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TEMPLARIO artículo: Salvar al templario Ryan

   

Salvar al templario Ryan

El templario Ryan nos enseña que necesitar más de tres
hachazos para matar a alguien es de templario mariquita

Extracto del pressbook facilitado por DeAPlaneta

 

<Los combates empiezan ya en la página número cuatro del guión de Templario, y no paran hasta llegar a la página final. Uno de los principales objetivos de Jonathan English era crear toda una carnicería con las escenas de acción más cruentas nunca vistas en el género. «Pese al reparto de primera y al trasfondo histórico, lo que quería era hacer una película de acción», explica English. «Una película repleta de combates y de violencia, que fuera un retrato descarnado de la brutalidad de la Alta Edad Media».

   La mayoría de las películas de este tipo daba la espalda a esta recreación sin tapujos de la realidad de la guerra medieval. Pero English ha sido inflexible: su responsabilidad era mostrar una violencia conforme a la realidad de la época. «Son poquísimas las películas que han logrado reflejar cómo es matar a alguien con un hacha», afirma. «Cómo tienes que asestar dos, tres golpes. Cómo uno no muere en el acto, sino de un paro cardiaco provocado por las heridas infligidas por el hacha, por la irremediable pérdida de sangre. Mi intención era mostrar de qué eran capaces esas armas. Es escalofriante el daño que puede provocar en un cuerpo humano un golpe asestado por un arma de 25 kilos a 50 km/h».

 

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El templario Ryan antes de la ofensiva enemiga

 

   «Utilizamos un sistema que consiste en hacer temblar la imagen para dar a las escenas bélicas un toque dinámico, igual que se hizo con Salvar al soldado Ryan; también contamos con un par de cámaras 5D, las mismas que utilizó Michael Bay en Transformers 2. De modo que se superponen varias pinceladas artísticas. Es una película visualmente hermosa.  Lo que va a diferenciar esta película de las demás es que ponemos al protagonista justo en medio de una batalla medieval. El público no presenciará una epopeya histórica, sino que la sentirá en sus carnes».

   Después de haber estudiado las espeluznantes armas que existían en la Inglaterra medieval y las heridas que podían causar, el equipo de efectos especiales equiparan la experiencia a presenciar un accidente de coche. «Esa especie de náusea que sientes cuando ves imágenes de accidentes de coches y compruebas lo patético que se vuelve el cuerpo humano al recibir el impacto de un objeto punzante, pesado y metálico a gran velocidad», describe English. «Es espantoso... de una violencia y brutalidad absolutamente espantosas. En realidad, esto no ha llegado a verse nunca antes en el cine».

 

  "Lo que quería era hacer una película repleta de combates y de violencia, que fuera un retrato descarnado de la brutalidad de la Alta Edad Media"  

 

   Con sus tres batallas a gran escala y su sucesión de refriegas desesperadas, Templario ha brindado al actor principal, James Purefoy, la oportunidad de empuñar un arma de la época, rara vez vista en pantalla. «He trabajado en muchas películas de espadachines, pero nunca antes había manejado una espada tan larga; tuve que recibir una preparación adecuada», explica Purefoy. «Es un arma hermosa, fantástica. De doble filo y de casi un metro setenta de largo».

   El combate con espada larga implica un nuevo enfoque coreográfico condicionado por el peso y dimensiones del arma, y en el que la gracia del ballet se alía a una feroz brutalidad. «Una vez consigues poner a la bestia en movimiento, no te queda otra que aferrarte a ella y dar muchas vueltas», dice Purefoy. «El impulso te arrastra consigo. Hemos realizado pruebas y comprobado que la hoja de una espada larga puede seccionar un brazo de un solo golpe. La llamamos `Florence`, o `Flo`, porque te obliga seguir el flow quieras o no quieras».

 

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El templario Ryan defendiendo su puesto ante la ofensiva enemiga

 

   Purefoy coincide también en que fue una gratificante oportunidad mostrar un tipo de violencia que se desmarca rotundamente del típico baño de sangre gratuito. «Es violento en el sentido de que es real», explica. «Siempre he pensado que si tu intención es mostrar violencia, no debes quedarte a medias. No me va en absoluto la violencia que no tiene el menor efecto sobre las personas de la que son objeto. No soporto esos puñetazos que no dañan a nadie. Un puñetazo duele de verdad. Y prefiero que el espectador, el espectador joven en particular, entienda cuando vea estas cosas que no es algo de lo que puedas recuperarte fácilmente».

   Afortunadamente, nadie sirvió de ejemplo de esa lección durante el rodaje. A pesar de las bolas de fuego, las hachas de guerra y las espadas de metro setenta, ningún actor sufrió una herida grave. Algo que sorprendió (y alivió) a Purefoy. «Es asombroso, pero creo que no llegamos a derramar ni una gota de sangre», comenta. «Bueno, en mi caso, la espada me separaba de los demás. Detrás de una hoja de un metro setenta de espada, no había quien me alcanzara»./>

 

 

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Bueno, en realidad son menos, pero si contamos
los litros de sangre que derrama cada uno da eso

Por Ray Zeta


   

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