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RESIDENT EVIL: ULTRATUMBA comentario: Alice en el país de las umbrelillas

   

Alice en el país de las umbrelillas

Concienzudo análisis de la saga R.E. y demostración inequívoca de que Ultratumba es la más floja de las 4

Por Ray Zeta

 

<Con la saga Resident Evil me ha pasado lo mismo que a Loquillo con la música de los Rolling Stones, que pese a no haber sido nunca una saga santa de mi devoción, tras ocho años acompañándome y embruteciendo mi Rock and Roll, como dice él, la franquicia creada por Paul W.S. Anderson ha acabado por despertar en mí una simpatía digna de una amiga de la infancia. Ninguna de sus entregas me parecen lo que se dicen buenas películas en sí mismas, pero una tras otra han conseguido que la epopeya de la pobre Alice con la Umbrella Corporation me acabe enganchando tanto como un culebrón de sobremesa.

   Porque si tres eran tres las hijas de Elena, también tres eran tres hasta ahora las pelis que conformaban la citada saga residentevilera. Tres pelis con suficientes diferencias de estilo entre ellas y giros de guión en cada una (y esto es mérito de Paul Anderson, a quien se le podrán criticar muchas cosas como director, pero bien pocas como productor) como para paliar las carencias de su calidad individual.

   El primer episodio, dirigido por él mismo en 2002  fue una muestra del llamado “nuevo cine de acción” perpetrado por una joven generación de realizadores formados en la escuela de los videoclips y los videojuegos. Nada de presentar personajes e introducir la trama gradualmente (¿para qué?), basta con agarrar al espectador por el pescuezo y meterlo en la historia sin explicaciones a ritmo de música machacona para impedirle pensar.

 

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Resident Evil. Alice en el subsuelo de Raccoon City

 

   Con una acción cien por cien claustrofóbica, pues en ningún momento se abandonaba la Colmena de la Corporación Umbrella en el subsuelo de Raccoon City, la peli cuajó gracias a su simple propuesta: tías buenas practicando el tiro al blanco con zombies tan anodinos y tontos que sólo les falta llevar un cartelito anudado al cuello anunciando que por cada tres cabezas reventadas te dan la chochona, amén del carisma fuera de toda duda de Milla Jovovich..

   Tres años más tarde, con Resident Evil: Apocalipsis, película dirigida por el técnico chileno Alexander Witt bajo las órdenes de Anderson ejerciendo de productor, cambio de tercio absoluto: abandono de la Colmena y salida a la superficie de Raccoon City en busca de aire puro y vivificante. Homenaje inconfeso al clásico del abuelito Carpenter 1997: Rescate en Nueva York, y veda abierta a frikadas tan faltas de complejos como efectistas, que a partir de ese momento se erigirán en marca de la casa.

   Alice pegando saltos y realizando acrobacias imposibles a cámara lenta más propias de Torrente parodiando a James Bond que de personajes supuestamente serios, hulks de pacotilla (aquí el Hunter del programa Némesis) tan descojonantes como los que salían en Street Fighter, Batman y Robin y Salvaje, y Alice con los superpoderes de Supergirl tras haber sido utilizada por la Corporación Umbrella como conejillo de indias.

 

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Resident Evil: Apocalipsis. Alice en la superficie de Raccoon City

 

   Nada que ver nuevamente con Resident Evil: Extinction (2007), esta vez dirigida por el “inmortal” Russell Mulcahy, donde el homenaje se le rinde tanto al el western clásico como a la saga Mad Max, con un sentido recuerdo a George A. Romero (esos zombies siendo domesticados...), y a Los pájaros de Alfred Hitchcock. Ah, qué gozada ver a Alice por el polvoriento desierto de Nevada vistiendo un guardapolvo del armario personal de Clint Eastwood, y ejerciendo de Max Rockatansky, guerrero de la carretera, mientras va ensartando, cortando y decapitando zombies a dos puñales en la más pura tradición Elektra Natchios... Amén de poner en práctica unos superpoderes mentales que ríanse ustedes del Profesor Charles Xavier y de la doctora Jean Grey, resultado de haberla convertido Umbrella en el “Programa Alice” sin su conocimiento.

   Así que ya lo ven: un episodio situado en el subsuelo de Raccoon City, otro en la superficie, y un tercero en clave de western. Tres propuestas con tres puestas en escena la mar de diferentes espolvoreadas con las frikadas más diversas, para hacer la saga lo suficiente atractiva como para irla siguiendo con simpatía y curiosidad. Era de esperar pues que en esta cuarta entrega se siguiera la línea marcada y se cambiara nuevamente de tercio rizando aún más el rizo.

 

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Resident Evil: Extinction. Alice matando zombies por un puñado de dólares

 

   Y así parece que sucede en Resident Evil: Ultratumba, entrega dirigida nuevamente por Paul W.S. Anderson, ya que su inicio nos hace babear a los fans de la saga más que un alien aquejado de sialorrea, pues se substituye la estética de western de la tercera parte por la del cine de artes marciales made in Hong Kong en una nueva vuelta de tuerca, y nos trasladamos a Tokio para observar cómo Alice irrumpe katana en mano en la sede de la Corporación Umbrella con su ejército de clones al más puro estilo Kill Bill.

   Artes marciales, clones... Sin duda la saga va por buen camino y sigue aportando suficientes novedades y frikadas para mantener el interés de sus incondicionales. Lástima que esta línea dure sólo un cuarto de hora. Como lo leen. Solo un cuarto de hora. Pasado este prólogo desaparecen todos los clones de Alice (no diré cómo para no desvelar secretos), y ésta vuela hasta Alaska, donde la película sigue con una puesta en escena de lo más sosa y un guión de lo más vacío.

 

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Resident Evil: Ultratumba. Alice sin chicha ni limoná

 

   Adiós cine de artes marciales y adiós frikadas. Si hasta el momento habíamos ido cambiando de subgénero en cada entrega, ahora nos sumergimos en la nada más anodina. Ni western, ni cine made in Hong Kong, ni frikadas, ni nada. Porque esa es otra. En las tres primeras películas, la pobrecita Alice ha sido amnesiada, inoculada con el Virus-T, experimentada biogenéticamente, muerta, resucitada y clonada, entre demás perrerías realizadas a cargo de su corporación enemiga. En cambio en esta cuarta se la respeta tanto como a una novia mormona.

   Se hace difícil entender pues cómo le ha dado a Paul Anderson por volver a la dirección precisamente con este episodio. Si con los tres anteriores nos la puso dura prometiendo lo que vendría, ahora nos da dos piedras. Dos piedras como las entregas que aún pueden venir si no le damos alguna idea para que enderezca el timón de la franquicia, así que aquí va una: como la cosa va de homenajes, que en la quinta parte se lo rindan a Splice de Vincenzo Natali, y que como fruto de los experimentos biogenéticos con el Virus-T realizados por Umbrella, Alice mute como hace Dren hasta convertirse en un tío llamado Alicio./>

 

 

   

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