ATTACK THE BLOCK crítica: Super 8 millas

Super 8 millas Renovarse o morir, los Goonies de la nueva era son unos negratas quincorros fumetas de maría Por Víctor Parkas

<“¿Habéis visto Super 8? ¿Y Ocho millas? Pues esto es una mezcla: ¡Super 8 Millas!”. Así fue como el director la presentó en Sitges, y la verdad que el juego de palabras no podía ser más acertado.
 
   El fantástico, amigos lectores, se está reinventando. Para bien o para mal, pero lo está haciendo. De un tiempo a esta parte, los títulos más celebrados son los que utilizan las situaciones inverosímiles como cerco para meter a personajes interesantes y ver cómo actúan e interaccionan. Ya sean los zombies en Walking Dead o, como el caso que nos ocupa, la manida invasión extraterrestre en un entorno cuanto menos… particular.

"Los Goonies no, que no tenían aliens, en todo caso somos los Explorers de la nueva era"

   Imaginen que están ante una versión “¿Qué pasaría si…?” donde E.T. hubiese acabado en una ciudad del extrarradio británico en lugar de en los suburbios de California. Efectivamente: le hubiesen inflado a hostias hasta en el carnet de conducir. Así es como arranca Attack The Block, con un alien que cae del cielo y es apalizado por unos pandilleros del barrio, lo que hace cabrear a sus congéneres espaciales lo suficiente como para bajar a vengarse de los macarras en cuestión.

   Como es de preveer, lo que resulta atractivo de la propuesta es el contexto en el que se sitúa la acción. Aunque por desarrollarse en UK se pueda pensar en la película como localista, los personajes que pululan por ella no andan muy lejos de la fauna que encontramos en parques cerca de nuestra casa, bebiendo litronas y, como decía Brad Pitt en Amor a quemarropa, dándole caña al pulmón. Esto propicia que la empatía que crean con el espectador, por proximidad, sea más grande que la de unos niños bien que juegan a rol y viven en una postal.

   Mose, el líder de la pandilla y máximo responsable de la invasión,  se revela como un protagonista mucho más profundo de lo que parece superficialmente. No por los diálogos, que parecen escritos en su mayoría por un publicista de entidad bancaria, sino por la transformación que padece del inicio al final de la película: comienza siendo un barriobajero al que solo le importa su ombligo para acabar vitoreado como héroe después de asumir sus actos, cumplir con su responsabilidad y, en definitiva, pasar de niñato a hombre en unas horas.

   Aun así, la película es eminentemente coral. Esto ayuda a introducir personajes que actúan como alivio cómico, como un chiste en medio de un genocidio para aliviar tensiones, aunque por otra parte consigue lastrar la película en algunos momentos. Podía haberse aguantado perfectamente contando solo con la pandilla de chicos y con la chica que pasa de víctima de sus tropelías a aliada del grupo contra la fuerza mayor que suponen los alienígenas. El resto (las poligoneras, los críos que quieren ir con los mayores, los camellos…) sobra y en muchos casos molesta.

"¡Corred chicas, o no llegamos al cásting de Yo soy la Juani 2!"

   Pero bueno, basta de análisis sesudos, que esto ya parece una crítica del “Dirigido por”, vamos a hablar de lo realmente importante … ¡los bichos! La verdad es que no se cumplieron mis expectativas en este terreno. Pese a que el primero que cae y al que machacan los pandilleros es un animatronic muy conseguido, cabalgando entre un gremlin encabronizado y un critter con mala hostia, los que le vengan, pese a su tamaño y aspecto fiero (esas mandíbulas…) no acaban de producir todo el mal rollo que la producción requería. El rasgo común que me llamó la atención de ambos es el hecho de que no tengan ojos, así que suponemos que Joe Cornish ha tomado buena nota de la saga Alien. Y es que, amigos, lo que funcionaba hace treinta años sigue funcionando ahora.

   Solo queda decir que no todo el monte es orégano, y pese que la película consigue convencer con nota alta, no dejamos de encontrarnos ante una propuesta de exploitaition. Quizás esto sea lo mejor y lo peor de la película, su arma de doble filo. Se agradece que no se pierda en disquisiciones expositivas y se revele como un divertimento de poco menos de hora y media donde, repito, la mayor baza es ver a garrulos lidiar con una invasión extraterrestre como buenamente puedan./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Copas de yate
		Recomendada por Kuato a: el Jurado del Festival de Sitges de este año, que después de ver el palmarés creo que necesitan revisitarla.
		No recomendada por Kuato a: los que cuando les digan que la peli es de unos chavales de extrarradio se piensen que van a ver Barrio 2.
		Ego-Tour de luxe por: las escabechinas en el ascensor. Ni en Old Boy, oigan.
		Atmósfera turbínea por: Nick Frost, que sólo consigue hacer gracia cuando le dirige Edgar Wright.

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