Categorías

EL IRLANDÉS crítica: No es país para gangsters viejos

El irlandés, la peli definitiva de gangsters de Martin Scorsese con su banda al completo

CHEMA PAMUNDI

Uno termina de ver El irlandés con el cuerpo raro, no exactamente decepcionado pero sí dominado por una indiferencia que no se esperaba. Quizás Martin Scorsese haya perdido cierto fuego interior con la edad. Quizás nosotros hayamos cambiado nuestros intereses. Quizás lo que haya envejecido regular sean esas historias reales de mafiosos guays que a él tanto le siguen gustando; y hago hincapié en lo de “reales” porque es relevante: sus pelis de gangsters, por mucho que tengan de tragedias shakespearianas modernas, nunca son obras de pura ficción, sino que adaptan de manera bastante fiel a personajes que existieron de verdad; con lo cual, la mirada carismática y cómplice del director hacia ellos tiene algo de romanticismo perverso, de admiración, de querer formar parte del club. Scorsese lleva décadas educándonos en el meme cultural de que el crimen organizado tiene un punto molón.

El caso es que, por mucho que se argumente que El irlandés forma parte de la misma tradición narrativa que Uno de los nuestros y Casino (también que Gangs of New York, aunque de esta nos acordamos menos), al verla es difícil abstraerse a la incómoda sensación de estar asistiendo, de pronto, a cierto ejercicio de glorificación de una panda de asesinos y corruptos, de normalización y blanqueo de la masculinidad tóxica, el pollaviejismo ultraconservador y un montón de otras cosas que en los 90 no nos molestaban porque ni siquiera nos las planteábamos, pero que ahora parecen fuera de tiesto, se ven feas. Es complicado disfrutar con una película en la que el único personaje femenino que parece interesar a Scorsese pronuncia seis palabras en tres horas y media.

 

EL IRLANDÉS

"Esperemos que con ésta nos perdonen por Asesinato justo"

 

Sin embargo, si las cosas que nos cuenta Martin Scorsese se ven feas, también es en parte porque nos parecen auténticas y plausibles. Lo que acaba indultando al director es que nunca ha ocultado la cara chunga de sus personajes (recordemos, en Uno de los nuestros, los arrebatos de violencia psicótica de Joe Pesci). El irlandés ha sido criticada por la sensación de “valle inquietante” que produce en numerosos espectadores la digitalización de las caras de los actores para hacerles parecer más jóvenes, pero aquí tenemos otro valle no menos inquietante a nivel moral: la cinta nos sienta como una patada en el estómago porque refleja una sociedad que es tal cual así.

Lo que se nos cuenta en El irlandés es sobre todo la historia del ascenso y caída de Frank Sheeran (detallada por él mismo a base de flashbacks desde su retiro en una residencia de ancianos, ya octogenario y parcialmente gagá). Sheeran, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que al parecer se dejó los escrúpulos olvidados en los campos de batalla europeos, empezó a despuntar a finales de los 50 en Philadelphia como contrabandista, asesino a sueldo, más tarde guardaespaldas personal de Jimmy Hoffa (hay que ver lo que les fascina Hoffa a los yanquis, y lo que nos aburre al resto), y así llegó hasta la cúpula de las grandes organizaciones mafiosas que, presuntamente, controlaban Estados Unidos desde la sombra. Según las tesis de la película (que dan por buenos los recuerdos y las declaraciones de Sheeran), el crimen organizado estuvo metido en lo de Kennedy (tanto su elección como su asesinato), en la crisis de Bahía de Cochinos, y no colaboró a poner un hombre en la Luna porque se conoce que allí no hay casinos que controlar.

El irlandés es uno de los títulos más inteligentes de la carrera de Scorsese, aunque eso signifique, me temo, que no está entre los 10 mejores (lo cual, si lo piensas, es todo un halago a una filmografía con una cantidad de obras maestras fuera de lo común). Es inteligente porque adopta un tono reposado, contemplativo y sin efectismos, que le calza como un guante a la historia de un tipo que, al final de su vida, reflexiona sobre todo lo que ha hecho y se plantea si ha tenido sentido; y no está entre sus diez mejores títulos porque Scorsese no ha sabido condensar partes de la historia que lo necesitaban (209 minutos dura la cosa) y porque la función se acaba pareciendo demasiado a lo que realmente es: un jubilado un poco chapas explicándote su mili.

 

EL IRLANDÉS

"Hemos de convencer a Martin Scorsese para que dirija Heat 2"

 

Robert De Niro y Joe Pesci están en su salsa, igual que casi siempre. Pesci como la encarnación del mal que no se cuestiona nada en absoluto (sigue sin haber en Hollywood un tipo que parezca más amenazador siendo tan pequeño) y De Niro como el soldado fiel que obedece sin chistar a todo lo que le ordenan porque no ha aprendido a vivir de otra forma, pero que por dentro es muy consciente del monstruo en que se va convirtiendo. Es el tipo de papel que De Niro lleva décadas bordando con una credibilidad despampanante (ese gesto tan suyo de mirar hacia un lado, asentir con la cabeza y hacer una leve mueca mientras su interlocutor le habla...). Al Pacino se esfuerza igual pero brilla algo menos: su Jimmy Hoffa cae en algunas escenas clave en un histrionismo demasiado previsible, demasiado “Al Pacino haciendo las cosas que hace Al Pacino”. Harvey Keitel y el resto del reparto masculino cumplen con solvencia, aunque muchos de sus personajes apenas sean pinceladas.

Aún así, la interpretación más impactante corre a cargo de Anna Paquin, que encarna a Peggy Sheeran, la hija del protagonista. Apenas abre la boca (seis palabras, ya digo), y muchas veces se comporta como un mero fantasma, pero sus silencios estupefactos ante el comportamiento de su padre son un recurso dramático potente. En cada una de sus escenas, su presencia llama la atención, es el elefante en la habitación. Scorsese parece utilizarla como símbolo de la invisibilización y objetificación de las mujeres en un mundo de machirulos ensimismados unos con otros (si las toleran es sólo porque no les gusta follar entre ellos), pero también como una especie de voz de la conciencia, como un testigo ineludible e inmisericorde que juzga y condena a los malvados que se lucran con el sufrimiento ajeno. Paquin tiene poquísimo material con el que trabajar, pero está perfecta.

Y luego tenemos lo del CGI, los personajes que han sido rejuvenecidos digitalmente durante buena parte del metraje, para dar verosimilitud a una historia que se desarrolla a lo largo de medio siglo. Sobre esto hay que decir dos cosas. La primera es que se trata de un efecto que, aún estando bien hecho, distrae y te saca de la historia hasta que los ojos se te acostumbran (a mí me costó una media hora). A día de hoy aún se encuentra en cierto limbo en el que convence pero al mismo tiempo molesta, y cuando revisemos la película dentro de diez años es probable que digamos directamente “¡Cómo se notaba el truco, joder!”

 

EL IRLANDÉS

"Aún gracias que Martin no ha puesto a DiCaprio como nosotros mismos de jóvenes"

 

Quizás contratar a actores diferentes para interpretar a las versiones jóvenes de los protagonistas hubiese sido una solución más conservadora pero más sabia. La segunda consideración sobre esto, es que no deja de ser irónico que Martin Scorsese se haya tirado los últimos meses rajando a saco del cine de superhéroes y efectos especiales (de manera tan gratuita como patosa), y a la hora de la verdad acabe recurriendo a una tecnología que hoy no tendríamos si no fuera, justo, gracias a ese tipo de cine que él denosta. Bueno, en el ridículo que ha hecho con sus declaraciones tiene la penitencia.

El irlandés resulta, en conjunto, complicada de analizar, porque sus propios hallazgos, su falta de efectismos, su desnudez y su honestidad discursiva la convierten a la vez en un ejercicio ligeramente aburrido de contemplar, un puntito televisivo, con mucha pausa y largas escenas de diálogos algo desangelados sobre politiqueo mafioso, filmadas con la cámara fija o con simples sucesiones de primeros planos. ¿Recuerdan por ejemplo aquel maravilloso plano secuencia de steadycam de Uno de los nuestros, que seguía a los protagonistas entrando en el Copacabana? Pues aquí no hay ni rastro de eso.

No, El irlandés no te enamora a primera vista, ni te deja con ganas de repetir inmediatamente después de haberla visto, se trata más bien de una obra que valoras, justificas y disfrutas usando la parte racional del cerebro, por su estudio de personajes nada complaciente y por sus astutas reflexiones sobre la decadencia vital y sobre cómo el tiempo machaca todo lo que le pongas por delante (todos nos volvemos patéticos cuando vamos a morir; sean cuales hayan sido nuestros logros y nuestros pecados, dejan de tener importancia, pero a la vez somos más humanos que nunca); y, por supuesto, también la disfrutas por la oportunidad de ver despedirse como merece a una generación irrepetible de actores y a una manera de hacer cine que quien sabe si volveremos a ver.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

Recomendada por Kuato a: quien quiera volver a ver a la banda reunida una última vez.

No recomendada por Kuato a: quien haya desarrollado anticuerpos hacia el concepto de “Scorsese y sus colegas han hecho una peli de tipos duros”, o sencillamente ya no conecte con su cine a nivel generacional.

Ego-Tour de luxe por: esos cojonudos eufemismos mafiosos para referirse al asesinato. “Escuché que pintas casas”. “Sí, también me dedico a la carpintería”.

Atmósfera turbinea por: que Scorsese critique tanto las macrosagas cinematográficas monotema, cuando de hecho su fijación con los gangsters se parece bastante a eso.

 

Facebooktwittermail

1 Respuesta

  1. And the oscar shoud go to.... JOE PESCI pol "Illandés"!

Agregar comentario