PROMETHEUS crítica: La supervivencia del más tonto

La supervivencia del más tonto La precuela de Alien en la que no salen aliens porque realmente es una no-precuela de Alien Por Chema Pamundi

<En serio, ¿cuántas oportunidades más le vamos a dar a Ridley Scott? Por lo que parece, todas las que hagan falta, pues el hecho de ser uno de los más vistosos artesanos visuales de Hollywood (eso nadie se lo niega) garantiza que todas sus películas tendrán “algo”, que como mínimo serán "bonitas de ver", aunque se trate de comedias que no hacen reír (Un buen año), vacíos frescos históricos (1492: la conquista del paraíso), ramplonas tramas de espionaje (Red de mentiras), secuelas muy por debajo del original (Hannibal), reaccionarios panfletos al servicio de la Casa Blanca (Black Hawk derribado), o aventurillas tan ridículas como aburridas (Robin Hood). A ver, que sí, que de vez en cuando el hombre se descuelga con un entretenimiento notable como Gladiator o... en fin… como Gladiator. Pero lo cierto es que llevamos más de 30 años esperando el retorno del Ridley Scott de Alien o Blade Runner (yo hasta me conformaría con el de Los duelistas), y a estas alturas parece bastante seguro asumir de una puñetera vez que estamos perdiendo el tiempo. Que nadie se soliviante, solo digo que la filmografía de un supuesto “genio del cine” debería tener una nota media más alta.

   Pues bueno, ahora “el genio” vuelve con Prometheus, lujosa no-precuela de su obra maestra Alien. En su contra, unas expectativas imposiblemente elevadas (por las inevitables comparaciones, y porque acaso sea el título más esperado de toda su carrera). A su favor, que Scott la ha hecho exactamente cuándo y cómo ha querido: ha estado más de tres décadas macerándola, ha mandado reescribir el guión las veces que ha hecho falta, ha invertido casi un año de preproducción y se ha pulido un presupuesto total de 130 millones de dólares. O sea que no valen excusas, Prometheus es una vara perfecta para medir el verdadero alcance del talento de Ridley Scott. ¿Veredicto? Pues lo dicho, como artista de la imagen un crack… pero como narrador cinematográfico… bufff…

"Déjate de aliens y tira la segunda estrella a la derecha a ver si vemos alguna sirena"

   Prometheus se centra en contar las peripecias de la tripulación de una nave espacial enviada por la compañía Weyland (predecesora de la Weyland-Yutani de Aliens) hasta un inhóspito satélite rocoso, siguiendo las indicaciones dejadas por una raza extraterrestre (rollo “la segunda estrella a la derecha, y luego todo recto”) que visitó la Tierra hace miles de años. Lo que encuentren en dicho satélite podría redefinir tanto el origen como el futuro de la raza humana. Pero como de costumbre en las pelis de ciencia-ficción (sobre todo en las que tocan la saga Alien, aunque sea de refilón), las cosas no son lo que parecen y todo se acaba complicando: siempre hay un androide sospechoso a la vuelta de la esquina, la corporación de turno suele tener una siniestra agenda oculta, y los alienígenas con los que te encuentras son unos hijoputas que solo quieren comérsete o inocularte alguna mierda de parásito (o las dos cosas el mismo día).

   O sea, que pese a habernos vendido la burra durante meses (tráilers virales a tutiplén), diciendo que Prometheus iba a ser una cinta de gran hondura filosófica sobre la naturaleza del ser humano, un puente de diálogo entre darwinistas, creacionistas y seguidores de Erich von Däniken (un charlatán al estilo de J. J. Benítez, del que Scott es fan confeso), que nadie se llame a engaño, que esto no es más que una “peli de bichos” con una receta muy parecida a la de la propia Alien: dos tercios de suspense en un entorno futurista ominoso, y un tercio final en plan “en el espacio nadie puede oír tus gritos” (carreras, muertes chungas, monstruos liquidados a golpe de lanzallamas, y naves que se autodestruyen tras una histérica cuenta atrás). Una vez hemos dejado esto claro, hay que decir que Prometheus tiene un diseño de producción muy cuco (buena actualización del pionero look inventado por H. R. Giger en su día), que sabe sacar partido a unos FX espatarrantes, y que las interpretaciones de Noomi Rapace y Michael Fassbender son bastante solventes. No, si en realidad Prometheus solo tiene un problema… pero es un problema que acaba descarrilando toda la película, como una locomotora que cayese por un puente y arrastrara tras de sí a los demás vagones. El problema es que su guión es un desastre.

   Y lo es a todos los niveles. A nivel narrativo, porque avanza de un punto de giro al siguiente con una torpeza mayúscula (personajes reflexionando en voz alta para explicar a la audiencia cosas que sencillamente no se entienden). A nivel dramático, porque convierte lo excepcional en rutinario (solo hay que ver la actitud pasota con la que el grupo de científicos exploran el mundo alienígena, como si pasearan por un decorado de Port Aventura), y porque sus escenas de supuesta intensidad emocional producen indiferencia o risa (hay una conversación íntima de la pareja protagonista, en la que él se muestra eufórico porque han hecho el hallazgo más importante de la historia de la humanidad, y ella entre sollozos le contesta algo en plan “sí, pero yo no puedo quedarme embarazada”, que debe de estar entre lo más chorra que ha rodado jamás Scott). Finalmente, a un nivel puramente técnico, porque los agujeros argumentales y los misterios sin resolver se acumulan uno encima de otro hasta que la historia se convierte en un guirigay sin sentido (baste recordar que el guión es de Damon Lindeloof, que en la serie Perdidos ya se mal-acostumbró al rollo éste de generar enigmas a cascoporro, sin preocuparse luego de cerrarlos o justificarlos).

   Pero es que, aparte, los protagonistas conforman posiblemente la misión científica más incapaz que jamás haya surcado la galaxia. Se supone que has descubierto un milagro evolutivo sin parangón, ¿y a quién mandas para investigarlo? A un grupo de gilipollas, frikis y desequilibrados, que no habrían superado el test psicotécnico de la NASA ni para currar de camareros en la cantina de Cabo Cañaveral, y que se pasan por el forro de los cojones todos los protocolos de seguridad: quitarse el casco del traje espacial en un entorno hostil, hacerle cucamonas a una amenazadora serpiente alienígena (en plan “¡Hola, cachorrito bonito!”), dejar sin vigilancia el puente de mando de la nave en plena crisis PARA IRSE A FOLLAR (y estamos hablando de los dos personajes de mayor rango jerárquico de la expedición), ocultar al resto de compañeros que un virus asesino anda suelto a bordo (o que en la enfermería has dejado encerrado a una especie de calamar mutante que está creciendo a toda castaña)…

"Si alguien ve un alien disecado que avise, que en eBay están por las nubes" 

   Esta absurda mezcla entre unas pretensiones elevadísimas y unos resultados de lo más pedestres, entre la solemnidad de 2001, una odisea del espacio y la gilipollez supina de Scooby Doo, desinfla por completo la película, que en ningún momento logra reproducir la malsana ansiedad que destilaba Alien (e incluso Aliens o Alien 3), sencillamente porque el espectador no se traga lo que ocurre ante sus ojos. El ejemplo perfecto lo tenemos en la escena más salvaje de la película, una auto-operación quirúrgica mediante una especie de robot cirujano, que desde luego resulta harto desagradable, pero cuya tensión se rebaja casi a cero en cuanto nos damos cuenta de que lo que estamos viendo es sencillamente estúpido (la primera vez que dicho cacharro aparece en pantalla, un personaje nos informa de que es un prototipo del que solo se hicieron una docena de copias; tras ver el nivel de charcutería con el que opera, no nos extraña que no fabricaran más).

   Así, sin una historia que tenga pies o cabeza, sin personajes por los que preocuparse (aparte de la protagonista, son todos demasiado idiotas o crípticos como para empatizar con ellos), y sin lograr apenas generar suspense ni mal rollo, Prometheus queda reducida a una mera carcasa sin vida. Es como un huevo de alien vacío. Otra película “bonita de ver” que sumar a la carrera de Ridley Scott. En 1979, Alien supuso una cumbre del arte biomecánico. En el 2012, Prometheus solo es un filme mecánico./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Congelada en carbonita
		Recomendada por Kuato a: quien quiera ver una precuela de Alien con más sustancia que Alien vs. Predator (pero menos divertida, para qué engañarnos).
		No recomendada por Kuato a: quien vaya pensando que le van a explicar lo del piloto alienígena fosilizado de Alien. Sí, lo explican con pelos y señales, pero cagándola a lo grande (ni palma como debería palmar, ni lo hace en la nave en la que debería palmar).
		Ego-Tour de luxe por: la fauna alienígena que aparece en Prometheus es variada como el mostrador de una marisquería (diversas variantes de sepias, cigalas y centollos), y mola bastante.
		Atmósfera turbínea por: lo de fichar a Guy Pearce para hacer de señor octogenario, ¿era necesario? ¿De verdad Scott no encontró a ningún actor viejuno que le convenciera?

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