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SITGES 2014: ORÍGENES rueda: El buen ojo

Rueda de Orígenes con Mike Cahill y Astrid Bergès-Frisbey demostrando que tienen muy buen ojo

RAY ZETA

Viendo a Mike Cahill cuesta asociarlo al cine que realiza. El tipo es un cachondo como hay pocos, simpático hasta la médula e incapaz de responder a una sola pregunta sin bromear, reír, gesticular o vociferar, y de chapurrear histriónicamente las cuatro palabras que sabe en español. Encima no para de dedicarle gestos amistosos a sus compañeros de mesa (Ángel Sala, director del festival, el traductor simultáneo, y la actirz Astrid Bergès-Frisbey), como palmaditas en la espalda, golpecitos de toda clase y abracitos de Teletubbie. Y por si eso no fuera poco, viste traje negro, camisa blanca y corbata negra, como si fuera un personaje de Tarantino, y lleva recogidas unas largas greñas en un moño a lo japo que le da un look aún más particular. Cualquiera pensaría, en definitiva, que el cine en el que se ha especializado es el de la comedia cafre, la acción sangrienta o el terror gore, y en realidad es todo lo contrario.

Porque el cine que le gusta a Mike Cahill como realizador es el cine independiente intelectualoide serio, sentido, tranquilo, más interesado en los personajes que en la acción, y que utiliza la ciencia ficción como motor secundario de la acción a modo de subtrama. Quedó claro cuando vino a presentar hace tres años su ópera prima Otra Tierra, y ha vuelto a quedarlo ahora con Orígenes, una película de cine semi-fantástico con la que explora temas tan profundos como la ciencia, la espiritualidad, la reencarnación, e incluso la existencia de Dios y del alma, teniendo al ojo humano como leit-motiv, tanto como objeto de investigación científica como prueba de teorías espirituales, lo que no es moco de pavo.

 

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"El eslógan 'Dos ojos son para toda la vida' lo inventé yo"

 

De ahí que haya sido eso lo que ha centrado la primera pregunta de los presentes: ¿cómo es Mike Cahill en su vida normal, científico o espiritual? El director se dispone a responder, pero antes, como no podía ser de otra manera tratándose de él, bromea a carcajada limpia que como hace tres años también le tocó la rueda de prensa de Otra Tierra en domingo, está teniendo un dejà vu. Y en cuanto a la pregunta, responde que un poco de todo, porque él piensa que, como dice la película, el mundo científico y el mundo espiritual pueden coexistir, así que dependiendo del día y según como se levanta, hay veces que se siente como el personaje interpretado por Michael Pitt (el científico) y otras como el de Astrid Bergès-Frisbey (la espiritual).

De ahí la rueda pasa a un plano un tanto filosófico, comentando la importancia que se la da en la vida a ambos mundos. Cahill se pone profundo cuando toca y alaba tanto a los científicos que buscan respuestas con su trabajo, como a las personas que las buscan con su intuición. Todo es para llegar al mismo fin, explica, lo único que cambia es la manera de llegar a él. Suerte que con las carcajadas que echa entre respuestas nos devuelve a la realidad y los derroteros de la rueda vuelven a dirigirse a hablar de su peli más que de los temas que en ella se apuntan, y nos centramos en el auténtico protagonista del filme: el ojo.

"Leyendo sobre la biométrica del iris descubrí que todos los ojos son únicos"

“Leyendo sobre la biométrica del iris descubrí que todos los ojos son únicos. Los ojos se forman durante la gestación en el útero materno y se mantienen exactamente igual durante el resto de nuestra vida. Me pareció una idea interesante porque el resto del cuerpo sí que cambia. Otro punto de partida fue que en la portada de junio de 1985 del National Geographic salió una chica afgana que habían encontrado 17 años después gracias a los ojos. Su aspecto físico había cambiado completamente, pero gracias a que los ojos se mantienen igual pudieron encontrarla. Entonces pensé en el tópico de Séneca de que los ojos son el espejo del alma y me pregunté por qué sigue vigente mil años después de que se dijera, y me pareció interesante plantearle a un científico que gracias a los ojos podemos demostrar que tenemos un alma o al menos plantearle la duda”.

Y como si la rueda estuviera patrocinada por una óptica, hemos seguido hablando de temas oculares, y nos hemos enterado así de que todos los ojazos que salen en la película en foto pertenecen a modelos contratados por el departamento de cásting y han sido fotografiados para la ocasión. Y que la escena final post-créditos, en la que se ven diferentes retratos de personajes históricos ya fallecidos, tiene un fundamento científico porque se podría realizar un escaneo de su iris a partir de fotografías. Quédense hasta el final de la proyección y descubran qué personajes históricos ha elegido personalmente Cahill, según sus propias palabras “para abrir la caja de Pandora”.

 

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"En la próxima rueda de prensa responderé sólo con monosílabos"

 

De aquí hemos pasado a valorar cómo encaja entre tanto ojo el amor, tema que también le interesa como ya demostró en Otra Tierra, porque aquí donde le ven, este tío es un romántico como la copa de un pino: “El amor es esencial. En muchas películas vemos el concepto del amor como un factor inmutable, y yo he querido presentar en mi historia dos distintas maneras de querer y que las dos sean válidas, representadas por cómo los dos personajes femeninos quieren al masculino. Una salvaje y pasional que es como fuegos artificiales, y la otra sólida como una montaña con una base más fuerte. Quería explorar las diferentes posibilidades de amar”.

Momento que hemos aprovechado para preguntarle a Astrid Bergès-Frisbey, quien ha aguantado estoicamente hasta ese momento toda la rueda con su condición de invitada de piedra, cuál es su opinión acerca de todo ello, más que nada para que también dijera algo, la pobrecita. Imposible transcribir su respuesta. La muchacha ha empezado a divagar sobre temas tan profundos como la religión, las relaciones humanas, el amor, el respeto y la ciencia, combinándolo todo con su visión acerca de la película y de su personaje, pero al no esgrimir un criterio claro, y enrollarse como una persiana balbuceando frases, hasta ella misma ha perdido el hilo de lo que decía hasta el punto de no saber cómo acabar su discurso. No pasa nada, Astrid, como eres la sirena de Piratas del Caribe 4 te lo perdonamos.

 

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Mike Cahill y Astrid Bergès-Frisbey le echan el ojo al Diario de Venusville

 

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