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CENTURIÓN artículo: Higadillos a la romana

   

Higadillos a la romana

"Sangre, tripas y más sangre". Al lado de Centurión, Braveheart es una peli de sesión matinal infantil

Extracto del pressbook facilitado por Aurum

 

<Neil Marshall se crió en uno de los extremos del muro de Adriano, en Newcastle upon Tyne. Recuerda pasar muchas horas conduciendo por las viejas calzadas romanas que todavía discurren en paralelo al muro. Fue aquí donde el realizador de películas como Dog Soldiers y The Descent empezó a darle vueltas a la idea de elaborar una historia en torno a esta extraordinaria estructura creada por el hombre. “Alguien me contó la leyenda de la 9ª Legión, esa legión romana que marchó hacia las nieblas de Escocia y se desvaneció sin dejar rastro, dejando a su paso un gran misterio”, comenta Marshall. “Esa idea de todo un ejército romano marchando sobre Escocia para desaparecer, evoca de inmediato imágenes de elementos sobrenaturales. Pero lo cierto es que no quería ir por ese camino. Quería averiguar que podría haber pasado en realidad, si de verdad desaparecieron”.

   Marshall imaginó que las legendarias y poderosas tribus conocidas como los pictos podrían haber tendido una emboscada a la legión. Empezó a desarrollar el concepto en torno a esta premisa. Marshall centró la historia en un solo miembro del ejército romano, que podría haber sobrevivido al ataque inicial y tenía que abrirse paso luchando por territorio enemigo para volver a casa.

 

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Neil Marshall: su plato favorito, los sesos e higadillos a la romana sin rebozar

 

   El productor Robert Jones describe Centurión como una película de persecución centrada en los personajes, en la línea de películas como La presa y Apocalypto. Marshall concuerda con él. También ve la película como un homenaje a los clásicos ‘westerns’ de caballería de John Ford, con romanos en lugar de la caballería y pictos en lugar de apaches.

   Una cosa es segura: Centurión es una típica película de Neil Marshall. Eso significa personajes claramente definidos, acción vertiginosa y, en palabras del productor Robert Jones, “Sangre y tripas, más sangre y tripas, y todo regado con otra generosa ración de sangre”.

   La responsabilidad técnica de recrear las muertes y las heridas sufridas en combate recayó en el diseñador de prostéticos Paul Hyett. Hyett quedó encantado al recibir el guión y encontrarlo salpicado de elementos que precisarían de un considerable apoyo por su parte y por parte de su equipo de efectos especiales.

   “Parecía que en todas las escenas había algo de trabajo para mí”, comenta Hyett entre risas. “... Gargantas rajadas, brazos cortados, decapitaciones, cabezas hendidas por la mitad, flechas atravesadas en cuellos, hachas clavadas en cuellos, gente achicharrándose y siendo aplastada, cabezas siendo machacadas. Todo tipo de violencia desatada, la verdad”.

 

  "Gargantas rajadas, brazos cortados, hachas clavadas en cuellos, cabezas siendo machacadas… Empezamos con unos 200 litros de sangre y a mitad de rodaje nos quedaban unos 20"  

 

   Hyett ilustra lo sangrienta que es la película al calcular la cantidad total de sangre falsa que se empleó durante el rodaje. “Empezamos con unos 200 litros de sangre y, a mitad de rodaje, creo que nos quedaban unos 20 o 25 litros”. El uso de bombas que pasaban por extremidades prostéticas o partes de torsos supuso que apenas hubo un día en el que Hyett, su equipo y su “camioneta de la muerte” no estuvieran aparcados junto al plató, cargados de cabezas de mentira, cuerpos quemados y cubos llenos de sangre.

   “Cada vez que salta un chorro de sangre gastas un litro por aquí, un litro por allá, así que, después de echar un vistazo a la sangre, pienso: ‘Dios mío, ahí van unas 500 libras en sangre’”, comenta Hyett. “Pero sabía que iba a ser una ‘película bélica de Neil Marshall’, así que iba a haber sangre a borbotones”. Marshall admite que no se corta lo más mínimo cuando se trata de derramar sangre en pantalla y, sobre todo, comenta, cuando se trata de gente liándose a tajos unos con otros. “Me dije, vamos a representarlo como probablemente fuera, que es algo brutal y desagradable”, explica.

   Marshall tenía además sumo interés en que todas las secuencias de acción fueran lo más realistas posibles y, lo que es más importante, que el reparto se mostrara cómodo y con una habilidad natural en el manejo de ese armamento arcaico.

   “Ese tipo de cosas son vitales siempre que trabajo en una película así”, explica. “Si alguien va a coger un arma en una película, tendrá que saber cómo usarla, o parecer que sabe usarla, como si fuera una extensión de sí mismo. Esos soldados se criaron con esas armas, así que no puede parecer que las empuñaron ayer por primera vez”.

 

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"Bueno, también me gustan las criadillas en salsa roja"

 

   Marshall dejó muy claro a los actores durante el proceso de selección que se trataría de un trabajo física y mentalmente agotador para todos los implicados. El equipo de especialistas dirigido por el veterano coordinador de especialistas Paul Herbert sometió al reparto a una intensa preparación física como preparativo para todas las grandes secuencias de lucha, que se ensayaron constantemente antes del rodaje para ahorrar tiempo durante el mismo.

   “En este trabajo no hay un segundo para respirar”, comenta. “Estamos continuamente rodando escenas de acción y, al mismo tiempo, ensayando las escenas del día siguiente”, explica Herbert.

   Para recrear las batallas, Marshall echó mano de batallas romanas de algunas de las grandes producciones de Hollywood en busca de inspiración. “Me fijé en Espartaco, con los troncos rodantes”, comenta. “Pensé: ‘bueno, no podemos lanzar troncos rodando, porque estamos en mitad de un bosque, pero, ¿qué tal grandes bolas de fuego que caigan rodando, hagan pedazos las líneas romanas y proporcionen una ventaja? Entonces podrían enviar a sus tropas de asalto y hacer trizas a los romanos’. La mayor parte de ello no está sacado de ningún tipo de táctica típica de los pictos. Tan sólo me planteé: ‘si yo fuera picto, ¿cómo vencería aquí a los romanos?’”.

   En el papel del general Virilio, a Dominic West le tocaba sufrir la acometida de los pictos. “Tiene un aspecto realmente impresionante. Caen rodando bolas de fuego sobre la falange que forma en torno a mí y mi caballo. Es una pasada de escena. Teníamos veteranos en el equipo de especialistas que habían trabajado en Gladiator, y dijeron que este combate era más complejo. Me hizo sentir como Russell Crowe”, comenta entre risas./>

 

 

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Neil Marshall, centurión de las legiones venusvilleras

 

 

   

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