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X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO crítica: Mutar o morir

   

Mutar o morir

Lobezno viaja al pasado y encuentra al Profesor
X y a Magneto estudiando para la Selectividad

Por Chema Pamundi

 

<Bryan Singer al rescate. La serie de X-Men languidecía tras una tercera entrega decepcionante, una película de Lobezno infumable (la segunda mejoró el nivel) y una precuela que, si bien había funcionado de perlas tanto a nivel de crítica como de taquilla, suponía una mera presentación de personajes a la espera de poder dedicarles una auténtica aventura a gran escala. ¿Y qué mejor para ello que traer de vuelta a la franquicia al "hijo pródigo", al director que había convertido las dos X-Men originales en la primera saga de superhéroes genuinamente adulta de la historia del cine? Singer, que también quería demostrar que no había perdido su "toque" para el género tras el patinazo de Superman Returns, no se hizo de rogar; y así, de pronto, lo que se había iniciado como una "precuelización" entretenida pero a la sombra de otras superproducciones de moda como Iron Man o Los Vengadores, adquirió visos de "película del año". Tras la entrada en juego de Bryan Singer, X-Men: Días del futuro pasado era sin duda LA PELÍCULA de superhéroes que había que ver en el 2014.

   ¿Veredicto del invento? Bueno, por una vez voy a intentar dejar de lado el análisis sesudo y racional para hablar desde mis entrañas de fanboy. Aunque el experimento que supone X-Men: Días del futuro pasado hubiese salido mal (y mira que, a nivel de lógica interna, podría haber implotado por mil y un sitios) no quedaría más remedio que aplaudir la valentía de los guionistas ante tamaño salto mortal sin red. Pero narices, es que encima les ha salido lo que se dice una película redonda. Igual hay más casos, pero desde luego yo no recuerdo ninguno en el que, para salvar una saga fílmica que rallaba cada vez más en las pifias de continuidad y el cabo suelto, se opte no por la solución más fácil ("rebootearla" y a otra cosa), sino por la más alambicada y peliaguda: hacer una quinta película (séptima si incluimos las dos de Lobezno) centrada en los viajes en el tiempo, que no solo ate bien atados todos esos cabos sueltos, sino que los utilice para enriquecer la mitología del universo de los mutantes Marvel, aumentando su "scope" épico-dramático hasta un nivel rara vez alcanzado por ninguna otra película de superhéroes. Ya no es que los X-Men tengan que salvar el jodido mundo, es que tienen que salvar el pasado, el presente y el futuro (¡arrea!).

 

"Esta es la apuesta: el que pierda la partida se queda calvo en el futuro"

 

   Imaginemos el guirigay con el que nos habríamos quedado si X-Men: Primera generación hubiese fracasado en taquilla y se hubiese quedado como la última entrega de la serie: aunque fresca y divertida, era una de las películas con más agujeros de guión de la historia del cine. Allí no cuadraban las edades ni la evolución de algunos personajes (Emma Frost aparecía mucho más mayor que en X-Men Orígenes: Lobezno, teóricamente ambientada décadas más tarde), ni tampoco la fecha de unos cuantos sucesos bastante importantes (el joven Xavier quedaba paralítico al final de la peli, en 1962, cuando en el prólogo de X-Men 3 lo vemos ya maduro y caminando tan pancho). O sea, un desastre. ¿Realmente el guionista Matthew Vaughn (que escribió y dirigió X-Men: Primera generación y que figura también, junto a Simon Kinberg, como autor del guión de X-Men: días del futuro pasado) tenía un plan para hacer que todo eso encajase al final, o simplemente ha ido improvisando sobre la marcha como un fontanero taponando escapes de agua? Ni idea, pero da lo mismo. El resultado obtenido es más que satisfactorio.

   La cinta se basa muy libremente en uno de los arcos argumentales con los que el guionista Chris Claremont y el dibujante John Byrne redefinieron, en solo 40 páginas, el moderno tebeo de superhéroes, pocos años antes del advenimiento de "San Alan Moore" y su Watchmen. Básicamente, en un futuro cercano de aspecto muy similar al infierno radiactivo de películas como Terminator o Matrix, los mutantes han sido declarados criminales (la evolución lógica de sus crecientes tensiones con los humanos, que siempre han sido la metatrama de fondo de todas las películas de los X-Men), y son cazados y exterminados por un ejército de robots asesinos virtualmente indestructibles llamados "Centinelas", que tienen capacidad para replicar y aumentar los poderes de cualquier mutante con el que se cruzan. Las cosas pintan chungas para Xavier, Magneto y compañía, que parecen abocados a contemplar impotentes la extinción de su estirpe. Sin embargo, se les ocurre un plan desesperado (los buenos siempre tienen planes desesperados): enviar a uno de ellos al pasado, a los años 70, para que intente contactar con las versiones jóvenes de los mutantes más poderosos de la Tierra, y les convenza de ayudarle a impedir la cadena de sucesos que llevarán hasta la catastrófica guerra entre homo sapiens y homo superior. O sea, lo de siempre en estos casos, viajar al pasado para cambiar el futuro.

 

  "Aunque el experimento hubiese salido mal no quedaría más remedio que aplaudir la valentía ante tamaño salto mortal sin red, pero narices, es que encima les ha salido una película redonda"  

 

   Sería fácil que X-Men: Días del futuro pasado cayese en el típico bucle de esta clase de películas, en las que a menudo las paradojas temporales acaban dominando la narración por completo. En este caso, no obstante, el problema se evita intentando no dar demasiadas explicaciones bizarras (cualquier seguidor de Marvel intuirá que el pasado y el futuro pertenecen a dos versiones distintas del "multiverso", pero el filme nunca se preocupa por aclarar este punto), y centrándose en vez de eso en armar un sólido thriller de acción, que bebe por igual del género de superhéroes clásicos, del de espías molones rollo James Bond y de la ciencia-ficción futurista (la trama principal se va alternando con escenas en las que vemos a los X-Men del futuro cada vez más cerca de ser aniquilados por los Centinelas). Precisamente ese mix de géneros es lo que da a la cinta una personalidad nueva y refrescante, un faro narrativo hacia el que navegar. Es algo que ya ocurría en X-Men: Primera generación, pero aquí se le saca aún más partido y tiene más mérito.

   La película se sostiene sobre tres ejes, a cual mejor resuelto. El primero es el ritmo, que nunca decae; sabes que la historia, por su propia naturaleza, va a acabar bien, pero Singer lo orquesta todo con la suficiente intensidad como para que la previsibilidad y los tópicos de género queden en segundo plano (o sea, te cuenta lo de siempre, pero te estás divirtiendo tanto que ni te enteras). El segundo eje es la puesta en escena, absolutamente primorosa. La ambientación setentera es estupenda, y los Centinelas, que son por lo que muchos "Marvel zombis" pagarán el precio de la entrada, funcionan a la perfección, con una buenísima adaptación del look que lucen en los cómics (los modelos de los 70 tienen un aspecto similar al de los Centinelas originales, mientras que los Centinelas del futuro recuerdan a Nimrod, el modelo avanzado que apareció algunas décadas más tarde). La película se convierte así en un homenaje a la Silver Age, ese periodo de la historia de los tebeos de superhéroes que comprendió principalmente las décadas de los 60 y 70 y que en el cine suele ser olvidado, en favor de visiones más solemnes (como El caballero oscuro, que bebe directamente de la "Bronze Age" ochentera) o más pulp (los Spider-Man de Raimi o toda la primera mitad de El Capitán América, con sus nazis malísimos).

 

"Prómeteme que de ahora en adelante te pondrás el crecepelo que te he dicho"

 

   El tercer eje sobre el que se sostiene el filme es el fantástico desarrollo de personajes. Vemos a un Xavier lleno de demonios y con muchas más aristas que el de la serie clásica, a un Magneto cuya brújula moral es un puñetero caos (Michael Fassbender no solo lo borda, sino que logra lo que se antojaba imposible: mejorar el Magneto de Ian McKellen), a un Lobezno que siete películas después sigue siendo el mutante más cool de todos (es un personaje tan bueno que no se desgasta), a una Mística que se convierte probablemente en la superheroina más interesante jamás vista en una pantalla (un caramelo de personaje para Jennifer Lawrence; la versión que le tocó interpretar a Rebbeca Romjin en las películas originales no tenía ni la mitad de matices), y a un brillante elenco de secundarios en el que destacan especialmente Peter Dinklage (este tío se sale siempre) como el villano (y enano) Bolivar Trask, creador de los Centinelas, y un socarrón Evan Peters como Mercurio, que no aparece demasiado en pantalla pero deja su impronta protagonizando una ESCENAZA comparable a la entrada de Rondador Nocturno en la Casa Blanca en X-Men 2 (puro espectáculo Marveliano).

   X-Men: Días del futuro pasado triunfa porque lejos de avergonzarse de su material de origen (algo que aún ocurre demasiado a menudo en cierto cine de superhéroes; verbigracia: El hombre de acero), lo hace resaltar y lo convierte en un factor diferencial más. Tiene mérito que una película cuya sinopsis puede resumirse con la frase "Lobezno viaja a los años 70 para matar a un enano" no solo no parezca estúpida, sino que tenga hechuras de gran narrativa épica. Los mutantes siempre fueron los mejores, y ahora han vuelto por todo lo alto./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Venus Hall of Fame
     
     
  Recomendada por Kuato a: quien aún echa de menos a la alineación clásica de la Patrulla-X disfrutará viendo a Coloso, Tormenta o Kitty Pride repartiendo guantazos finos a los Centinelas del futuro.
     
  No recomendada por Kuato a: quien, esperaba que, ya que esta es una película de viajes en el tiempo, los sucesos de la lamentable X-Men 3 quedasen borrados de la saga como si dicha película nunca hubiese existido. No, no llegan tan lejos....
     
 

Ego-Tour de luxe por: el pelazo de Charles Xavier. A ver si en la próxima nos explican cómo se quedó cartón, que ahora mismo es el fleco suelto que más nos preocupa...

     
  Atmósfera turbínea por: a estas alturas empieza a parecer ridículo que sigan manteniendo a los mutantes aislados del resto del universo Marvel. ¿Para cuándo una peli de las Secret Wars o de X-Men Vs. Los Vengadores? Vaaaa, porfaaaa...

 

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