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EL MÉDICO crítica: El señor de las autopsias

   

El señor de las autopsias

Aventuras y desventuras de un joven aprendiz
de médico que inventó el Erasmus en el s. XI

Por Sapo

 

<Llevar a la gran pantalla la adaptación de un libro de éxito siempre comporta riesgos. Pero si el libro es el famoso best-seller “El médico” de Noah Gordon (1986), el riesgo es aún mayor porque, como mucha gente lo habrá leído, más gente podrá decir aquel tópico de “el libro era mejor que la película”. Seguramente con esta película dicho tópico estaría en lo cierto, pero nadie podrá afirmar que el resultado cinematográfico del proyecto desentone, pues se trata de un producto más que digno. Otra cuestión es si la película, por sí misma, alcanza el nivel de excelencia que pretendía.

   Aunque la historia que cuenta la película sea en gran medida conocida, no estará de más apuntar que narra las aventuras de un joven inglés del siglo XI, Robert Cole, que queda impactado por la muerte der su madre por una enfermedad repentina e incurable por la pésima atención médica de la época. Luego, su firme determinación para intentar remediar las carencias sanitarias de su entorno, le llevará finalmente a Persia para estudiar los conocimientos médicos más avanzados de Oriente que enseña el maestro judío Ibn Sina. Y durante todo ese periplo el joven se verá envuelto en múltiples aventuras.

 

"Como aquí no me como un rosco me voy de Erasmus, que me han dicho que se liga mucho"

 

   Ciertamente el filme empieza con un buen tono cuando la acción ocurre en las cuencas mineras inglesas, siguiendo las tribulaciones del protagonista al lado de uno de esos barberos charlatanes que se encargaban de mitigar mínimamente las dolencias del populacho. Vemos cómo se va forjando su amistad mientras se suceden momentos cómicos y escenas sanitarias mareantes. La película nos ofrece un sugerente menú de muela arrancada, dedo amputado y, para mi disgusto, el plato más asqueroso, hemorroide cauterizada al rojo vivo. ¡En horas actuales de recortes en Sanidad, esto da que pensar!

 

  "La película nos ofrece un sugerente menú de muela arrancada, dedo amputado y el plato más asqueroso, hemorroide cauterizada al rojo vivo"  

 

   Sin embargo, cuando la acción se traslada a Oriente, la película empieza a languidecer. Es verdad que las aventuras que vive allí el protagonista son más fantásticas, algunas quizás demasiado para una historia de corte realista, pero el ritmo decae demasiado, bastantes diálogos sobran y la trama paralela de la historia de amor no aporta casi nada. En definitiva, se podrían haber ahorrado algunos de los excesivos 150 minutos que dura. Además, esa parte de la película recuerda mucho a Ágora, de Alejandro Amenábar, con la confrontación entre fanatismo religioso y avance científico y con la Hypatia de Rachel Weizs transmutada en el Ibn Sina de Ben Kingsley. Claramente, hemos salido perdiendo.

 

"Era cierto, es la quinta guiri que me paso por la piedra en lo que va de trimestre"

 

   Por suerte la fotografía de los paisajes y la composición de los actores mantienen la solidez durante todo el metraje. Cabe destacar la gran interpretación del joven Tom Payne al frente del reparto, aunque también mencionar el eslabón interpretativo más débil en la actuación de  Emma Rigby como la joven amada por el protagonista. Una simple cara bonita con exceso de mofletes y carnalidad en los labios que habla a base de mohines. Francamente empalagosa.

   De todas formas, durante esa parte de la trama hay algunos aspectos interesantes. El primero es que se observa que durante siglos la sabiduría descansó en las tradiciones del pueblo judío. Una verdad como un templo y más si el autor de la novela es también judío. El segundo es que muchos siglos antes de las páginas web de contactos ya se las arreglaban para montar citas a ciegas entre una belleza sefardita de la península Ibérica y un acaudalado comerciante judío de Persia. La comunicación era más lenta pero la intención era la misma. Y el tercero es que las armas de destrucción masiva que George Bush nunca encontró en Irak ya las habían gastado en la Edad Media. Un simple individuo infectado de peste bubónica bastaba para aniquilar una ciudad. Curiosamente, la breve escena final de la película, de nuevo en Inglaterrra, vuelve a recuperar el pulso para cerrar en lo más alto. Es como si el sopor del clima de Oriente hubiera afectado tanto al guionista como al director a los que aconsejaría dedicarse a proyectos ubicados en latitudes siempre frescas./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
 
Recomendada por Kuato a:
los que añoran las grandes epopeyas del cine de antaño.
     
 

No recomendada por Kuato a: los que requieren que las películas de aventuras mantengan un ritmo trepidante.

     
 
Ego-Tour de luxe por:
excelente recreación de los ambientes medievales.
     
 

Atmósfera turbínea por: la poca credibilidad el personaje del Sah, encarnado por Olivier Martínez, un híbrido entre Sandokan y el Cid Campeador.

 

 

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