Categorías

PINOCHO crítica: Más madera

Nueva adaptación de “Pinocho” más fiel, más oscura, y sin disneyadas infantiles ni cancioncitas

ANNA BOU

Queridos venusvilleros, venusvilleras, me voy a confesar. Pero no voy a exponer mis pecados; los pecados se hacen, se repiten, se perfeccionan, nunca se admiten. Mi confesión es reconocer que el visionado de Pinocho me daba pereza, mucha, por el sambenito de "cuento de toda la vida ya explicado mil veces", y una ya empieza a tener una edad. Dicho esto, voy a rezar cien padrenuestros por estos pensamientos impuros, porque avanzo desde el confesionario de mi escritorio ateo que Pinocho me ha parecido una delicia. Matteo Garrone es el director que ya nos cautivó con Dogman, película extraña, de gris atracción, y Gomorra, en la que explicaba sin maquillajes la crudeza de la camorra napolitana. Pero este director de tragedias de antihéroes ya ha demostrado que, paralelamente, le gustan los cuentos sin añadirles edulcorantes, como ya nos anticipó en El cuento de los cuentos, y ahora lo vuelve a demostrar con Pinocho. Garrone embellece la fealdad y recrudece la inocencia, ojito con este director italiano que filma áspero y bello a la vez.

Dos pinceladas de Pinocho, o mejor dicho, un par de virutas de madera: Gepetto, un pobre hombre, cincela un pedazo de tronco para extraer de él una marioneta, Pinocho, que cobrará vida una vez finalizada. Gepetto adoptará la madera animada como a su hijo, y Pinocho actuará como cualquier hijo de vecino, es decir, con la rebeldía propia de un niño, que es en lo que quiere convertirse. Otro pecado mío, mis queridos confesores, fue sentenciar que me sabía de memoria la historia pinochiana: falso. Más padrenuestros de perdón y arrepentimiento: no recordaba los suculentos detalles de esta historia del siglo XIX absolutamente cautivadora. Sigamos.

 

"Haré que cuando te crezca, te llegue hasta el metro y medio"

 

Garrone, alumno aplicado y fiel, calca las ilustraciones de Enrico Mazzanti en el cuento original de Collodi, el “Pinocho” del año 1883, para ofrecernos una fábula en tonos verde-grisáceos, bella y oscura, tristísima a ratos (recordemos que ahorcan de un árbol a Pinocho; superad esto, infancia amodorrada de los millennials), pero con algunos destellos de ternura, como por ejemplo, cuando Gepetto barniza-acaricia la cabeza de Pinocho, o los ojos rojos del atún agradecido, emocionado porque nunca antes le había besado. ¿Alguna vez se han emocionado al ver los ojos de un atún? Pues a qué esperan.

"Pinocho es una fábula en tonos verde-grisáceos, bella y oscura, tristísima a ratos, pero con algunos destellos de ternura"

Retales de ternura, decía, que brillan cual luciérnagas en medios de la oscuridad de las miserias humanas que se nos narran. Estética hipnótica por cierta extrañeza inicial, debido a unas caracterizaciones muy reales. De hecho, cuesta distinguir si éstas son prótesis, efectos digitales, enanos disfrazados o, ciertamente, animales humanizados; a veces parecen animales disecados que han cobrado vida. Tiene algo de perturbador, artesanalmente perturbador, que juega a favor de la historia, es como si fondo y forma se hubiesen puesto de acuerdo, como si bailaran un vals.

 

"Creía que lo que me crecería hasta el metro y medio era otra cosa"

 

Roberto Benigni, el vidabellense condenado a darlo todo por sus hijos, ya sea en campos de concentración o en preciosas villas italianas, encarna a un Gepetto absolutamente encantador. Se intuye que Benigni ama este cuento. Espero que el actor se haya quitado la espina con esta adaptación, después del fracaso rotundo que obtuvo la versión de “Pinocho” que realizó en pleno olimpo de su oscarizada gloria; la vida no es tan bella, al fin y al cabo. Igualmente fabulosos están Zorro y Gato, o Federico Ielapi, el niño Pinocho, en una meritoria actuación a base de ojos y gestos, parapetado como está detrás de la caracterización de madera.

Déjenme, para terminar, tener mi momento Tenet: la escena en que a Pinocho le crece la nariz es archiconocida, pero lo que no recordaba es que unos pajarillos se posan en esa nariz-rama, y la picotean, cual pájaros carpinteros, para que vuelva a su tamaño original. Esta imagen, esta simple imagen, me transportó, de un flash, a mi yo infantil, cuando la vi por primera vez. Una delicadeza. Una emoción casi intacta. Ni Christopher Nolan con todos sus tenets será nunca capaz de igualar este viaje al pasado, la mejor máquina del tiempo es simplemente cerrar los ojos del pensamiento. No lo duden, compren su billete.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

Recomendada por Kuato a: los que quieran viajar al pasado, pero también al presente con este cuento de toda la vida pero explicado a la moderna, es decir, a la antigua, ¿me explico? Este Pinocho vuelve al original sin los azúcares de Walt Disney.

No recomendada por Kuato a: quien no se crea que las marionetas están vivas. Peor para ellos.

Ego-Tour de luxe por: estar hablando de Pinocho en pleno siglo XXI, aunque pudiera parecer que no hace ninguna falta. Pues sí.

Atmósfera turbínea por: un Pepito Grillo absolutamente perturbador, que más se asemeja a Yoda reciclado; podría parecer que Pinocho rinde un homenaje secreto a Star Wars. No digo que este Pepito Grillo no funcione, pero se hace raro de cojones.

 

PINOCHO. "Pinocchio" (2019). Dirección: Matteo Garrone. Guión: Matteo Garrone, Massimo Ceccherini. Reparto: Federico Ielapi, Roberto Benigni, Rocco Papaleo, Massimo Ceccherini, Marine Vacth, Gigi Proietti, Alida Baldari, Calabria, Massimiliano Gallo. Estreno en Venusville: 18/09/2020.

 

Facebooktwittermail

No hay comentarios

Agregar comentario