GUERRA MUNDIAL Z reportaje: Zombis de dos velocidades

5. La fábula moral

“Dicen que durante los tiempos difíciles nacen los grandes hombres. Pero no lo creo. Vi demasiada debilidad, demasiada basura. Mucha gente que debió levantarse a enfrentar el reto, y no pudo o no quiso hacerlo. [...] No sé si es verdad que los tiempos difíciles hacen a los grandes hombres, pero sí sé que son capaces de matarlos”. – del libro “Guerra Mundial Z”, de Max Brooks

La novela es, entre otras muchas cosas, un agria crítica al estatus y la capacidad de los EE.UU. para liderar al mundo. Brooks pinta un gobierno yanqui frágil, autocomplaciente, atorado en la burocracia y mal preparado para afrontar una crisis apocalíptica. Los americanos empiezan ignorando los informes sobre la extensión de la plaga, como si aquello no fuese con ellos, y cuando finalmente ven arder sus propias barbas y deciden tomar cartas en el asunto lo hacen con tácticas inadecuadas y personal insuficiente (entre otras cosas, por tener a buena parte de su aparato militar fiscalizado en guerras en Oriente Medio). La sociedad estadounidense necesitará casi una década entera de lucha contra los zombis, y verse al borde de la desaparición, para empezar a afrontar el conflicto de manera adecuada (ley marcial, racionamiento de comida, entrenamiento de todos los civiles en técnicas de combate y supervivencia, un endurecimiento extremo del código penal…). En el libro, los estados Unidos de América nunca volverán a ser los mismos.

Conclusión: `Guerra Mundial Z` la película es una engañifa como adaptación...

La película, por el contrario, tiene lugar en un lapso de tiempo de apenas unas semanas, y tanto el gobierno como el ejército americano despliegan sus operativos y planes de contingencia con la máxima efectividad en un tiempo récord (vemos pasar a varios soldados llevando cuadros, así que incluso parecen haberse organizado lo bastante como para salvar las obras de arte de los museos). Tampoco ha quedado ni rastro de ninguno de los personajes de moral dudosa que pueblan el libro, como Breck Scott, que se forra vendiendo “Phalanx”, una supuesta vacuna contra la zombificación que en realidad no sirve para nada (y que de hecho causa millones de muertos, porque hace que muchos países se confíen y no tomen medidas efectivas contra la pandemia); o Paul Redeker, un genocida que diseña un plan para combatir la plaga que incluye abandonar a grandes bolsas de población civil en las ciudades, para que los zombis se entretengan atacándolas mientras los órganos militares y de gobierno se ponen a salvo y se organizan. No, en la película solo hay héroes y víctimas inocentes. O sea, que todo el discurso moral planteado por Max Brooks se diluye completamente.

6. La batalla de Yonkers

“Quitamos los seguros, apuntamos, llegó la orden de disparar […]. Le di a uno directo en el pecho. Lo vi salir volando hacia atrás, golpear el asfalto, y luego levantarse otra vez como si nada hubiese pasado. Amigo… cuando se vuelven a levantar…” – del libro “Guerra Mundial Z”, de Max Brooks

La batalla de Yonkers es quizás el momento definitorio del libro, el capítulo que más recuerdan los fans. En Yonkers, un suburbio colindante al Bronx, elementos del ejército norteamericano libran el primer enfrentamiento a gran escala de la guerra zombi, intentando frenar a una descomunal horda de casi diez millones de muertos vivientes. Como era de esperar, la cosa degenera en una auténtica carnicería. La escena, incomprensiblemente, no aparece por ninguna parte en la película. Ni siquiera se la menciona. Su peso dramático es sustituido por una set-piece similar ambientada en Israel, pero ni la escala ni el impacto son los mismos, ni sirve para nada más que para hacer que el protagonista avance hasta “la siguiente pantalla”.

...Brad Pitt acaba con su amor propio por los suelos...

Quizás los productores no querían mostrar al ejército yanqui siendo vapuleado de mala manera, aunque viendo el guirigay que es el guión de la película, resulta más lógico pensar que simplemente no supieron cómo justificar la presencia de Brad Pitt en dicha escena, y que prefirieron pasearlo por escenarios más atractivos que un suburbio a las afueras de New York. Uno de dichos productores, por cierto, había prometido antes del inicio del rodaje que la escena de la batalla de Yonkers iba a ser “el abismo de Helm de las películas de zombis”. Pues tururut. En efecto, Guerra Mundial Z ha acabado siendo como Las dos torres si le quitas el Abismo de Helm. Incluso el propio Max Brooks, cuya actitud hacia la adaptación cinematográfica ha sido en general guardarse su opinión y limitarse a cobrar sus royalties (una postura inteligente, dado que no tenía ninguna capacidad de decisión en la producción), acabó mostrando en una entrevista su frustración por la eliminación de este capítulo: “Me sabe mucho peor por los fans que por mí. Hay universitarios que se leyeron el libro cuando estaban en el instituto y llevaban desde entonces deseando ver la Batalla de Yonkers en la gran pantalla”. Pues sí, todos lo deseábamos.

7. La cura milagrosa

“El enemigo era la ignorancia. Mentiras y supersticiones, mala información y desinformación. La ignorancia mató a miles de millones de personas. La ignorancia fue la causa de la Guerra Zombi”. – del libro “Guerra Mundial Z”, de Max Brooks

El descubrimiento de una cura para la plaga zombi (o al menos, de un remedio médico para paliar sus efectos) es un elemento narrativo exclusivo de la película, que articula todo su último acto. En la novela esto nunca ocurre (los zombis llegan a ser controlados por multitud de factores, pero no por el descubrimiento de ninguna vacuna mágica). Su inclusión en el filme responde a varios factores típicos de las superproducciones cinematográficas: dar al protagonista de turno “algo heroico” que hacer, y resolver la trama en dos horas con una conclusión impactante y más o menos optimista (porque Hollywood sigue tratándonos como a niños, y cree que no entenderíamos o no aceptaríamos otro tipo de final en una película de gran presupuesto). A ver, no es que esa solución sea mala a nivel dramático (MEGA-SPOILER: los zombis ignoran a los sujetos enfermos, así que basta con vacunar a toda la humanidad con algún virus más o menos inocuo), pero una vez más no tiene nada que ver con el espíritu derrotista y desesperado del libro, y tampoco casa demasiado bien con los demás elementos de la película: no es muy creíble que esos zombis tan rápidos y ultra-agresivos se paren de repente a decidir a quién muerden y a quién no, no sea que les contagie la gripe.

...Y max Brooks no sabe cómo volver a leer su novela

En realidad, todo el tramo final de Guerra Mundial Z forma parte de las retahíla de escenas que se volvieron a rodar deprisa y corriendo para intentar “arreglar” la película tras la mala recepción en los pases previos. Originalmente la cosa acababa con un desenlace mucho más abierto y oscuro, aunque también bastante confuso (incluyendo una subtrama de cuernos entre la mujer del prota y un piloto de helicóptero que no venía demasiado a cuento). El resultado definitivo, aunque esté filmado de manera atropellada y suene un poco a idea de bombero, consigue concluir la acción de manera más o menos satisfactoria, pero a la vez lo bastante abierta como para dar lugar a una más que previsible secuela (ahora que ya está confirmado que la película ha sido un taquillazo).

Epílogo: la adaptación que nunca fue

“Sí, claro, nosotros detuvimos la amenaza de los zombies, pero también fuimos nosotros los que permitimos que se convirtieran en una amenaza. Al menos estamos limpiando nuestra mierda, y quizá ese es el mejor epitafio al que podemos aspirar. ‘La Generación Z: limpiaron su propia mierda’”. – del libro “Guerra Mundial Z”, de Max Brooks

De todos modos, no nos hagamos mala sangre. Teniendo en cuenta las injerencias de los productores, la elección de un director inadecuado, las constantes reescrituras de un guión que no convencía a nadie, el retraso de casi cuatro años en la preproducción, el rodaje plagado de problemas, el presupuesto salido de madre, la confusa campaña de márqueting (que logró cabrear a casi toda la base de fans al ver que estaban destrozando el libro)… la verdad es que con todas esas premisas, resulta sorprendente que el resultado final de Guerra Mundial Z haya sido una película de zombis entretenida, aunque no sea para nada la película que esperábamos, ni mucho menos la película que se merecía el libro. Como he dicho antes, sus buenos resultados en taquilla auguran una segunda parte. Quizás en ella veamos por fin la batalla de Yonkers, o el capítulo del submarino nuclear ruso, o el del otaku que se queda encerrado en lo alto de un rascacielos de Kyoto infestado de no-muertos, o a personajes como el siniestro Paul Redeker; quizás, incluso, con esa secuela logren atornillar todos los problemas de guión que han empequeñecido a esta película hasta dejarla muy por debajo de obras mucho menores en presupuesto pero mucho mayores en impacto como las ya mencionadas 28 días después o El amanecer de los muertos. Quizás, sí. Sin embargo, hasta que eso ocurra háganme caso: olvídense de la película de Brad Pitt y corran a leerse Guerra Mundial Z, de Max Brooks, un libro que seguirá siendo excepcional por muchas adaptaciones deficientes que se hagan a partir de él./>