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SITGES 2019: COLOR OUT OF SPACE rueda: El sombrero que vino del espacio exterior

Richard Stanley (y su sombrero) presenta Color Out of Space confesando su amor lovecraftiano

RAY ZETA

Richard Stanley es un tipo peculiar, y si no se lo creen, vean el documental Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del Dr. Moreau. Despedido del rodaje de La isla del Dr. Moreau por ser dicho rodaje un auténtico caos, en lugar de tomar un avión de Sidney a Los Angeles como se le ordenó, Stanley engaño al equipo de producción haciendo ver que lo tomaba, se quedó viviendo en solitario en la selva australiana durante dos meses, y se coló disfrazado de figurante animal en el set, para ver qué estaban haciendo con su película. Así es Richard Stanley. Después de aquello se retiró del mundanal ruido yéndose a vivir a un pueblecito de los Pirineos franceses de 120 habitantes, y ha tardado 25 años en volver a dirigir una película.

Esa película es Color Out of Space y ha sido su amor por H.P. Lovecraft lo que le ha hecho volver. “Tuve suerte de que Nicolas Cage también fuera fan de Lovecraft”, se sincera explicando su regreso a la dirección, y es tal su pasión por el escritor, que afirma que aunque jamás ha tenido un departamento de promoción, la obra de Lovecraft está más de moda que nunca en la cultura del mundo. “Sea en África, Japón o Rusia, cualquier niño puede identificar a Cthulhu y todo el mundo conoce el Necronomicon”, apostilla.

 

"Llevo siempre sombrero porque soy la versión sudafricana de Tomeu Penya"

 

Y eso que tal como afirma, “adaptar a Lovecraft nunca ha sido fácil”, pero él siempre ha sido un gran fan de su trabajo. Su madre ya le leía sus terroríficos cuentos a los siete años. “Ahora en el siglo XXI sigue siendo considerado el escritor de terror más importante y conocido de todos los tiempos, así lo indican las listas de periódicos de gran prestigio. Ha sido adaptado de muchas maneras y siempre ha sido difícil porque su terror procede de un concepto cósmico que muestra la pequeñez del ser humano ante el cosmos como elemento generador de terror”. Y termina su discurso lovecraftiano confesando que las adaptaciones que más le han gustado han sido las de Stuart Gordon, Re-Animator y Re-Sonator, y La Cosa.

“Sea en África, Japón o Rusia, cualquier niño puede identificar a Cthulhu y todo el mundo conoce el Necronomicon”

Para su película, quiso mostrar la belleza, teniendo claro que la belleza no tiene moral. “Puede haber cosas extremadamente bellas que pueden causar efectos catastróficos”, sentencia, y explica que quiso fusionar sonido e imagen de una manera que el público pudiera percibir lo que está más allá de la percepción. “En el caso de la visión tenemos rayos infrarrojos y ultravioletas, y en el caso del sonido tenemos infrasonidos y ultrasonidos”. ¿Cómo crear entonces el sonido de lo que sería una presencia alienígena que nos atacara a través de la cuarta dimensión? “Utilizando la fotografía y el sonido intentamos buscar una manera de poder percibir aquello que es imperceptible”, responde.

 

"Lo único que le faltaba a Lovecraft para ser perfecto era llevar sombrero"

 

Sobre su relación con Nicolas Cage, sólo tiene buenas palabras. Nicolas Cage es muy fan de Lovecraft, por eso uno de los productores de Mandy le pasó el guión de Color Out of Space. Fue así como le consiguieron. La estrella sólo estaba disponible cuatro semanas, así tuvieron que rodarlo todo en ese tiempo. Nicolas Cage marcó muchos puntos del guión en los que podía improvisar, pero se trató siempre de una improvisación meditada. Todas las explosiones de rabia que tiene en la película, se prepararon con semanas de antelación. “Eso nos permitió modular el descenso del personaje a la locura”, explica Stanley. “Cage fue muy valiente, ya que su personaje se aleja mucho de sus héroes de acción. Este es un personaje muy vulnerable”.

Y con su sempiterno sombrero calado hasta las cejas, su look rockero y su marcado acento sudafricano, Richard Stanley nos desvela que querría que la moda de adaptar a H.P. Lovecraft en el cine no pasara nunca: “Igual que monstruos clásicos como Drácula o Frankenstein son continuamente versionados, Lovecraft debería adaptarse cada quince o veinte años para cada nueva generación, combinando los elementos clásicos de las tramas con la frescura de cada momento actual”. Y en un terreno más personal, nos confiesa que no cree que su estilo cinematográfico haya cambiado a pesar de no haber dirigido en 25 años. Esperemos que no tarde otros 25 para comprobarlo.

 

SITGES 2019

 

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