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THE BATMAN crítica: Back in black

Nuevo Batman con Matt Reeves lanzando la Batseñal y Robert Pattinson heredando el traje

CHEMA PAMUNDI

Viendo los derroteros hacia los que Warner Brothers está llevando el universo DC en los últimos años, tratando de rehuir la épica festiva de Marvel ya sea a base de cachondearse de ella (El escuadrón suicida, Shazam!) o de reformularla en reflexiones sociofilosóficas más o menos profundas (desde Joker hasta Liga de la Justicia), no debería sorprender que The Batman se salte todas las señales de tráfico del cine de superhéroes canónico para irse por el atajo de un thriller policial oscuro, denso y taciturno, en el que nadie suelta un chiste ni por accidente. No debería sorprender, pero lo hace. En la mayoría de aspectos para muy bien, aunque de camino se coma algunos baches.

En The Batman, el director Matt Reeves (que además coguioniza junto a Peter Craig) rebobina la biografía de Bruce Wayne para mostrarnos a un héroe primerizo, que solo lleva un par de años en el negocio de ahostiar delincuentes. El hombre murciélago aún está fijando su “imagen de marca”, cuando de pronto debe enfrentarse a un psychokiller de mente superdotada que está liquidando a supuestos próceres de Gotham City (“supuestos”, porque en realidad todos ellos guardan algún siniestro secreto bajo la alfombra). Mientras Batman investiga el asunto, conoce a parte de la fauna que irá conformando su particular mitología, como el Pingüino, el hampón Carmine Falcone o Selina Kyle (Catwoman para los amigos).

Una de las cosas que cabe celebrar de The Batman es que, a pesar de ser una suerte de reinicio de la franquicia, empiece in media res, ignorando el plomizo trauma fundacional del personaje titular. Lo del asesinato de sus padres a tiro limpio y tal nos lo sabemos ya de memoria (lo hemos visto en tantas películas y de tantas maneras distintas, que solo nos faltaría verlo filmado desde la perspectiva de la bala). Sin embargo, aún hubiera estado mejor que el guion ignorase dicho episodio por completo. En lugar de eso, ay, se convierte en una especie de “elefante en la habitación” narrativo, que no vemos en pantalla pero se nos recuerda machaconamente, ya sea por boca de algún secundario que le saca el tema, o por flashbacks que le vienen de pronto al ver algo que le resulta familiar (por ejemplo un niño que se acaba de quedar huérfano, como le pasó a él). Es la obsesión que Bruce Wayne no ha sido capaz de digerir y que, por tanto, tampoco nos dejan digerir a nosotros. Ojalá algún día volvamos a ver un Batman sin el lastre de esta murga autocompasiva, porque el personaje, con más de ochenta años de historia y centenares de tebeos a sus espaldas, es bastante más que eso. Superémoslo ya. Por favor.

 

"Mientras no me pongan a Jared Leto de Joker, yo tranquilo"

 

Aparte de lo anterior, The Batman es una obra engañosa. En principio tiene todos los elementos clave que uno esperaría ver, como el traje con profusión de cacharritos, el Batmóvil, el fiel mayordomo Alfred (un correcto Andy Serkis que ejerce más de figura paterna que de sirviente), la galería de villanos frikazos, la visión del superhéroe como un juguete roto, etc. Sin embargo, aquí todo eso parecen adornos al servicio de una trama de crímenes en serie más cercana a Seven, Saw, Memories of Murder o Zodiac, que a una aventura clásica de DC Comics. Por un lado esto aporta frescura, pero por el otro exacerba la frialdad, la pesadumbre y retintín antipático que vienen de fábrica desde el Batman Begins de Christopher Nolan (en realidad, el único director al que ha parecido importarle alguna vez que Bruce Wayne nos cayera simpático ha sido Tim Burton). En su intento por escapar al cliché, hay momentos en que The Batman solo consigue exagerarlo hasta niveles que pueden llegar a saturar un poco.

¿Seguimos rajando un poquito más? Va, venga, que luego ya diré unas cuantas cosas buenas. Las casi tres horas que dura The Batman tienen un problema evidente de falta de ritmo en su parte central. Principalmente porque la trama de polis y cacos sobre ese asesino formidable, que va dejando juguetonas pistas/acertijo para dar una lección moral a todo Gotham, gira sobre sí misma de manera reiterativa durante demasiado rato. También porque la investigación de Batman al respecto (ayudado por el comisario Gordon, que se limita a poner caras de “Pero qué listo es este tío” cada vez que le oye decir "Una colilla... aquí han fumado”) es más tópica y menos interesante de lo que los guionistas creen, basculando constantemente entre las deducciones obvias (a Batman le cuesta horrores adivinar a quién puede referirse el asesino cuando usa la expresión “rata con alas”), y lo contrario: asociaciones de ideas tan rebuscadas que el espectador, en lugar de implicarse y participar del juego, se limita a desconectar esperando a que le expliquen de qué va la vaina.

Cosas buenas, decíamos. Pues sí, las suficientes como para que, pese a todo, The Batman acabe resultando un espectáculo satisfactorio. Matt Reeves ha sabido impregnar a su película de una potente identidad, con un tratamiento temático mucho más cercano al cine de terror (gótico, claro) que al de vigilantes con capa y poderes. De hecho, la mirada de Reeves al concepto del superhéroe no es nada complaciente, se cuestiona su validez como modelo de comportamiento y el modo acrítico en el que nos hemos tragado ese patrón. Es un elegante bofetón a la visión Marvel, bastante más iconoclasta y efectivo que el de antihéroes paródicos como Deadpool o Harley Quinn. Este gusto por descolocar a la audiencia es una constante a lo largo de toda la carrera del director: en Cloverfield mezclaba de forma astuta el found footage con el cine de catástrofes, y sus dos secuelas de El planeta de los simios eran puro cine bélico, más influenciado por Espartaco o La gran evasión que por la ciencia-ficción.

 

"Al menos, gracias a los consejos de Christian Bale, le han puesto bragueta al traje"

 

Como tampoco se trata de romper el molde por completo, la cinta pone el foco central en algunas facetas de Batman que siempre han estado muy presentes en los cómics, pero que apenas se habían explorado en la gran pantalla. Las dos más relevantes son su código moral de no matar nunca a los enemigos, ni siquiera a los más insignificantes (sabe que en el momento en que empiece a hacerlo, ya no podrá parar), y su desempeño como detective, que hasta ahora solo se había visto de soslayo, marginado en favor de la acción. Aquí Batman salva el día sobre todo a base de seguir pistas y resolver puzzles, mientras que la mayoría de las secuencias de guantazos y persecuciones son un efecto colateral de la investigación, no el objetivo final de la misma.

Visualmente, The Batman es un portento. El diseño de producción combina con un gusto exquisito el realismo sobrio de Nolan y la locura gótica de Burton, con ejemplos como ese rascacielos Wayne estilo Metrópolis en pleno meollo de Gotham, o el estudio del protagonista, una fantasía de horror vacui tan atestada de trastos que solo le falta añadirle el Halcón Maltés y el Arca de la Alianza. Otro acierto total es la fotografía y el uso de la luz, o más bien de las sombras. Todo está bañado por una penumbra de lo más extrema, pero gracias a la milimétrica planificación a la hora de recortar a los personajes, a menudo contra fondos de un rojo intenso (ya sean un amanecer, un incendio o una explosión), no te pierdes el menor detalle. En cuanto a las escenas de acción antes mencionadas, son escasas pero espectaculares, sobre todo un combate en un edificio completamente a oscuras salvo por los fogonazos de metralletas (de nuevo, el director de fotografía haciendo magia), y una persecución automovilística que saca gran partido al Batmovil, cuyo aspecto es más difuso que en El caballero oscuro (Matt reeves no parece compartir el fetichismo detallista de Nolan por el armamento y equipo de Batman) pero destila una agresividad más primordial, como si saliera de una cinta de Mad Max.

En el apartado interpretativo, a Robert Pattinson se le notan las ganas de abordar el personaje haciéndolo más humano y sensible, menos “héroe de una pieza”. El pobre duda de todo, especialmente de sí mismo, caminando por una fina línea en la que hacer el bien y hacer el fascista son comportamientos difíciles de distinguir (un debate interno que se agradece y que, por ejemplo, el Batman de Nolan nunca tuvo: era un facha convencidísimo). A Pattinson se le dan bien esos papeles de tipo un pelín inestable, que te pone nervioso y no sabes por qué. Quizás se le echen en falta más estados de ánimo, aparte de esa permanente melancolía pasmada que recuerda al Rorschach de Watchmen (incluyendo alguna que otra narración en off de lo que le va pasando por la cabeza, estilo “Diario de guerra”), pero su arco de aprendizaje está bien armado y culmina con una acertada evolución hacia un modo de ver la vida más esperanzado y empático, que prefigura un Batman/Bruce Wayne con mayores matices en entregas futuras; y, por cierto, que eso ocurra gracias al villano es otro puntazo comiquero que no había sido explorado hasta ahora. Los Batman de Burton, Nolan y compañía, eran héroes de una integridad intachable, que jamás tenían nada positivo que aprender de sus antagonistas.

 

"Yo no mencionaré Divergente, si tú no mencionas Crepúsculo"

 

De hecho, quizás la mayor novedad de The Batman es que sea una película… sobre Batman. Desde la serie de TV de los años 60, las ficciones audiovisuales del personaje han tenido tendencia a dar el protagonismo estelar a sus supervillanos, que siempre parecían más atractivos que él (normal, cuando tienes una galería de enemigos plagada de diamantes como Joker, Enigma, Dos Caras, El Pingüino, Ra's Al Ghul…). En este caso, en cambio, quien vertebra la narración y centra todo el interés es el propio Batman (ni siquiera el Bruce Wayne de paisano, que apenas tiene 3 o 4 escenas importantes). Por contraste, el villano principal (no, no voy a revelar de quién se trata; ahí está parte de la gracia) es un patrón estándar de esforzado psicópata a jornada completa, que invierte todos sus recursos y tiempo libre en lanzar un mensaje moral con sus crímenes, y al que durante gran parte del metraje solo vemos a través de los enfermizos vídeos reivindicativos que envía a los medios. Paul Dano lo interpreta a la perfección, pero la película no le pertenece.

El resto del elenco, cumple. Jeffrey Wright es un actor bastante infalible, que compone un buen comisario Gordon. John Turturro queda algo más desdibujado como el jefe mafioso Carmine Falcone, al igual que un Colin Farrell que va a tener que aportar algo más que toneladas de maquillaje para que su Pingüino merezca la importancia creciente que, cabe imaginar, tendrá en una presunta secuela. La Catwoman que encarna Zoe Kravitz, en cambio, es el secundario más interesante, sobre todo porque escapa a las expectativas tópicas que podíamos tener de ella: lejos de servir como mera ayudante aventuril/complemento emocional del protagonista, es una superviviente que no está para gilipolleces y tiene una brújula moral muy definida. No le haría ascos a un revolcón con Batman, pero ni lo necesita ni va a cambiar sus convicciones o su agenda por él. Es la mejor Catwoman que hemos visto hasta la fecha. Merecería un largometraje propio.

En global, The Batman alcanza buena nota gracias a un arranque tremendísimo (no lo he dicho, pero son quince minutos de presentación del héroe absolutamente primorosos), un conjunto de ocurrencias inteligentes para reinventar el canon haciendo que “lo viejo parezca nuevo”, y una ambigüedad moral muy valiente, que no hace concesiones y que, por una vez, deja a Batman con la amarga sensación de haber logrado apenas una victoria pírrica. Todo ello abre la puerta a una nueva saga que tiene potencial para ser gloriosa, y a la que por lo tanto se le perdonan las aristas sin pulir que deja este primer capítulo. La batseñal vuelve a tener nuestra atención.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia Venusville: Copas de yate

INF VNV 4

Recomendada por Kuato a: punks góticos, tunos y demás amantes del color negro.

No recomendada por Kuato a: quien se aburriese con los Batman de Nolan por encontrarlos demasiado solemnes, que tenga en cuenta que son una fiesta en piscina de bolas comparados con éste.

Ego-Tour de luxe por: las pistas que perfilan en el horizonte la aparición futura de “El tribunal de los búhos”, uno de los mejores tebeos (y uno de los mejores enemigos) del Batman de la pasada década.

Atmósfera turbínea por: esa media hora central de metraje innecesario que debería haberse quedado como extras del blu-ray.

 

THE BATMAN. Estreno en Venusville: 04/05/2022.

 

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