrapar al felino. O el asaltante de la casa podría haber sido mudo, así entre los dos tendríamos un estupendo remake de No me chilles que no te veo. O, puestos a ensalzar las capacidades de un invidente, la protagonista debería poder eliminar a los cacos a través de sus otros sentidos y no siendo teleguiada como una marioneta. Haber compartido algunas clases del maestro Po con el pequeño saltamontes no le hubieran venido mal. Un consejo final es que, en lugar de cuidar animalillos, pruebe a ganarse la vida como vendedora de artículos de coña.

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