EL MEDIADOR crítica: Abuelo made in FBIain

Thriller de Liam Neeson en el que igual viste a su nieta de princesita que dispara una Glock 17

Con el paso de los años, Liam Neeson ha pasado de ser un reputado actor británico que combinaba montajes teatrales shakesperianos con películas aclamadas por la crítica como La lista de Schindler, Nell o Michael Collins, y de triunfar en películas comerciales taquilleras como Star Wars: La amenaza fantasma, El reino de los cielos o Batman Begins, a convertirse en el rey de la acción de serie B, el puto amo de los videoclubs de extrarradio, el héroe de los ninis en chándal que fuman porros en la plaza del barrio a las cinco de la tarde, los nostálgicos del Charles Bronson más ochentero, y el top de las ventas de pelis en gasolineras.

Y no nos referimos a las pelis de acción de la trilogía Venganza o a las dirigidas por Jaume Collet-Serra como Sin identidad, Non-Stop (Sin escalas) o El pasajero, pues estos títulos lucen en su filmografía tan bien como empresas líderes de sector en un currículum, sino que nos referimos a los productos policíacos alimenticios de serie B (siendo generosos) como Caminando entre las tumbas, Venganza bajo cero, Un ladrón honesto, El protector, The Ice Road, y la media docena de títulos que tiene en preproducción, para hacer parecer una superproducción el Walker Texas Ranger de Chuck Norris.

"¿Lo ves? Hubo un tiempo en que trabajaba con Spielberg, Scorsese y Ridley Scott"

Como habrán imaginado, El mediador se encuentra en esta línea para no desentonar en su reciente filmografía (si acaso, la peli que desentona en ella es Silencio), al mostrarse como un producto policíaco facilón mil veces visto, en la que nuestro Qui-Gon Jinn interpreta a un agente del FBI encargado de limpiar los marrones de la agencia que, oh gran alarde de originalidad, descubre que su jefe es corrupto y dirige una unidad ilegal. ¿La novedad? Que en esta ocasión, la trama policíaca se combina con una trama personal en la que Neeson quiere ser un abuelo ejemplar, mejor incluso que Paco Martínez Soria en Abuelo made in Spain.

“El mediador se muestra como un producto policíaco facilón mil veces visto”

Así que prepárense para ver a Liam Neeson en su faceta más paternal, mimando a su nietecita como si fuera el abuelo del anuncio de los caramelos Werther’s Original. Podría haber sido un abuelo como el papá que interpreta Nicolas Cage en Kick Ass, regalándole a su hijita un juego de navajas voladoras por su cumpleaños, pero no, en vez de eso para disgusto nuestro, se pasa la peli llamándola “cariñito”, vistiéndola de princesa Disney, regalándole la Barbie Cenicienta (¿existe?), jugando a las casitas, a las cocinitas y a las barriguitas, y otras muchas prácticas que harían vomitar a Bart Simpson, entre secuencia de acción y secuencia de acción.

"Si no te comes toda la verdura, llamo a Jar Jar Binks"

Una persecución automovilística, un par de peleas, algunos tiros aquí y allá, y un tiroteo final con alguna explosión en el que Liam Neeson está en inferioridad numérica, es el balance (suerte que gracias a la trilogía Venganza está acostumbrado a pasarse por la piedra a bandas enteras de albanokosovares bestiajos sin siquiera despeinarse). Balance correcto para una producción de acción de estas características, pero que se queda altamente corto si lo comparamos con sagas como la de John Wick o la recién iniciada Nadie. Al lado de éstas, El mediador parece más un capítulo televisivo alargado, que un producto con vocación cinematográfica.

El mediador es por todo ello la película perfecta para visionar por televisión a la hora de la siesta, para echar una cabezadita entre tiro y tiro, o en un viaje de larga distancia en autocar para que nos ayude a conciliar el sueño tras un par de cientos de kilómetros en la autopista. Exactamente igual que los títulos citados que conforman su filmografía de acción de serie B. Esperemos que el inminente Marlowe de Neil Jordan rompa esta dinámica y sitúe a Neeson de nuevo en los altares de la serie A, como hicieron Silencio y Viudas, aunque no sea más que flor de un día y después regrese por sus fueros para seguir siendo el puto amo de las pelis de videoclubs, kioscos y gasolineras.

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