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SITGES 2014: AUTOMATA masterclass: El padre del automatito

Gabe Ibáñez nos cuenta la creación del robot como el padrazo que explica el parto de su bebé

RAY ZETA

A Gabe Ibáñez le conocimos en este mismo festival en la edición de 2009 cuando vino a presentar su intimísima ópera prima Hierro, por eso ha sorprendido que para su segunda película se enzarzara en un proyecto de ciencia ficción robótica con la Inteligencia Artificial como tema en Autómata. Un proyecto personal con guión propio (Hierro fue un encargo) que ha estado gestando durante cinco años y que ha podido ver la luz gracias al impulso de Antonio Banderas como productor y protagonista. Dicen las malas lenguas que no se ha convocado rueda de prensa con Gabe Ibáñez y Antonio Banderas (Banderas también está por aquí, pero sólo se dejará ver para recoger el gran premio honorífico de Sitges sin atender a los medios) por las malas críticas que obtuvo la película en el Festival de San Sebastián, así que esta masterclass es el único encuentro que tenemos con los responsables de Autómata.

Y los responsables son el citado director Gabe Ibáñez, y los diseñadores Carlos Salgado y Raúl Monge, que han venido a contarnos con vídeos y diapositivas el proceso de creación de los robots. Unos robots que se crearon de cero, elaborando primero un dossier para buscar financiación a partir de bocetos y dibujos. Fue así como nació el Pilgrim-7000, un robot que debía parecer sobre todo realista (por eso se basaron en el desarrollo de la robótica actual y eso se inspiraron en el diseño industrial; debía recordar un electrodoméstico porque su función es ayudar a los humanos a realizar sus tareas), empático pero sin llegar a resultar excesivamente simpático, y con cierto aire alicaído. Y para ello nos han enseñado toda la evolución sufrida a partir de todas las ideas que fueron probando, quedándose y descartando, hasta el resultado final, desde robots inspirados en la ciencia ficción de los años 60 a los electrodomésticos actuales.

 

Los padres de la criatura... robótica: Raúl Monge, Carlos Salgado y Gabe Ibáñez

 

Una vez tuvieron el Pilgrim fueron a por Cleo, el robot femenino que casi es co-protagonista de la película junto a Antonio Banderas, y que es un robot prostituta programado para complacer al humano sexualmente (tema que ya apuntaba el personaje de Jude Law en Inteligencia Artificial; tranquilos, que en pocos añitos estarán a la venta), por eso debía resultarle amable al espectador. Los primeros diseños les salieron muy masculinos, así que fueron introduciendo elementos agradables y sensuales, como la cara y los pechos. El resto de piezas son variaciones del Pilgrim. El robot cucaracha en cambio (un tercer modelo que nada tiene que ver con los humanoides mostrados) es totalmente diferente, ya que representa que no ha sido construido por el hombre sino por robots superiores, de ahí que se mueva mejor, sea más apto para el desierto (su hábitat natural), y no tenga la obligación de ser agradable como los demás.

"Fue así como nació el Pilgrim-7000, un robot que debía parecer empático pero sin llegar a resultar excesivamente simpático" 

El siguiente paso fue moldear un robot en 3D para tener un primer modelo de prueba. Probaron aquí elementos que se fueron quedando, como la columna bífida, la chepa, y las articulaciones y manos finales (los robots debían tener un aspecto robusto y al principio parecían todos enclenques), así como los colores claros, pues debían parecer electrodomésticos. Se inspiraron también en insectos y en organismos orgánicos para crear las carcasas, y luego asesoraron a los constructores hasta que el primer Pilgrim en tamaño real fue una realidad. La primera vez que vieron el primer robot ensamblado fue como asistir al nacimiento de un hijo, ¡snif! Cuando hablan del proceso y enseñan las fotos que lo inmortalizan, no pueden evitar sentir amor de padrazo y se les cae la baba como al padre primerizo que enseña fotos de su bebé, así que por un momento tememos porque a continuación lleguen las de los cumpleaños, las fiestas de disfraces y las de la primera comunión.

 

Álbum de fotitos del Pilgrim-7000

 

La batalla siguiente consistió en darles movimiento. Por el presupuesto que tenían (Gabe Ibáñez ha ido insistiendo en que Autómata es una película que ha sólo ha costado 5 millones de dólares, o sea un presupuesto pequeño) optaron por animarlos mediante marionetistas. Es decir, los robots no están insertados en pantalla digitalmente, sino que están físicamente en el plató movidos por dos hombres que luego borran cromáticamente, mientras un tercero dirige los movimientos de la cabeza por control remoto. Ventajas: el hecho de tener los robots físicamente permite a los actores interaccionar con ellos, lo que facilita su interpretación. Inconvenientes: la dificultad. Hay posturas que no pueden realizarse, y movimientos aparentemente simples como pasar de estar de cuclillas a estar de pie, generan tanta complejidad como un funambulista aquejado de Parkinson, aunque el resultado mostrado en los vídeos es francamente espectacular.

Y así ha ido transcurriendo la masterclass, entre vídeos y diapos, con Gabe Ibáñez hablando con semblante serio como si impartiera una charla universitaria desde un estrado, y Carlos Salgado y Raúl Monge charlando más relajados como si estuvieran entre coleguillas en un bar. Decir que durante toda la sesión han sido constantes los fallos técnicos, interrumpiéndose a cada momento los vídeos sin que encontraran los motivos. Comprobemos que todos los cables están conectados... nada, por aquí parece que todo está bien... A ver... Por aquí también... ¿Cómo creen que han conseguido al final que las grabaciones se proyectaran sin interrupción? Pues por el infalible método del zapatazo. No quiero ni pensar entonces que debían hacerles a los robots cada vez que no se movían como debían. Por suerte el maltrato robótico aún no es un caso tipificado por la ley, ni siquiera en el año 2044.

 

 

Gabe Ibáñez automatiza el Diario de Venusville

 

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