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EL LIBRO DE ELI crítica: Un negro contra el peligro

   

Un negro contra el peligro

El primer héroe post-apocalíptico negro de la historia del cine. ¿Será "Hermanos Hugues" un pseudónimo de Spike Lee?

Por Cornelius

 

   <Una de las valoraciones o mejor dicho “Sentencia Quaid” que disponemos en Venusville para calificar las películas es el “Dos caras Harvey”. Ésta la aplicamos cuando la película es un ni fu ni fa, ni buena ni mala… regular, pero es una sentencia especialmente adecuada cuando la película utiliza tonos o intenciones o en ocasiones géneros contrapuestos y el resultado acaba siendo una mayonesa cortada.

   Abierto hasta el amanecer (sí, la peli de los vampiros chicanos) puede entrarle al espectador como una genialidad o, me temo que en otros muchos casos, como una auténtica patraña o travesura hijaputa. En Molin Rouge el tono videoclipero  puede atragantar  la digestión a algún estomago sensible a la mezcla de tonos, pero en la mayoría de casos funciona. Pero es que en El libro de Eli, los hermanos Hughes se toman la licencia de colarnos su polla negra por el agujerito del culo cuando nos habían hecho creer que solo hacían misioneros el sábado noche y con la luz apagada.

   Y no, no llegan a mezclar géneros como en Abierto hasta el amanecer pero van intercalando unas subidas y bajadas de tono tan desacertadas que te descoyuntan la libido tanto como si tu novia te la chupara con una careta  de látex con la cara de tu madre.

 

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"Yo no tengo madre, puedes chupármela todo lo que quieras"

 

   La escena donde se hace más patente es cuando (qué manera de destrozarse la profesión, por Dios) los protagonistas se encuentran resguardados en la casita de unos adorables abuelos caníbales y se tirotean con los malos que están en el exterior incurriendo en un carnaval  de gags, despropósitos y demostración del mal uso de la cámara, que dejan la película, en apenas dos minutos, como escogida para el futuro Día mundial del sacrificio de registros digitales.

   El principio narrativo de cámara subjetiva en el que la cámara debe permanecer pegada al punto de vista de los personajes para que el espectador se identifique con los mismos y se mantenga la tensión narrativa, se dilapida con una dirección gamberra en la que, cámara al hombro, nos pasean en correrías de por lo menos 970 grados donde vemos los cogotes de los malos y la entrepierna de los protas como si en una fiesta donde bailan Paquito el chocolatero, el tonto del pueblo hiciera un video con un iPhone dando más vueltas que una peonza. Todo ello para ofrecernos un tiroteo que quiere ser de western, pero con lanzacohetes y metralletas del calibre de las pollas de los hermanos Hughes. Y aún no hemos empezado la crítica.

 

  "Los hermanos Hughes se toman la licencia de colarnos su polla negra por el agujerito del culo cuando nos habían hecho creer que solo hacían misioneros con la luz apagada"  

 

    La justificación de por qué pasados treinta años del Apocalipsis atómico los recursos industriales como la munición y el combustible son de uso común y la estructura social del poblado,  donde está ambientado el grueso de la película, están obviadas caprichosamente para conseguir el efectismo de western y moverse en ese género para sentirse seguros en una sociedad del futuro, que de otra forma, no les convendría  o no tendrían  cojones de haberla inventado.

   Dicho de otra forma, si no hay policía, si no hay gobierno, si no hay Sheriff, si no hay sueldos, si no hay autoridad religiosa ni moral, ¿por qué el poblado tiene una estructura jerárquica típica de western? Alguien podría llamarme purista, pero cuando incurres en pegotes como éste, lo que consigues es despreciar la opción de crear un planteamiento original y consecuentemente  provocar que tu película caiga al inabarcable pozo del olvido.

 

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"¿Para qué va a ponerle una careta de látex a la pobre chica teniéndome a mí?"

 

   Continuando con el guión, cabe mencionar que los hermanos Hughes manejan con asiduidad el recurso narrativo del dato oculto que pondría de moda Heminway en la novela corta“Los asesinos”en ejemplos mínimos como no contar cuál es el libro que Gary Oldman ansía, o por qué Denzel anuncia que viaja al oeste, o por qué los “ciudadanos” llevan gafas de sol… Pero incurren en el desacierto de, en el caso de las gafas, tener que contártelo cuando el espectador no lo necesita; en el caso del libro, por ser muy previsible; y en el caso de las motivaciones de Denzel, desvelarlo con una justificación tan subidita de tono como una revista del Mas Allá dentro del cajón de cuentos que había en mi guardería  allá por los setenta, cuando la gracia de este recurso es no contarlo en ningún momento y que el espectador pueda imaginarlo a partir del desarrollo mismo de los hechos.

   Cuando Tarantino convierte una escena de lucha en un número de ballet queda bien porque todo tiene una unidad narrativa: los diálogos son excéntricos, la ropa es bizarra, el argumento es peregrino y, entonces, un ballet con katanas y volcanes de sangre queda bien. Pero cuando vas de serio, en algunas ocasiones muy pretencioso, entonces filmas en la sombra un combate-ballet  entre un machete exterminador y una motosierra, y queda como un pegote, como una salida de tono. Y así podríamos continuar con otras escenas de videoclip y otras excesivamente  dramáticas… Vaya, una caca pinchada en un palo./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
 
Recomendada por Kuato a:
fans de Gary Oldman.
     
 
No recomendada por Kuato a:
los que no soporten películas fallidas.
     
 
Ego-Tour de luxe por:
ideas acertadas de guión como la sorpresa final con el libro de Eli.
     
 

Atmósfera turbínea por: la tramposa segunda sorpresa final que no se la cuelas ni a un espectador ciego.

 

 

   

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