EL RETRATO DE DORIAN GRAY artículo: El rey de las camas

El rey de las camas Ni Reig Martí, ni Lorenzo Lamas, ni Nacho Vidal; el auténtico y genuino rey de las camas es Dorian Gray Por El Hombre de Boston

<La empresa Reig Martí está barajando seriamente la posibilidad de cambiar su nombre comercial por el de Dorian Gray, pues tras ver la película de su retrato queda claro que él y sólo él es el auténtico y genuino rey de las camas.

   La novela de Oscar Wilde, que por si no lo sabían es la única que escribió el dramaturgo, poeta y escritor de relatos cortos (un poco de culturilla nunca viene mal) es una metáfora sobre el narcisismo y una crítica al hedonismo como eje de la vida y al culto apasionado a la belleza y a la juventud como móviles del individuo (¿verdad que les ha gustado la frase?).

   En cambio la película firmada por Oliver Parker es una apología del mete-saca. Así sin más. Se supone que quiere mostrarnos la depravación, corrupción y degradación gradual del personaje, pero no hace otra cosa que hacerlo torear en las plazas más diversas y con todo tipo de toros, becerros y novillos (ustedes ya me entienden), como si el chiqui-chiqui fuera la única manera de ilustrar la crueldad humana.

"No te asustes, que no estamos en Juego de lágrimas"

   Su primera aproximación es con la joven, cándida y virginal actriz. No sabe nada el cabrón. Una caída de ojos, un tocarse la clencha con un gesto estudiado durante horas ante el espejo, un “te quiero” (y un fortunón heredado, todo hay que decirlo), y ya se ha metido en sus bragas. Pero claro, esto de ir de ligue aparte de que cansa, tiene un problema, que luego las chicas se enamoran y se quieren casar, así que mucho más seguro y descansado es requerir los servicios sexuales de profesionales.

   Y si por tratarse de una historia ambientada en la época victoriana creen que las putas que salen en la peli son gordas, viejas y ensifiladas como las que muestran Alan Moore y Eddie Campbell en el cómic “From Hell”,  olvídense. Echen un vistazo a las que elige el protagonista para su bautismo puteril (sí, en plural porque se lo monta nada menos que con tres a la vez): esculturales bellezones que compiten entre ellas por hablar por su micrófono igual que las novias de Drácula (de Bram Stoker) se abalanzan sobre un indefenso y desvalido Keanu Reeves.

   Y en un más difícil todavía, una pirueta circense digna de un hombre bala disparado por un cañón (el cañón lo pone él, por supuesto). Seducir y trajinarse en pleno recatado baile de sociedad a una jovencita y a su madurita madre. No, no se hagan ilusiones, no estamos ante un vídeo de “Moms teaching teens”. Aquí los revolcones se suceden por turnos y en riguroso orden, todo lo más (que no es poco), con algo de vouyerismo incluido.

   Tanta cantidad de almejas acaba empachando, claro, así que a nuestro jovenzuelo le da por cambiar de aires (o mejor dicho de aguas) y probar el calamar (ya lo ven, hoy estoy metafórico). “¿Tú entiendes de mar?”, le pregunta al pintor responsable de su retrato, “pues dime si esto es una almeja o un calamar…”, y hala, nuevo palito tachado en el cabezal del catre.

"Aquí donde me ven, yo antes pesaba 180 kilos"

   Y a partir de aquí, festival diario: orgías, negracos paseándose por la casa en pelotas con sus tres piernas, más orgías, escarceos con el sadomaso (igual ha sido mi mente calenturienta, no se lo niego, pero diría que en un plano le atizan entre varios, y en otro se combina el sexo con la punción de un tatuaje), y aún más orgías, hasta quedar tan harto de todo que desaparece durante veinte años. Normal, incluso viendo lo que ha habido aún son pocos.

   Así que ya lo ven, igual que los Mojinos Escocíos decían eso de que si el trabajo es la felicidad, que viva la tristeza, si esto es la maldad, que la bondad se la queden los demás, que nosotros, en la más pura tradición de Louis Van Gaal, queremos ser muuuuuy malos./>

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