THE GREEN HORNET crítica: ¿Quién vacila a los vigilantes?

¿Quién vacila a los vigilantes?

Si creían que Seth Rogen podía ser el Avispón Verde Britt Reid, entonces son ustedes unos putos visionarios

Por Dr. Bishop

<En función de por qué agujero le entre el porro, Michael Gondry puede parir desde pequeñas obras lisérgicas de culto como Olvídate de mí hasta fallidas gansadas nostálgicas tipo Rebobine por favor. Al director, para más señas francés (nadie es perfecto), le da ahora por ironizar sobre el género superheroico, así que mucho ojo con Grondy, que empieza a manipular material muy sensible y respetable bajo vigilancia del inquisitivo Diario de Venusville.

Honestamente, con este proyecto nos temíamos por aquí una deconstrucción postmoderna del magno cine de enmascarados, una especie de croqueta líquida pijo-cinéfila, o una esencia vaporosa de huevos fritos con chorizo de celuloide, todo ello in glorious 3D. Sin embargo en El avispón verde (por suerte nadie más ha tenido la indecencia de traducirlo), si bien hay ciertos atrevimientos formales en superposiciones de planos o particiones de pantalla, el realizador respeta todas y cada una de las convenciones del género, tanto en su tópica estructura argumental como en el cuidado de unas escenas de acción intachables, que por cierto ya querrían para sí engendros más pagados de sí mismos como Daredevil o Ghost Rider (joder, es que sólo mencionarlas ya nos produce escalofríos).

"Es la última vez que me dejo el antifaz en el tendedero"

En realidad la pinícula, adaptación de la serie radiofónica y televisiva homónimas, se limita simplemente a tirar de mucha coña y a distorsionar levemente algunas pautas bastante inamovibles en esta clase de films: por ejemplo no queda demasiado claro porqué coño The Green Hornet y su ayudante Kato deciden salir a patrullar por las calles (¿aburrimiento o mero frikismo?); por qué el renacentista Kato malvive como mayordomo siendo un luchador supremo, pintor a ratos libres e inventor, ingeniero y fabricante total (Da Vinci a su lado es un mierdas); o si este double team es de superhéroes, de supervillanos o directamente de superimbéciles (la pelea entre ambos por celos, alucinantemente estúpida, termina con el invencible Kato abrazado a un cocodrilo flotador para no morir ahogado en una piscina; impresentable vamos).

"Seth Rogen, actor harto nefasto pero que cumple extrañamente bien como protagonista, quizás por interpretar a un anti-héroe odioso, mimado y algo deficiente mental"

Es en estas escenas entre brillantes y embarazosas, donde el director afloja algo la correa y va a su puta bola, cuando el film se gana su propia personalidad (aunque tampoco sea para tirar cohetes, no nos confundamos) y de haber potenciado o más bien desmadrado esta línea quizás estaríamos hablando ahora, disculpen la herejía, de un nuevo Batman. Pero no el de Tim Burton o de Chris Nolan, no, sino la película de Batman de 1966 basada en la serie televisiva.

Referente arqueológico para toda comedia superheroica que se precie, el Batman camp, kitch, o como quieran llamarlo de Adam West sigue siendo hoy en día pura antología del disparate, una batería de bofetadas pop y gags a cual más burro, con tan nulo miedo al ridículo que ríanse ustedes de la irreverencia de Kick-Ass (sí, pensamos en el tiburón raquítico de goma espuma mordiendo atrozmente el pie de Batman). Una lástima pues que The Green Hornet, ya que se metía en terrenos experimentales, le haya puesto sólo medio cojón al tema, porque le pone los dos enteros y repetimos, esta peli nos pasa fácilmente al Olimpo de las Grandes Memeces de Culto.

"Es que el otro cojón se me cayó al enterarme que era bisnieto del Llanero Solitario"

Y más si repasamos su reparto, cuando menos poco convencional: Seth Rogen, actor harto nefasto pero que cumple extrañamente bien como protagonista (quizás por interpretar a un anti-héroe odioso, mimado y algo deficiente mental); Cristhopher Waltz, que como tantos otros tira por la borda el prestigio ganado por el Oscar (al repetir meramente la interpretación de villano simpaticote de Malditos bastardos); y Cameron Díaz en plan descarado de “fui a por trabajo y me comieron lo de abajo”, en una papel escandalosamente alimenticio y decorativo que precipita su carrera hacia donde ha ido apuntando desde hace años, hacia el abismo.

Se ve a la legua que la Díaz (feísima, oyes) no repetiría ni de coña en una hipotética secuela (su papel ya es totalmente prescindible en esta primera película), pero bienvenidas serían nuevas aventuras de este Dúo Dinámico y, siguiendo con la guasa, a poder ser dirigidos por otros directores dados al flipe, como por ejemplo Spike Jonze o David Lynch. Podría salirles una bobada fascinante./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Copas de yate



		Recomendada por Kuato a: el reportero negro y mosesual de *El quinto elemento*, que le insistía histéricamente a Bruce Willis con aquello de “¡Verde, verde, superverde!” (!?). Catorce años después le encontramos al fin un mínimo sentido al grito.

		No recomendada por Kuato a: rellenitos que odien a la tenia fáustica que succionó a medio Alex de la Iglesia y dos tercios de Peter Jackson. Ahora se la ha tragado Seth Rogen.

		Ego-Tour de luxe por: cuando Seth Rogen intenta besar a Cameron Díaz y ésta le esquiva agitando el cuello para atrás, en ese maldito movimiento (tan temido por todo hombre) llamado “La Gran Cobra”.

		Atmósfera turbínea por: la pavorosa aparición sin aviso del ente antes conocido como Edward Furlong (John Connor en *Terminator 2*), treintañero deteriorado en abuela carcamal. Que interprete a un camello con toneladas de drogaína, de nota por su doble sentido.