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SITGES 2014 crónica día 3: Diseños inteligentes

   

Diseños inteligentes

Tercer día de festival: I Origins; The
Guest; The Midnight After; Housebound

Por Chema Pamundi

 

<En Sitges, los factores que acaban influyendo en tu selección de películas son de lo más variado, y a veces poco tienen que ver con el director, los actores o los premios recibidos en Cannes. Un tren que se te escapa puede significar llegar tarde a una sesión y acabar cambiándote todo el cuadre de pases del día para aprovechar mejor el tiempo. Hoy, por ejemplo, yo tenía pensado empezar la mañana en el cine Retiro viendo Homebound y Zombeavers (sabes que hay ya una cierta saturación en el género de muertos vivientes cuando alguien hace una película sobre castores zombies).

   Sin embargo, cuando he llegado al Auditori estaba cayendo tal diluvio que he decidido no moverme de allí al menos hasta la hora de comer, echaran lo que echasen. Eso me ha obligado a tragarme el filme La distancia, pedantería surrealista dirigida por uno de los fundadores del festival de música avanzada Sónar, que tiene como protagonistas a tres enanos que se pasan 80 minutos en una central térmica abandonada hablando entre ellos por telepatía, y de la que no comentaré nada más porque lo que quiero justamente es hacer ver que no ha pasado. Por suerte, una vez pagado dicho peaje, el resto del día he podido ver algo de cine...

 

 

I Origins (Mike Cahill. EE.UU., 2014)

> I ORIGINS ficha, fotos y tráiler

 

   Bueno, pues ya puedo decir oficialmente que Otra Tierra no fue un accidente aislado, y que tras Orígenes Mike Cahill se ha convertido en uno de mis directores favoritos del actual fantástico indie. En circunstancias normales, la confrontación entre ciencia y espiritualidad que propone en sus películas debería parecerme mera propaganda new age, pero Cahill siempre se las ingenia para llegar a conclusiones fascinantes sobre la naturaleza humana. Sus armas suelen ser una honestidad brutal (nunca toma partido ni intenta aleccionar al espectador con sus convicciones; simplemente plantea situaciones preguntándose ¿qué pasaría si...?), un gran talento para construir personajes plenos de matices y riqueza emocional (me da a mí que Cahill, aparte de un muy buen dialoguista, es un fenomenal director de actores), un gusto estético exquisito pero sin caer en esteticismos masturbatorios (la fotografía y música de sus películas ayudan en todo momento a crear el estado de ánimo que requiere la historia), y la valentía necesaria para llevar sus ideas hasta las últimas consecuencias argumentales.

 

"Lástima que ya no podamos contar con Marty Feldman como modelo de ojos"

 

   Orígenes está claramente dividida en dos segmentos. En el primero conocemos a Ian, un estudiante de biología molecular empeñado en demostrar la evolución del ojo humano para refutar de una vez por todas las teorías del diseño inteligente. Ian se topa con Sofi, una muchacha que tiene el iris multicolor, y ambos se enamoran y se ennovian. En el segundo segmento, transcurridos algunos años y tras sufrir una vicisitud personal bastante tremenda, Ian realizará casi por accidente un descubrimiento científico cuyas implicaciones podrían poner patas arriba su visión racionalista del universo.

   Sin la capacidad de sorpresa de Otra Tierra, Cahill ha tenido que dotar a Orígenes de más artificio, pirotecnia y presupuesto para lograr unos resultados similares, y desde ese punto de vista podría parecer una película no tan redonda, en la que la ciencia-ficción especulativa y el drama romántico no están tan bien ensamblados, y que sufre cierto bache en su parte central debido a un par de situaciones algo pasadas de rosca. Aún así, en conjunto plantea al espectador más desafíos intelectuales que el 90% de la ciencia-ficción estrenada en la última década (voy fuerte, sí, ya me doy cuenta). En un momento en que el género fantástico vira cada vez más hacia lo descerebrado, a las películas de Mike Cahill les funcionan de perlas ambos hemisferios. Aún no ha dirigido ninguna obra maestra, pero uno no puede por menos que salivar imaginando lo que este tío sería capaz de hacer con el presupuesto de, digamos, un Prometheus. Estoy convencido de que le llegará el día.

 

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     

 

 

 

The Guest (Adam Wingard. EE.UU., 2014)

> THE GUEST ficha, fotos y tráiler

 

   Pues sí, Adam Wingard ha decidido que se queda a vivir en los 80. Ya lo parecía tras aquella estupenda carta de amor al cine cafre de serie B que era Tú eres el siguiente, y la impresión se confirma con la aún más inclasificable, marciana y lunática The Guest, que hace unos menudillos la mar de apetitosos con los subgéneros de invasión doméstica, psicópatas con piel de cordero y hasta thriller de acción al estilo Jason Bourne. De todos modos, durante la mayor parte del metraje Wingard está demasiado ocupado haciéndonos pasarlo pipa como para preocuparse de en qué género encuadrar su película.  

   Los Peterson (padre, madre y pareja de hijos adolescentes) reciben la visita de David, un soldado que dice haber sido amigo íntimo del hijo mayor de la familia, Caleb, muerto en acto de servicio en Afganistán. Viendo que David es un muchacho de lo más educado y agradable, mamá Peterson le ofrece que se quede unos días con ellos. En un tiempo récord, David logra convertirse en una presencia imprescindible en la casa, ganándoselos a todos. Aún así, tras un par de sucesos sospechosos la hija de la familia empieza a sospechar que David no es tan trigo limpio como parece, y se pone a investigarle. ¡Ay, hubiera sido mejor para todos que se quedase quietecita! Porque cuando se descubra el pastel que oculta el supuesto huésped perfecto, la situación degenerará bien pronto en una masacre de las que hacen época.

 

"¡Ea!, igual de rojito que Ryan Gosling en Sólo Dios perdona"

 

   Una vez más, como en las anteriores películas de Wingard A Horrible Way To Die y Tú eres el siguiente, por debajo del festival de violencia amoral que es The Guest se atisba un análisis con bastante mala leche sobre las mentiras, desconfianzas y roles forzados que se desarrollan en todo núcleo familiar. No sé qué fijación tiene el director con este tema, pero el caso es que le encanta pillar por banda a una familia tipo, hacerla trizas y luego analizar los pedacitos. Las conclusiones a las que llega suelen ser bastante negras.

   De todos modos, The Guest es quizás la película más simple y directa que Wingard haya firmado hasta la fecha. En realidad su sustancia se reduce a un único factor, un único personaje: el invitado del título. Por suerte el tipo se pasa el 90% del tiempo en pantalla, así que no hay de qué preocuparse. El actor que lo interpreta, Dan Stevens, compone uno de esos villanos con los que te irías de vuelta al mundo si te lo pidiera, un encantador de serpientes. David sabe detectar a la primera las debilidades de cada miembro de la familia y metérselo en el bolsillo con un pequeño favor en el momento preciso, una frase bien dicha y un guiño de complicidad. No es de extrañar que en el último tercio de película, cuando ya la trama ha enloquecido por completo y la sangre ha empezado a correr a base de bien, la platea del Auditori en pleno haya batido palmas tomando partido descaradamente por el malo. Luego, claro, cuando el que ha empezado a recibir las hostias ha sido él, todos hemos seguido aplaudiendo, porque ya lo que queríamos era pura fiesta; y es que a veces, cuando estás disfrutando de un verdadero partidazo, te apetece celebrar con igual pasión los goles de los dos equipos...

 

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     

 

 

 

The Midnight After (Fruit Chan. Hong Kong, China, 2014)

> THE MIDNIGHT AFTER ficha, fotos y tráiler

 

   Cada año te topas con ella. Es esa película de la que lees la sinopsis, o ves el tráiler, o a veces te basta con conocer el título, y todas tus alarmas internas se disparan para advertirte que deberías saltártela. Pero no te la saltas, claro que no (“para cojones, los míos”). De hecho te la tragas enterita, eso sí envidiando a cada minuto a los más decididos que tú, que van abandonando la sala en un goteo constante a medida que avanza la proyección. Tú, en cambio, estás demasiado paralizado por el espanto. No puedes moverte, no puedes pedir ayuda, lo único que puedes hacer es seguir mirando la pantalla con cara de buey, presa de la misma fascinación que produce contemplar un incendio o un accidente de tráfico. Es la atracción del abismo.

   Este año, la película en cuestión ha sido The Midnight After (ojo, no digo que no vayan a haber más; el riesgo está siempre presente en Sitges), una matraca hongkonesa que da un nuevo sentido al concepto de "plegar el espacio-tiempo", porque dura dos horas pero parece que son seis. En The Midnight After todo el mundo habla a grito pelado, no hay ni una sola situación que se resuelva apelando a la lógica, los intentos de hacer humor dan lástima y el ritmo es crecientemente enervante. Efectivamente, lo tiene todo. Pumares ha huido de la sala resoplando y agitando los brazos a los treinta minutos de proyección. Éste sí que sabe...

 

"¿Es este el autobús que va a la maratón de Perdidos?"

 

   Y mira que el planteamiento, aunque no sea nada sutil, al menos sí que logra generar cierta intriga: los pasajeros de un minibus nocturno que atraviesa Hong-Kong descubren de repente que, al cruzar un túnel, el resto de habitantes de la ciudad parecen haberse evaporado sin dejar rastro. Por desgracia, ahí es cuando descubres que todos los personajes que van en el minibús son gilipollas (pero no en el buen sentido; no en plan Zombies Party, para entendernos), y una historia que tenía cierto potencial se desperdicia en una interminable retahíla de subtramas gratuitas. Cada vez que parece que la acción va a arrancar sucede algo idiota, como cuando un otaku se pone a cantar íntegramente el playback del “Space Oddity” de Bowie, o como cuando todos los protagonistas deciden de pronto ajusticiar a un violador, en una escena que se alarga mucho más de lo necesario (si es que realmente fuera necesaria, que no lo es ni por asomo). Como guinda del pastelazo, todo el interés de la película pende de la resolución de un misterio que, cuando por fin es revelado, da ganas de gritarle a la pantalla “¡Anda ya a la mierda, hombre!”

   Yo guardaba un cierto buen recuerdo del director Fruit Chang por el malsano episodio Dumplings de la peli Three... Extremes. Más tarde Chan convirtió aquella historia en un largometraje al que ya le sobraba su buen cuartito de hora. Con The Midnight After vuelve a demostrar que para él una película nunca tiene demasiada paja. Un puto dolor de cabeza.

 

 

 
Sentencia Quaid:
Condenada a alforfones
     

 

 

 

Housebound (Gerard Johnstone. Nueva Zelanda, 2014)

> HOUSEBOND ficha, fotos y tráiler

 

   Hacer una buena película de casas encantadas, que antaño era posiblemente la temática de terror más básica y resultona, se ha convertido hoy día en algo complicadísimo, porque la audiencia ya no se conforma con los estereotipos de toda la vida, hay que ofrecer algo más: una puesta en escena fuera de lo común, una explicación original o como mínimo inesperada al fenómeno paranormal, un formato visual novedoso... lo que sea. Housebound se decanta claramente por lo segundo, y aunque no sea la repanocha que algunos críticos benévolos han querido ver, consigue entretener, divertir y hacerte salir del cine sin soltar un solo “pero”. 

   El personaje central de Housebound es Kylie, una ladrona de cajeros automáticos a la que trincan con las manos en la masa y condenan a pasar ocho meses de arresto domiciliario en casa de su madre, con pulsera electrónica en el tobillo, visitas regulares del psicólogo y toda la pesca. Lo que prometían ser treinta semanas de sopor, en una casa que tiene un televisor de los años ochenta y una conexión a internet antediluviana, se animará bastante cuando la muchacha descubra algo que su madre jamás le había contado: en la casa habita un fantasma. Una vez asumido que los golpes que se escuchan por las noches, la comida que desaparece de la despensa, las fluctuaciones eléctricas y las puertas que se abren solas no son obra de los ratones, Kylie se juramenta para resolver el misterio, con la ayuda del segurata encargado de monitorizar su pulsera electrónica, que resulta ser un cazafantasmas aficionado de lo más entusiasta.

 

"Me ve Peter Jackson y fijo que me ficha para Braindead 2"

 

   Otra cosa característica de las pelis de fantasmas es que suelen crearse en base a dos baremos que se contrapesan entre sí: el tono y la trama. El tono es lo que produce miedo, y la trama es lo que da verosimilitud a lo que tratas de contar. Si te decantas mucho por el tono y poco por la trama, el resultado será una película idiota pero que puede espeluznar lo suyo (Paranormal Activity). Si apuestas a saco por la trama en detrimento del tono, te saldrá un filme de lo más coherente pero no asustarás ni al Tato (La guarida). Quizás uno de los títulos que hayan logrado un equilibrio más fino entre ambos parámetros sea el Poltergeist de Tobe Hooper, que asustaba y tenía sentido a partes iguales.

   En el caso de Housebound podríamos decir que la cosa anda en torno a un 30% de tono y un 70% de trama. No es que te haga pasar mucha cagarrina (casi todos sus sobresaltos se concentran en la primera media hora y pierden fuelle a medida que sabes más sobre lo que está pasando), pero funciona de principio a fin como un puñetero reloj. Su inteligente guión nunca se estanca, resuelve todos sus misterios de manera bastante satisfactoria y mezcla con salero el terror gótico, el murder mistery y la comedia de diálogos punzantes. Lo dicho: te asustas un poco, te ríes bastante y al final aplaudes. ¿Qué más quieres?/>

 

 

 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     

 

 

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