SPIRAL: SAW crítica: Sawven

Nuevo Saw con la promesa de que será nuevo, cuando lo único nuevo es el título Spiral: Saw

Que a uno le cuenten todas las noches el mismo cuento una y otra vez, funciona solo mientras se es menor de cinco años, porque a la que uno cumple los seis, ya está pidiendo material nuevo. Con el paso de las noches, la admiración y la ilusión devienen resignación y pereza, y eso es precisamente lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo con la saga Saw, que desde hace más de quince años que se nos está contando lo mismo. Y por eso claro, por mucho que pudiera gustarnos, con cada nueva entrega de la franquicia estamos viviendo en un bucle temporal como Bill Murray en Atrapado en el tiempo, por mucho que en las dos últimas entregas se nos haya prometido un lavado de cara que nunca ha llegado debido a la falta de jabón.

Porque tres son los pilares en los que se sustenta la saga: los jueguecitos morbosos y letales a los que se somete a ciudadanos culpables de crímenes morales, la investigación policial que provocan las muertes, y descubrir quién es la mente maestra que organiza los jueguecitos de marras. Y eso es lo que ha estado repitiendo la franquicia en bucle desde que James Wan y Leigh Whannell nos sorprendieran en 2004 con el primer episodio. En Saw fue Jigsaw (Tobin Bell); en Saw II Amanda Smith (Shawnee Smith) como sucesora de Jigsaw; en Saw III ambos; en Saw IV, Saw V, Saw VI y Saw VII (Saw 3D), el detective Mark Hoffman (Costas Mandylor); y en Saw VIII (Jigsaw), un médico veterano militar desconocido hasta el momento (Matt Passmore).

“Brad Pitt soy yo, que para eso llevo la perilla”

Y con estas que llegamos a Saw IX (Spiral: Saw) y se nos vuelve a prometer una renovación total de la franquicia, igual que se promete una limpieza de vestuario con renovación total de la plantilla cuando un equipo ha llegado a un fin de ciclo. Y nosotros que nos lo creemos y vamos ilusionados al cine tras sacarle brillo a nuestro pin del muñeco Billy… para encontrarnos una vez más que nos vuelven a contar ex-xac-ta-men-te lo mismo. Una vez más nos encontramos ante una serie de juegos mortales (en este caso a policías corruptos en vez de a ciudadanos anónimos), con la investigación policial de turno, e intentando adivinar quién será el nuevo Jigsaw como intentamos adivinar quién es el asesino en un whodunit de Agatha Christie.

“Spiral: Saw es el mismo perro con el mismo collar, y un perro además ya viejecito con un collar roído”

El mismo perro con el mismo collar, y un perro además ya viejecito con un collar roído. La única novedad que aporta este nuevo episodio de Saw es la presentación del parlanchín Chris Rock como poli protagonista, con Samuel L. Jackson como su padre y jefe de policía jubilado, como estandartes de la nueva era sawiana. Y hacer de Spiral: Saw una buddy movie (a Rock le emparejan con el detective novato Max Minghella) con un ojo puesto en Seven, por lo de investigar asesinatos morbosos, como Morgan Freeman y Brad Pitt investigaban los siete pecados capitales en el clásico de Dave Fincher. Aún así, este Spiral: Saw es clónicamente igual que sus siete entregas predecesoras y tan parecidas a ellas como Zipi lo es de Zape y viceversa.

“¡Eso no me lo repites en una peli de Tarantino!”

Chris Rock no desentona pese a los prejuicios que pueda provocar por su pasado de comedia (aquí donde le ven, es productor ejecutivo de la peli con James Wan y Leigh Whannell), aunque en más de una ocasión parezca creer estar en un Stand Up Show, y Samuel L. Jackson aporta veteranía a la cinta aunque su presencia sea puramente innecesaria. Y los jueguecitos mortales conservan todos los elementos reconocibles de la saga, y a pesar de no inventar la sopa de ajo son la mar de divertidos (sólo faltaría, pues siendo estos la marca de la casa de la franquicia, mal iríamos si así no fuera). Además no escatiman en sangre, lo que es de agradecer en los tiempos tan políticamente papanatas correctos que estamos viviendo.

El problema de Spiral: Saw, ya les digo, es su poca originalidad con respecto al resto de la saga. La peli funciona la mar de bien como cinta policiaca de serie B, pero pincha completamente en su objetivo de renovar la franquicia sawiana, porque cuenta lo mismo de siempre. Si honestamente hay una intención real de renovar la saga, lo que hay que hacer es contratar a un equipo totalmente nuevo, en lugar de a los insulsos guionistas de Saw IX (Jigsaw), Josh Stolberg y Pete Goldfinger, y al poco sorprendente Darren Lynn Bousman, director también de Saw II, Saw III y Saw IV. ¿No dice Quentin Tarantino que le gustaría dirigir un James Bond o un Star Trek para probar cosas nuevas? Pues que le tienten con Saw. Seguro que su propuesta sería una marcianada, pero desde luego, diferente lo sería.

INFORME VENUSVILLE

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