DEVOTION. UNA HISTORIA DE HÉROES crítica: Top Gun Vintage

**Cinta bélica de aviación con pilotos molones pre Top Gun por estar ambientada en los años 50**

Chupas de cuero molonas, gafas de sol molonas, aviones de combate Skyhawks molones, y pilotos norteamericanos aún más molones. ¿Estamos hablando de Top Gun o de Top Gun: Maverick? Casi, porque la historia de Devotion. Una historia de héroes no acontece en los 80 o en los 2020, sino en 1950, así que podríamos decir que es una especie de "Top Gun Vintage". ¿O se trata de la versión aérea de Hombres de honor? Porque Hombres de honor contaba la historia del primer buzo afroamericano de la Marina de los Estados Unidos, y Devotion. Una historia de héroes cuenta la del primer aviador de combate afroamericano de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, y ambas acontecen en la misma época…

Dejémoslo en que es un mix de ambas, de Hombres de honor por explicar el acoso y mobbing que sufrieron los primeros soldados negros de la Historia de la Armada estadounidense que optaban a oficiales, en la subtrama protagonizada por Jonathan Majors, y de Top Gun: Maverick por tratarse de pilotos aéreos de combate. Incluso sale Glen Powell como co-protagonista, adiestrado como piloto de aviación por el mismo Tom Cruise en Top Gun: Maverick, por lo que la habilidad, destreza y pericia a la hora de volar y bombardear objetivos está más que asegurada. ¿Cómo no va a estarlo, habiendo sido entrenado por el mismísimo Capitán Pete “Maverick” Mitchell?

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Eso es Devotion. Una historia de héroes, una cinta bélica que combina la denuncia por el trato xenófobo existente anteriormente en el ejército, la camaradería entre soldados, sus historias familiares, y los episodios bélicos acontecidos durante los primeros años de la Guerra Fría, con las ofensivas de la aviación norteamericana en la Guerra de Corea (Corea del Norte + China + Rusia VS. Corea del Sur + Estados Unidos) como punto álgido de la peli. Algo así como Memphis Belle, pero más blockbuster, más ambiciosa, más épica, más familiar, con más episodios de relleno, lo que la hace más larga, y tocando más notas.

“Devotion. Una historia de héroes es algo así como Memphis Belle, pero más blockbuster, más ambiciosa, más épica, más familiar y con más episodios de relleno”

Una película que pese a su corrección, su pulcritud, su honestidad, y sus buenas intenciones, no acaba de saber encajar todos los temas de la mejor manera. A algunos de ellos se les da una importancia desproporcionada (la subtrama familiar de Jonathan Majors), a otros se les echa en falta (algo más de adiestramiento que un simple aterrizaje en un portaviones), algunos episodios de relleno son demasiado largos (el permiso en Niza), y algunos importantes, como el mobbing sufrido por Jonathan Majors por su condición de afroamericano, a diferencia de Hombres de honor, se apuntan más que se muestran.

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Sin duda que a los guionistas Jake Crane y Jonathan Stewart, y al director J.D. Dillard, les ha pesado estar contando una historia real, la del piloto Jesse LeRoy Brown, primer aviador naval afroamericano en la Armada de los Estados Unidos, condecorado con la medalla Corazón Púrpura a título póstumo, y han querido ser tan respetuosos con el material de partida, que no han querido facturar sólo una peliculita de aviones. Una lástima, porque las escenas de combates aéreos son de largo lo mejor del film. Así que si J.D. Dillard hubiera metido la tijera donde debía, y hubiera potenciado la parte bélica en un modo más estándar (presentación, adiestramiento, combate), otro gallo le cantaría a la peli.

Nos quedamos pues con la sensación de que Devotion. Una historia de héroes podría ser mejor de lo que es por querer abarcar más de lo que puede, con grandes, espectaculares y épicas partes, pero irregular en su conjunto al no centrarse más de lleno en una sola línea, y no darle más importancia a la parte bélica de aviación (ya sea por potenciar ésta o por recortar el resto), que no nos engañemos, es el gancho comercial de la peli y lo que busca ver el espectador. ¿Iríamos a ver la película si Jesse LeRoy Brown no hubiera sido piloto de aviación de combate? Pues menos familia, menos Liz Taylor, y más combates aéreos, ¡coño! Suerte que siempre nos quedará Top Gun: Maverick.

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