EL REHÉN crítica: Espías a todo ritmo

Espías a lo Homeland con Jon Hamm y Rosamund Pike haciendo de Brody y Carrie en El rehén

Los conflictos bélicos han sido tradicionalmente pasto jugoso para la industria de Hollywood, donde la habilidad y la imaginación de los guionistas funciona a todo tren, siendo la disputa en cuestión una simple excusa para montar todo tipo de historias. Primero fue el filón de la Segunda Guerra Mundial que dio para infinidad de dramas, comedias, thrillers escapistas, thrillers de espías, películas bélicas, biográficas…pasando después el turno al subgénero de los rusos y la Guerra Fría, cuyas historias nos entretuvieron durante varias décadas.

Hoy los musulmanes han substituido a los nazis y a los rusos como auténticos demonios de la humanidad y objeto a batir (por los yanquis, por supuesto), y si después del 11-S empezaron a salir como setas películas que recreaban aquel histórico atentado como World Trade Center, United 93 o 12valientes acabando a lo grande con el relato de la captura del diablo Bin Laden en La noche más oscura, los altruistas americanos y sus patrióticas tropas haciendo batallitas en Oriente Medio se ha convertido en un subgénero en sí mismo que va goteando pelis año tras año porque, no nos engañemos, al público le mola ver a un tío inmolarse por Alá.

"Dicen los productores de Homeland que si lo hacemos bien nos fichan para la siguiente temporada"

En esta islamocinefilia podríamos encontrar la razón de que películas tan anacrónicas como 7 días en Entebbe y El rehén lleguen a nuestras carteleras en menos de cinco meses, aunque sean propuestas humildes para los amantes del género, que quedan muy lejos de la epicidad y espectacularidad de 13 Horas: Los soldados secretos de Bengasi o El único superviviente. No es cine donde impere la acción, y sus referentes tienden más a la línea de Argo, El espía o El hombre más buscado, donde la pericia del espía se impone a la fuerza de esos marines armados hasta los dientes. Con El rehén estamos ante un thriller de espionaje clásico al estilo de aquellas complicadas historias de John LeCarré o Tom Clancy, donde uno no se podía fiar de nadie y donde conspiran unos contra otros sin piedad.

La enrevesada trama que se explica en El rehén está escrita por el gran Tony Gilroy, especialista en marear la mente del espectador con esos guiones que se lían-y-lían donde hay que estar bien despierto para no perderse como Michael Clayton, Duplicity o cualquiera de las entregas de la saga Jason Bourne. El guion está basado en el secuestro del jefe de la oficina de la CIA William Buckley en Beirut en 1984.

"Con El rehén estamos ante un thriller de espionaje clásico al estilo de aquellas complicadas historias de John LeCarré o Tom Clancy"

El protagonismo absoluto recae en un Jon Hamm que hasta ahora era más conocido por Mad Men que por sus apariciones en la gran pantalla, pero que su notable papel en El rehén puede suponer su reválida como actor, porque soporta con credibilidad y buen hacer el papel de guaperas diplomático con clase que debe negociar con los musulmanes la liberación del agente americano secuestrado en medio de las trifulcas entre palestinos e israelitas. Alcohólico, engreido, ludópata… descontextualizando el escenario, se asemeja mucho al George Clooney de Michael Clayton: pobres pero con clase, y a los que les comprarías sin pestañear una pistola sin agujero.

A su lado la Carrie de turno aunque menos llorona, una Rosamund Pike, quien después de 7 días en Entebbe repite temática islámica, esta vez como pseudoguardaespaldas de Hamm dentro de esa amalgama de poderes, rivalidades y competencias que estamos acostumbrados a ver en las pelis de espías americanas.

"¡Mecachis! Toda la peli creyendo que se trata de 7 días en Entebbe 2"

El hecho de que la influencia y calidad de la prestigiosa Homeland reduzca la capacidad de sorpresa y nada nos suene a nuevo, y que el mediocre director Brad Anderson no tiene precisamente el oficio de un, por ejemplo, Paul Greengrass, no desmerece una película con un guion sólido, que aunque no destaque por sus escenas de acción tiene el ritmo suficiente para impedir que el espectador se abstraiga de lo que está pasando, culminado en ese emocionante clímax final.

No se le puede pedir más a El rehén que pese a algunos cortes de diálogo de carácter políticono, no pretende añadir nada a un conflicto encastado en el tiempo. Su único objetivo es entretenernos con una buena historia de espías y lo cumple totalmente.

INFORME VENUSVILLE

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