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LA CURA DEL BIENESTAR reportaje: El balneario de Volmer Creek

Lea lo que explica Gore Verbinski acerca de La cura del bienestar y no irá nunca a un balneario

FOX. Al embarcarse en La cura del bienestar, Gore Verbinski quería realizar un thriller que tuviese la profundidad, la perspicacia y la fuerza de los clásicos del género que él admiraba, como El resplandor (de Stanley Kubrick [1980]), Amenaza en la sombra (de Nicolas Roeg [1973]) y La semilla del Diablo (de Roman Polanski [1968]). La idea de una cura rápida –aunque sea transitoria e inadecuada–, junto con el malestar de la sociedad y la obsesión de una salud perfecta, eran temas que fascinaban a Verbinski. “Empezamos examinando la idea de un sanatorio en los Alpes, un centro de bienestar que, en realidad, no le devuelve a uno la salud, dice Verbinski, “y todo evolucionó lentamente desde allí. No quedó meridianamente claro que ésta fuera a ser una pieza de género y comenzamos a darle vueltas al concepto de inevitabilidad, con la sensación de que hay una enfermedad, una especie de mancha negra en la radiografía que no desaparecerá”.

Verbinski se sentó con el guionista Justin Haythe (El Llanero Solitario, Revolutionary Road). “Desde hacía algún tiempo, lo que yo tenía rondándome por la cabeza era un producto de varias influencias y preocupaciones, pero que principalmente provenía de una sospecha de la medicina”, dice Haythe, que se inspiró en las obras del escritor alemán Thomas Mann y del psiquiatra Carl Jung. “La película se ocupa realmente de la contaminación de nuestras mentes y cuerpos en el mundo moderno, y de nuestra obsesión por la pureza como consecuencia de ello”.

 

La cura del bienestar: thriller

Tratamiento terapéutico nº 1: baño de anguilas

 

La ‘cura’ del doctor Volmer que salva vidas incluye un ‘agua supuestamente curativa’ del balneario, que él utiliza para su extremadamente original enfoque de la medicina. Hay fascinantes alusiones a balnearios de aguas minerales europeos que hacen hincapié en la limpieza, el rejuvenecimiento y la revitalización. La diseñadora de producción Eve Stewart realizó una investigación de gran alcance en balnearios europeos antes del comienzo de la producción. “Yo investigo mucho mis proyectos. Insisto mucho para llegar hasta el fondo de cómo deben ser las cosas. Vi una piscina de Budapest donde la gente juega al ajedrez en el agua. Me fijé en muchos balnearios, especialmente de Europa Oriental, donde existe un enfoque muy holístico de la vida de sus ciudadanos. Eso era algo que queríamos investigar. ¡Piensan que es bueno que a uno lo rocíen con masas de agua y que se siente sobre sales efervescentes!”

"La idea de una cura rápida, junto con el malestar de la sociedad y la obsesión de una salud perfecta, eran temas que fascinaban a Gore Verbinski"

Según descubrimos, las estrafalarias terapias experimentales del doctor Volmer tienen una orientación muy distinta de las de los baños curativos de los balnearios europeos. El público está precisamente allí acompañando a Lockhart cuando soporta los tratamientos que, supuestamente, curarán su enfermedad. ¿Cuáles son exactamente esos tratamientos? “Sin desvelar demasiado, diré que ¡contienen muchas anguilas! Hay una cámara de privación sensorial; ¡hay un trabajo dental muy intenso! Verdaderamente me torturaron de principio a fin de la película”, dice, entre risas, Dean DeHaan, que se sometió a varias sesiones en un tanque de aislamiento. “El tanque de aislamiento fue una experiencia verdaderamente intensa porque yo permanecía bajo el agua entre 25 y 30 minutos. No llevaba gafas de buceo y tampoco podía ver nada porque la iluminación era débil; además, tenía una pierna escayolada y cables que me mantenían en posición horizontal en el tanque. Al final estaba verdaderamente agotado e hinchado por todo el equipo de submarinismo y la presión del agua. Se suponía que tenía que dar miedo, ¡y lo daba!”

 

La cura del bienestar: thriller

Tratamiento terapéutico nº 2: buceo sin gafas

 

La filmación de las espeluznantes salas de tratamiento de Volmer supuso uno de los mayores retos de la producción y tuvo lugar en platós de los históricos Estudios Babelsberg de Berlín. “El problema del tanque de aislamiento era la presión del agua”, dice la diseñadora de producción de la película, Eve Stewart, “y el impacto que tendría en el vidrio frontal del mismo. Tuvimos que preguntarnos qué espesor debería tener el vidrio. ¿Actuaría como una lente de aumento? ¿Haría que todo pareciese de color verde brillante? ¿Cómo reaccionarían las pinturas con el agua? ¿Se volvería blanco el barniz? La curva de aprendizaje fue empinada”. Stewart también tuvo que asegurarse de que el agua estuviera tibia para que los actores se sintieran cómodos durante la tomas repetidas.

Según Gore Verbinski, no sólo los pacientes experimentan la cura del doctor Volmer. La película es una inmersión tan grande que los miembros del público casi sienten que están soportando el tratamiento junto con el protagonista. “Lo bueno es que estamos cometiendo crímenes con el público”, afirma Verbinski. “Hay un tratamiento al que se está sometiendo Lockhart y observamos lo que le sucede con dicho tratamiento, con los experimentos del sanatorio. Pero la pregunta es: ¿Quién es el paciente? ¿Es Lockhart el paciente o lo es el público? Eso es lo que me fascina de este género; llevamos a la gente a un cuarto oscuro y realizamos con ella un experimento psicológico. Mi intención es analizar al aficionado al cine; yo quería ‘diagnosticar’ al público y, luego, ofrecerle una cura. Y le damos una buena historia que los mantenga involucrados”.

 

LA CURA DEL BIENESTAR. Estreno en Venusville: 24/03/2017

 

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