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HOLY MOTORS crítica: Holy Shit!

   

Holy Shit!

Ganadora de Sitges 2012 y tan vitoreada
por la crítica como bostezada por el público

Por Víctor Parkas

 

<Hay películas que, con su recorrido por festivales, van generando un hype de muestra en muestra que consigue contaminar nuestras expectativas sin apenas tener información relacionada con el film. Si el año pasado Drive se vio en esta tesitura dentro del Festival de Sitges, este año ha sido la última película de Léos Carax la que, tras su paso por Cannes, era de visión obligada para todo cinéfilo que anduviese por la localidad costera esos días. Ninguneada en el palmarés de Cannes y sin manos suficientes para recoger todos los galardones recibidos en Sitges, lo que está claro es que la palabra “indiferente” no podía leerse en la cara de los espectadores al acabar la proyección de Holy Motors.

   La película, dividida en secuencias que funcionan como cortos pero ensambladas consiguen crear un sólido discurso, nos muestra la jornada laboral de Oscar, misterioso personaje que se gana el pan interpretando distintos roles, a cuál más desquiciado. Carax recupera al Denis Lavant de Tokyo! –uno de los papeles que el personaje adopta en Holy Motors es, de hecho, al que dio vida en la película japonesa- para protagonizar esta historia; sin duda, el trabajo de Lavant es absolutamente impecable, un auténtico tour de force interpretativo donde es capaz de adoptar distintos registros en el mismo film con una precisión camaleónica. No en vano, el subtexto más claro que extraemos de la película es propiamente el de la actuación en vida, los diferentes papeles a los que nos ceñimos en nuestro día a día.

 

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"Ya quisiera el nenaza de Robert Pattinson en Cosmopolis tener mi clase viajando en limusina"

 

   Acusada de narrativa aleatoria y gratuita, Léos Carax ejecuta una historia más centrada en la progresión anímica de su protagonista y del mismo film antes que en una trama o sucesión lógica de acontecimientos; no obstante, Carax consigue engarzar una joya que provoca en el espectador la extraña sensación de que, pese a que se haya querido considerar esta obra como un pack de set pieces inconexas, cada decisión estructural de la película es tan clásica o más que cualquier buen film mainstream: díganme si no cómo funciona tan brillantemente la escena musical con Kylie Minogue a modo de clímax hacia el final de la película.

 

  "Carax nos hace transitar por terrenos tan eclécticos como la comedia, el cine social, el melodrama, el cine negro, la ciencia ficción y el terror"  

 

   Otro de los calificativos que suelen acompañar a Holy Motors es el de “multigenérica”, acertado diagnóstico para películas como Scott Pilgrim contra el mundo (no en vano, Edgar Wright recogió con ella el relevo de Welles y su túrmix genérico para crear el Ciudadano Kane del siglo XXI) pero injusto para una película con la que Carax nos hace transitar de forma memorable por terrenos tan eclécticos como la comedia, el cine social, el melodrama, el cine negro, la ciencia ficción, el terror o, como mencionábamos anteriormente, el musical más opulento. Si Léos Carax se hubiese adscrito también al western y al cine bélico, estaríamos obligados a acuñar un nuevo vocablo para hablar de Holy Motors: el omnigénero.

 

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"Me muero de curiosidad por saber si esa cosa tuya es de cartón piedra o de cartón a secas"

 

   Quizás ése sea el motivo de su presencia en el Diario de Venusville: la película es cine fantástico tanto como el relato lo pida en éste o aquel momento; la propia concepción del film lo es, por esbozo argumental e hilo conductor, colocándose más cerca de propuestas como Gozu que del cine de entretenimiento al uso (sin desmerecerlo, pues la película bien bebe de él). Cada rasgo genérico es tratado con respeto y sin cinismo alguno, por lo que cualquier intención de abominar la película por parte de cierto sector de aficionados al fantástico obedece más a una estrechez de miras que a un necesario escepticismo ante la creencia que en el cine ya está todo dicho.

   Pluscuamperfecta a todos los niveles, Holy Motors consigue sorprender aun incluso conociendo el recorrido de su director, cuya trayectoria ya es de por sí inenarrable. Su potencia intelectual es taxativamente “bergmaniana”, servida con una voluntad provocadora de la que se ayuda para desquiciar al espectador de mentalidad más vetusta y entusiasmar al resto de su público. Ya sea por su tendencia hacia lo indescifrable, el intachable empaque en el que se presenta o la increíble actuación de Lavant en la película, Holy Motors es un film de culto instantáneo, pese a quien le pese. Sin atreverme a poner la mano en el fuego augurando que a todos ustedes, nuestros lectores, les satisfará, sí que puedo certificar (a riesgo de reiterar lo ya expuesto) que “indiferente” es una palabra que no existe en su terminología./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Venus Hall of Fame
     
     
  Recomendada por Kuato a: los seguidores de las obras más personales firmadas por Grant Morrison; a los que creen que la limusina de Cosmopolis está desaprovechada; a los fans de las películas de monos.
     
 

No recomendada por Kuato a: talibanes del cine convencional.

     
 

Ego-Tour de luxe por: la escena de sexo en motion capture, la BSO en general y el segmento musical intermedio en particular.

     
 

Atmósfera turbínea por: un epílogo innecesario que casi rompe con el tono de la película, más aun por lo sublime de la escena que lo precede.

 

 

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