Categorías

SITGES 2011 crónica día 10: La cosa tiene miga

   

La cosa tiene miga

Décimo y último día de festival: La cosa
2011; Drive; Killer Joe; The Troll Hunter

Por Chema Pamundi

 

<Última jornada de festival. Esta vez, en lugar de la habitual introducción con la que suelo abrir el texto vamos directamente a comentar las pelis de hoy, que hay mucha tela que cortar (mi incontinencia a la hora de escribir se ha desparramado más de lo habitual). En un artículo anexo podréis leer las conclusiones y un pequeño análisis sobre el palmarés de Sitges 2011. Así pues, vamos al lío:

 

La cosa 2011 (Matthijs van Heijningen. E.U.A.-Canadá, 2011)

   Lo quiera reconocer o no, mi momento del Festival es éste. Aquí y ahora: sábado 15 de octubre, nueve de la mañana, Auditori, La cosa. Los nueve intensos días de cine que llevo a las espaldas no han sido más que un prólogo que me conducía de manera inexorable hasta esta sesión. Así de fan soy de la película original de John Carpenter (año 1982). Por mucho que lleve meses rajando de la nueva versión (desde que aparecieron los primeros teasers), no puedo evitar las mariposas en el estómago. Se apagan las luces de la sala. Vuelvo a tener doce años.

   No merece la pena detallar una sinopsis, porque quien más quien menos ya sabe de qué va el asunto. La cosa (nueva versión) es una precuela que narra los hechos que irán a desembocar hacia La cosa (vieja versión). Los protagonistas son los hombres y mujeres del campamento noruego que aparecía en la película original, y que desentierran del hielo al alienígena multiforme sin saber la somanta que se les viene encima. A la nómina de noruegos que cabría esperar se le une un equipo de científicos americanos (metidos en la trama a martillazo limpio), con la guapetona (a la par que sosaina) Mary Elizabeth Winstead a la cabeza.

   La cosa (2011) ha sufrido unas mutaciones tan radicales respecto a la película de 1982 como las del bicharraco que les da nombre a ambas. La primera de dichas mutaciones es de género, pues salvo escenas de sustos puntuales se aparta de los parámetros del cine de terror para abrazar sin complejos los del cine de acción (en un par de momentos los personajes incluso combaten contra algunas de las formas del alienígena, lo cual era impensable en la peli del 82). La segunda mutación es de concepto, pues La cosa (2011) es en realidad un remake camuflado de precuela (¿una “recuela”?), que repite sin cortarse muchas de las grandes escenas del filme de Carpenter, apenas modificadas. Algunas de ellas funcionan por sí mismas (hay una ocurrente variación sobre la idea de las muestras de sangre, para saber quién es humano y quién no), pero la mayoría no suman al global nada digno de destacar (las mismas autopsias al bicho, el mismo uso y abuso de los lanzallamas, etc).

 

SITGES_2011_crónica_10_a

"¿Precuela y no remake? Ahora entiendo por qué no llevo barba y no me llamo MacReady"

 

   Los guionistas y el director se han tomado unas molestias increíbles en cuadrarlo todo con la cinta original, orquestando un montón de planos que solo tienen sentido para subrayar este hecho (sí, veremos incluso cómo se crea el bicho de dos caras fusionadas, cuyos restos aparecían en la base noruega en la peli de Carpenter). Es un ejercicio bastante exhaustivo (se extiende hasta los títulos de crédito finales), que limita un tanto la libertad de desarrollo de la película y que al cabo de la calle tampoco había pedido nadie (creo que todos los fans hubiéramos preferido que esta nueva peli fuese mejor, aunque tuviese más incongruencias con la primera). Aún así, se agradece el esfuerzo y la verdad es que tiene su gracia tratar de adelantarse a la acción para adivinar cómo van a hacer encajar tal o cual detalle.

   En conjunto, no obstante, esta precuela carece de casi todos los elementos que hicieron genial a la cinta primigenia: ni el director aporta nada más que un correcto oficio a las imágenes, ni los guionistas están especialmente sembrados, ni la música es igual de evocadora (Marco Beltrami no es Morriconne), ni los FX tienen demasiada capacidad de shock, ni la prota despliega la credibilidad e intensidad de Kurt Rusell (a ratos dan ganas de abofetearla para que espabile y cambie la cara de acelga), ni el estudio de personajes atesora la más mínima fuerza (aquí son todos bastante intercambiables), ni hay rastro alguno de sentido del humor (un acertado contrapunto que la peli del 82 utilizaba incluso en sus escenas más truculentas), ni los temas de la paranoia y el miedo al prójimo son abordados con la adecuada profundidad de miras (e incluso dan lugar a algún que otro momento estúpido: la protagonista suelta un discurso sobre que cualquiera de ellos podría ser el alien y que no deben quedarse a solas con nadie, y en la siguiente escena se mete de noche a inspeccionar un cobertizo acompañada únicamente por uno de los noruegos).

   La cosa (2011) es tan gris, tan normalita, que a los fans ni siquiera nos queda el recurso de enfadarnos con ella. Es un blockbuster pasable e indoloro, que llena dos horas sin muchas estridencias pero que ni mata ni engorda. Y justo por eso, por su falta de aporte vitamínico, resulta una obra de visión innecesaria. Me la esperaba peor, sí; pero eso tampoco significa mucho.

 

 

Drive (Nicolas Winding Refn. E.U.A., 2011)

   No sé si Drive, que arrancó en Cannes con una ovación atronadora y el premio al mejor director para Nicolas Winding Refn (en el 2009 estuvo por Sitges con Valhalla Rising, una de vikingos que no vi), merece ser considerada la mejor película del año; pero chico, desde luego sí que es la más cool. En cuanto al protagonista, valga decir que la estampa de Ryan Gosling (sempiterno palillo en la boca, guantes de conductor y chupa blanca con bordado de un escorpión dorado), acaba de entrar por derecho propio en el panteón de los tipos duros más molones desde el Steve McQueen de Bullitt. Así de buena es Drive, ni más ni menos.

   El prota de Drive (no nos enteraremos de su nombre en ningún momento), sabe conducir como Dios. De día tiene un trabajo más o menos normal (que no cabe explicar aquí, porque se desvela en una escena filmada con una inteligencia acojonante), pero por las noches se saca un sobresueldo como conductor para ladrones que necesiten un medio de escape fiable. El tipo es un profesional hasta la médula: cuando le contratas te da cinco minutos. Si consigues dar tu golpe y volver al coche antes de ese tiempo, te sacará de la escena del crimen (esto se ve en una larga secuencia introductoria que establece el tono de toda la cinta). Si llegas un segundo tarde, ahí te quedas.

   Lo que sigue es una clásica pieza de cine negro con todos los elementos que cabría esperar: hampones, engaños, mujeres fatales, triángulos amorosos y una bolsa llena de pasta. Por concepto, aspecto visual y naturaleza dramática, Drive es una película que parece haber cruzado el túnel del tiempo directamente desde la década de los setenta. De hecho guarda muchísimas similitudes con The Driver, dirigida por Walter Hill en 1978 y protagonizada por Ryan O’Neal (aunque no sea un remake de ésta).

 

SITGES_2011_crónica_10_b

"Soy tan bueno que voy a estar en Fast & Furious 6 y voy a poner a Vin Diesel mirando a Cuenca"

 

   Ryan Gosling, actor con una variedad de registros sorprendente (supongo que por su físico y su “cara de nada”), vuelve a romper la pana en el lacónico papel protagonista, un tipo con una brújula moral de lo más peculiar: es capaz de actuar como caballero andante con la chica de turno, a la par que participa en robos sin hacer preguntas. El filme nos da cero detalles sobre su pasado, pero vislumbramos que probablemente ha andado metido en cosas turbias y ha pegado algunos tiros. No es muy hablador ni muy dado a exteriorizar sus emociones. El dinero no es lo que le mueve. Si hay que ponerse a repartir hostias no es de los que se quedan cortos, pero en principio solo quiere que le dejen en paz. A su alrededor, una galería de secundarios despampanantes entre los que destacan sobre todo Bryan Cranston (el mentor del héroe), Carey Mulligan (la chica; siempre hay una chica), Albert Brooks y Ron Perlman (los mafiosos; siempre hay mafiosos).

   Drive (cuyo título no solo hace referencia a las habilidades del protagonista, sino también al concepto de “tirar palante”, de ir haciendo limonada con los limones que la vida te pone a tiro), está fantásticamente bien escrita y filmada (mezcla perfecta de pausa y adrenalina), llena de interpretaciones más que notables, y punteada por una banda sonora sobresaliente de Cliff Martínez (ya es la segunda vez que hablo de dicho compositor a lo largo de estas crónicas; debo de ser muy fan). En todos los apartados, Drive es una película que pisa a fondo. Lo más cercano a la obra maestra que hemos visto en este festival.

 

 

Killer Joe (William Friedkin. E.U.A., 2011

   La peli sorpresa del Auditori (cada año se pasa una el último día de festival) es Killer Joe, lo nuevo de William Friedkin, que a mí me produce cierta desconfianza por estar basada en una obra de teatro y por tener de protagonista a Matthew McConaughey. Una hora más tarde empieza en el cine Prado Beast, largometraje danés de horror y celos que tiene bastante mejor pinta, pero la verdad es que bajar ahora hasta el pueblo (para tener luego que volver a subir y asistir a la rueda de prensa de clausura) no me apetece demasiado. ¿Qué hago?

   Al final acabo por meterme en el Auditori, dejando el móvil encendido (en silencio) para ir controlando la hora y poder largarme a ver Beast si veo que los primeros diez minutos de Killer Joe no me convencen. En la primera escena de la película Gena Gershon aparece con el felpudo al aire. Al poco rato Juno Temple sale en pelota picada. Apago el móvil.

   Killer Joe es un filme igual de desnudo, directo y crudo que las dos secuencias que acabo de describir. Cuenta la historia de una familia de white-trashers americanos formada por un hombre de mediana edad, su mujer y sus dos hijos de un matrimonio anterior, que agobiados por las deudas deciden liquidar a la ex-esposa del hombre, que tiene contratado un seguro de vida de 50,000 dólares a favor de la hija. Para ello recurren al Joe del título, un corrupto agente de la ley que en sus ratos libres se pluriemplea como asesino a sueldo. Por desgracia no tienen liquidez para pagarle por adelantado, así que Joe les propone cobrarse un anticipo cepillándose a la hija de la familia (adolescente y virgen) cuando le venga en gana. Aceptan.

 

SITGES_2011_crónica_10_c.jpg

"Es que después de follarme a Sarah Jessica parker en Novia por contrato me follo lo que sea"

 

   Killer Joe supone la segunda colaboración de Friedkin con el dramaturgo Tracy Letts tras Bug (que también presentó en Sitges hace unos años). En su día Bug me pareció notable pese a su teatral puesta en escena, y Killer Joe sigue esa misma tónica, mejorada por un guión cien por cien noir con una mala uva bestial y un casting de lo más solvente, en especial Matthew MacConaughey, sencillamente estelar como el carismático hijoputa Joe (no daba un duro por él, pero la verdad es que cada vez que sale en pantalla la película crece).

   En este caso, la limitación de escenarios da mejores resultados que en Bug, pues concentrar la mayor parte de la acción en el espacio familiar potencia el ambiente malsano y claustrofóbico, de pesadilla cotidiana, que articula toda la historia. El filme también se beneficia de unos diálogos ultra-cafres, de unos puntuales toques de humor patético, y de la violencia contenida que emana Joe en cada una de sus apariciones (siempre educado en extremo, y siempre dando la sensación de que podría sacarte los ojos con una cucharilla de café).

   Como toda historia de pacto con el diablo, Killer Joe acaba igual que el rosario de la aurora, en un enloquecido clímax a medio camino entre un capítulo de Matrimonio con hijos y La matanza de Texas, (hablo de la tensión que se respira, no de que aquí descuarticen a nadie), y que incluye una turbadora mamada a un muslo de pollo KFC, momento especialmente chungo en una obra llena de oscuridad.

   A sus casi 77 años, William Friedkin podría darle unas cuantas lecciones de madurez cinematográfica al desnortado Francis Ford Coppola de Twixt. Han pasado ya cuatro décadas desde que Friedkin estrenara títulos tan seminales como El exorcista o French Connection, pero sus nuevas películas siguen pareciendo tan frescas y afiladas como las de un debutante. ¡Maestro, joder!

 

 

The Troll Hunter (André Ovredal. Noruega, 2010)

   Esto se acaba. Cierro el festival con The Troll Hunter, película noruega del semi-debutante André Ovredal (digo lo de “semi” porque antes de eso sus únicos créditos son haber co-dirigido en el año 2000 un desconocido thriller titulado Future Murder). The Troll Hunter ha sido un éxito en su país de origen, ha tenido gran acogida en diversos festivales por todo el mundo, y Chris Columbus acaba de adquirir sus derechos para hacer un remake americano. O sea, la peli fantástica de moda.

   The Troll Hunter sigue las andanzas de un grupo de estudiantes de cine por la campiña noruega, mientras filman un documental sobre la caza furtiva de osos. Sin embargo, para su desconcierto descubrirán que las violentas criaturas que infestan la zona no son osos… sino trolls. Y aquí me planto, porque la trama contiene bastantes más sorpresas que no merece la pena destripar.

   La película está rodada en formato de, a ver si lo adivináis… ¡Correcto, falso documental! Pese a eso, y a diferencia de Apollo 18, Grave Encounters o Emergo (por citar las demás pelis de este tipo que hemos visto en Sitges 2011), The Troll Hunter atesora personalidad, originalidad y potencia visual suficientes como para tenerte cautivado durante todo su metraje. Por suerte, su falta de pretensiones y su sentido del humor la acercan más al ludismo de Incident at Loch Ness (si no la has visto no te la pierdas), que a la acartonada seriedad de Monstruoso.

 

SITGES_2011_crónica_10_d

"Y si no llevo el moco colgando de la nariz es porque David el gnomo lo usa como blandiblu"

 

   Lejos de intentar vender ninguna moto, la película sabe reírse de sí misma dando todo tipo de descacharrantes detalles sobre las distintas especies de troll, sus técnicas de caza, sus ritos de apareamiento y sus rutinas alimenticias (solo comen cristianos, lo cual genera algunos gags bastante ocurrentes). Paradójicamente, esta forma de relativizar el formato de falso documental acaba creando complicidad con el espectador, que decide de motu propio “creerse” todo lo que le cuenta la peli, simplemente porque le cae simpática. De ese modo The Troll Hunter acaba sacando el máximo partido posible a su alucinada propuesta.

   La propia naturaleza absurda de The Troll Hunter impide verla como un auténtico filme de terror (tampoco lo pretende): los trolls no solo no dan ningún miedo, sino que de hecho generan el mismo tipo de empatía que uno experimentaría viendo uno de esos documentales sobre vida salvaje del Discovery Channel (a mí de hecho me recuerdan a los de David el Gnomo).

   Como cine estrictamente de fantasía, The Troll Hunter es una de las obras más refrescantes, imaginativas y puras que ha dado el cine en los últimos años, y justo el hecho de que toda su mitología esté enraizada en los cuentos infantiles hace aún más encomiable el nivel de credibilidad que consigue transmitir (a esto ayuda mucho un uso más que notable de los efectos especiales). Aún podría ver alguna que otra película más en el festival, pero dudo que mejorase la nota de The Troll Hunter. Por lo tanto, pillo el tren y me voy para casa con una sonrisa en la cara./>

 

 

¿Desea saber más?


   

> Día 9: Decepciones y aburrimiento

Noveno día de festival: Juan de los muertos; El páramo;
Apollo 18; Hellacious Acres: The Case of John Glass

Por Chema Pamundi


   

> Día 8: ¿Mediocridad o excelencia?

Octavo día de festival: Kill
List; Red State; The Incident

Por Chema Pamundi


   

> Día 7: Maratón cinéfago

Séptimo día de festival: Livide; Extraterrestre;
The Raid; Burke and Hare; The Innkeepers

Por Chema Pamundi


   

> Día 6: Coppola, chocheas

Sexto día de festival: Emergo;
Melancolía; Twixt; The Woman

Por Chema Pamundi


   

> Día 5: Fiebre amarilla

Quinto día de festival: The Yellow Sea; Hara-Kiri:
Death of a Samurai; Bellflower; The Moth Diaries

Por Chema Pamundi


   

> Día 4: Otros mundos

Cuarto día de festival: Another Earth; Verbo;
Grave Encounters;  Hobo with a Shotgun

Por Chema Pamundi


   

> Día 3: Gente muy sola

Tercer día de festival: Mientras duermes;
Love; Hell; Sint; Attack the Block

Por Chema Pamundi


   

> Día 2: Michael Biehn, gracias

Segundo día de festival: Lobos de Arga;
Intruders; The Victim; The Divide

Por Chema Pamundi


   

> Día 1: Poca inteligencia y mucho artificio

Primer día de festival: Eva; Inteligencia
Artificial; The Murder Farm; Contagio; Knuckle

Por Chema Pamundi


 

Facebooktwittermail

No hay comentarios

Agregar comentario