SÓLO DIOS PERDONA crítica: No es país para moñas

No es país para moñas

Tailandia: gangsters yankis buscando redención,
y policías impartiendo justicia divina a katanazos

Por Anna Bou

<En su pase en el Festival de Sitges de este año, Sólo Dios perdona obtuvo el premio a la Mejor Fotografía, pero dividió al público. Es de ese tipo de películas que, o adoras o aborreces, y siempre he creído que una película que provoca esta biodiversidad crítica, este norte y sur emocional es, como mínimo, interesante. Nunca fiarse de las cosas que gustan a todos por igual. Sólo Dios perdona tiene un diálogo anoréxico, es lenta como una tortuga dormida, es violenta… ¿Pero acaso esto echa para atrás? Queridos venusvilleros, rectifiquen su retroceso y vuelvan hacia delante porque Sólo Dios perdona es imprescindible.

Narra una venganza (bueno, unas cuantas), y eso es todo amigos. Pero el tratamiento de la imagen y la fotografía, absolutamente impecables, envuelven la historia con papel de seda para acabar haciéndonos un regalo. Los diálogos son escasísimos, cierto: Ryan Gosling no pasó mucho tiempo aprendiéndose un papel que cabe en un post-it, pero seguramente sí que gastó noches enteras delante del espejo asegurándose que su rictus sugiriera el laberinto –con Minotauro incluido- de la compleja ética humana. Gustará o no, pero lo que es innegable es que la fotografía es poderosísima, y la trama es lenta, pero la sucesión de imágenes no deja que el párpado baje ni para humedecer los ojos.

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Sólo Dios perdona es un maná para la vista. Imágenes de interiores oscuros encuadrados al milímetro y perfectamente simétricos por donde deambulan personajes asimétricos moralmente, pasillos con paredes estampadas con dragones y otras abstracciones tailandesas en los cuales mil sombras reciben copos de luz, y todo bañado con un permanente color rojo-sangre-de-matadero. La música de Cliff Martínez es otro impacto, pues riega y potencia la trama con su intensísima melodía, como ese sonido repetitivo parecido al que debe producir el desembarco en el salón de un petrolero nuclear, aunque seguramente pertenece a un instrumento exótico (me imagino un cuerno enorme) que mi esquelético oído no sabe identificar.

"Sólo Dios perdona es un maná para la vista. Imágenes de interiores oscuros encuadrados al milímetro y perfectamente simétricos por donde deambulan personajes asimétricos moralmente"

Pues así es toda la película, una sucesión de fotogramas a cual más postal de Bangkok. La cámara no filma, “lame”, por ejemplo, hay un simple golpe de cámara que nos muestra “la hebilla del pantalón de Gosling, las cortinas de piedrecitas rojas, el brillo de las lentejuelas del vestido de ella, el rostro impertérrito de Gosling, las manos no tan impertérritas de Gosling adentrándose por el interior del muslo”, con una belleza tan fría y cautivadora que hace babear incluso a los muertos. Porque muertos hay, Sólo Dios perdona es una película esdrújulamente violenta. Y aunque, personalmente, las películas violentas no son de mi agrado, la que aquí se nos muestra es una crueldad seca, contenida, de las que corroe por dentro y vía katana corta por fuera, una crueldad elegante, y entiéndanme bien, pues, que yo sepa, todavía no soy una sádica. Y es que Nicolas Winding Refn está demostrando que es un director con una mano muy especial para crear cine. Ya nos hipnotizó con Drive y aquí vuelve a hacerlo con una película totalmente distinta, hecho que se le achaca. Pues quien quiera ver otro Drive, que vuelva a ver Drive en otro idioma, o de atrás para adelante, por ejemplo.

"Pues Valhalla Rising era más lenta que una fotografía y nadie se quejó"

Ryan Gosling, el actor fetiche del director, ya nos tiene acostumbrados a unas actuaciones en las que se mueve como pez en el agua: frío como una montaña sin mahoma, seco como una momia, pero con un punto de oso mimoso que hace que no nos acabemos de creer que sea malo-malo. El problema llegará cuando Gosling tan sólo sepa hacer de Gosling, pero hasta ahora, todo carisma. A su lado una Kristin Scott Thomas espléndida en un papel muy serio por mucho que su look de Madonna pretenda disimularlo. Fantástica Scott Thomas de rubia madre mafiosa. Es precisamente la relación entre Scott Thomas (madre) y Ryan Gosling (hijo) uno de los nudos claves de la trama, con esos traumas internos nunca explicitados ni por voces en off ni flashbacks, sino soltados a pelo, sin aclarar. Porqueen Sólo Dios perdona no hay lugar para los sentimentalismos ni las explicaciones (que siempre terminan siendo tendenciosas); estamos ante una película dura, fría, seca y bella.

Comparto la nota máxima con el compañero Chema Pamundi, que en su gran cobertura venusvillera del Festival de Sitges (día 5) ya alabó la película. Yo no sé si Dios perdona (después del visionado tengo mis dudas), tan sólo sé que, si yo fuese Dios, no me perdonaría perdérmela./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Venus Hall of Fame



		Recomendada por Kuato a: los que prefieran ver cómo se desangra una herida perfecta antes que asistir a la matanza del cerdo.

		No recomendada por Kuato a: los que tengan complejo de Edipo, verán que las madres no siempre llevan la razón.

		Ego-Tour de luxe por: la tortura con los palillos chinos. Más crueles que el torturador se muestran las féminas que, con los ojos cerrados como si estuvieran en una sesión de rayos UVA, están a su bola, a pesar de los gritos del torturado.

		Atmósfera turbínea por: no hubiera estado mal alguna línea más de diálogo, o una frase compuesta, o un verbo simple, o dejémoslo en un pronombre singular.