PREDATORS crítica: Gran Hermano "KILL"

Gran Hermano “KILL” Y el ganador de Gran Hermano “KILL” es… Oooh, my God! ¡¡¿Lawrence Fishburne?!! Por Dr. Bishop

<En un Planet Terror inhóspito se celebra un Gran Hermano VIP de soldados, mercenarios y asesinos, a fin de ser liquidados metódicamente por sus Satánicas Majestades los Depredadores. Un plot inicial potente que permite, por mero brainstorming argumental, una acción incesante que oscila entre el consabido atrezzo intestinal de la saga, la fanta-ficción tropical (con ciertos guiños a la seminal Perdidos) y el puteo al compadre de turno (estos tipos duros no deciden por la pajita más corta, sino por el machete más largo). Garantizadas por tanto dos horas de diversión, que ya es mucho en estos días de Crisis en Españas Infinitas.

   Justo es decir, sin embargo, que la trama pronto se va enfangando lo suyo en una innecesaria deuda al Depredador original, en ese concepto tan pantanoso de la secuela-remake apócrifo (como Superman Returns respecto a Superman), reincidiendo sorprendentemente en otro tiempo (e incluso sistema solar) en episodios ya conocidos: la ametralladora “impaciente” (arma tan escandalosa como poco efectiva, a no ser que uno quiera despertar a los vecinos), el hostión padre por la cascada, trampas por doquier, lucha final a galletazo neanderthal, etc. Los homenajes a obras maestras de la historia universal siempre tienen su gracia, claro, pero por aquí habríamos agradecido menos reverencias y algo más de originalidad.

"También tenían que salir Dinio y Yola Berrocal, pero tienen contrato con A3"

   Lidera el grupo salvaje un correcto action man Adrien Brody, de inteligencia sobrehumana y sin rival (el resto de la brigada dejó los libros ya en el parvulario). Antropólogo, astrónomo y hasta juraríamos telépata, Brody comprende ipso facto la sinopsis del follón, hasta el punto que la chica le pregunta cómo puede resolver tanto misterio, a lo que el Brody sólo le falta contestar “¡porque vi la primera peli en el cine Novedades, so monga!”.

   Por contraste a tanta sospechosa clarividencia, nada mejor que Danny “homo spaniens” Trejo, que combina increpaciones pseudoespañolas tipo “¡maldita chingada!” (y otras igual de incomprensibles) con su habitual porte y muy lograda interpretación de eslabón perdido (a este paso no protagonizará una comedia romántica con Julia Roberts, no). Normal que acabe así como un orangután cagando en un zoológico, con sus compañeros prácticamente lanzándole cacahuetes al cogote. Bochornoso, Sr. Trejo, bochornoso.

   Haciendo de tripas corazón, podríamos hasta tolerar las extravagancias de los cazadores cazados y sus conductas poco plausibles (si la tía les advierte de que el barro les oculta de los Depredadores ¿por qué no se enfangan al momento?). Lo que ya sería inaceptable para un crítico serio (y damos gracias a Dios por no serlo, porque ahí empieza un delicioso festival psicotrónico) es la apoteósica aparición del Samurai “Gordo Cabrón” Predator, cuya identidad secreta es la de la gran morsa antes conocida como Lawrence Fishburne.

   Absolutamente tronado y de charla dadaísta con un amigo imaginario (llega a ser la pelota Wilson de Náufrago y el cine literalmente se hunde), el superhéroe más patético from outer space invita a la panda a su pisito en la selva, balbuceando unas líneas de diálogo alucinógenas descartadas de alguna comedia doméstica (“me voy a dormir chatos, ahí tenéis agua, no hagáis ruido”, pedazo de frase en una peli de acción intergaláctica).

"Es que desde que me tomé la pastilla roja que tengo el oído sensible"

   Que luego vaya y se disfrace de Alí Babá, y amenace con matarlos con el humo de una fogata de picnic (no le busquen la lógica, ni el mejor psiquiatra la encontraría) es evidentemente una escena opiácea por derecho propio, pero se amplifica hasta el absurdo si contamos con que este pirado ha sobrevivido a diez años de combate y matado a dos Depredadores (¿cómo, ahumándoles también o a golpes de coliflor, inconsciente de la vida?).

   Intuimos que sus fanfarronadas son sólo eso, humo, y que hasta los Depredadores le han cogido cariño por haberlo desquiciado, reuniéndose cada sábado en su ático para jugar unas cartas, animarle y confesarle que no tienen estómago para devolverle a la Tierra en ese lamentable estado mental, mientras secretamente flipan con la suprema imbecilidad de su mascota humana.  

   Después de la anonadante performance del Fishburne, imposible reconectar ya racionalmente con lo que nos cuentan. Creemos ver a Brody hablando y negociando con un Depredador un billete de bus espacial (¿es posible? Naaahh…), y un final que no es final ni nada parecido (incluso seguimos esperándolo después de los títulos de crédito). Pero no, el verdadero inicio, nudo y desenlace del film son los quince minutos de gloria de Lawrence Fishburne, amo, dueño y señor del mejor sketch en cine comercial de la última década, y justo vencedor moral de esta edición de Gran hermano “KILL”./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Copas de yate
		Recomendada por Kuato a: ese cobarde hindú llamado Gandhi, famoso por inventar la resistencia pasiva y otras monsergas. En este planeta los Depredadores le habrían dejado en paz, los pacifistas no les dan juego.
		No recomendada por Kuato a: fans extremistas del primer Depredador, evidentemente superior en cada una de sus facetas a Predators, además de lucir a un Schwarzenegger en el momento más pletórico de su excelente carrera.
		Ego-Tour de luxe por: entre tanto dislate de caracterización psicológica, se agradece al menos la ambigüedad del personaje de Adrien Brody. Por momentos llega a parecer un ser humano complejo y plurineuronal.
		Atmósfera turbínea por: no poner exactamente en el mismo puesto de Fishburne al desastroso poli encarnado por Danny Glover en Depredador 2, por ejemplo abducido en el planeta desde el final de la misma.

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