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LAMB crítica: Cada oveja con su pareja

Llega balando por la pradera Lamb, la flamante ganadora de la última edición del Festival de Sitges

CHEMA PAMUNDI

Hay, en Lamb, muchas películas a la vez. Hay una comedia posthumorística sin complejos ni vergüenza. Hay una fábula moral sobre las consecuencias que acarrea desafiar a la naturaleza. Hay un cuento folk horror con toques surrealistas. Hay un dramón hecho de silencios glaciales que sin duda hubiera gustado a Ingmar Bergman. Hay una metáfora religiosa con ganas de tocar las narices. Quizás haya, de hecho, demasiadas películas en Lamb, demasiados apuntes que no cristalizan en nada muy profundo. Lo que no hay en Lamb es ni un solo minuto de cine estándar, complaciente o predecible, y solo por eso ya vale la pena verla.

El matrimonio de granjeros protagonistas de este locurón, Maria e Ingvar (interpretados con convicción y una sutileza magnética por Noomi Rapace y Hilmir Snaer Gudnason) lleva una vida plácidamente infeliz, silenciosa y solitaria entre agrestes montañas islandesas. Un día descubren que una de sus ovejas ha dado a luz a un corderillo... digamos que extraño, y de inmediato deciden quedárselo y criarlo como a un hijo propio. Es un intento a la desesperada por rellenar su vacío emocional a base de saltarse el orden natural de las cosas; pero, oh sorpresa, el orden natural de las cosas es una fuerza de lo más tozuda y siempre acaba imponiendo su ley.

 

"La marca de detergentes Norit nos ofrece un pastón por la secuela"

 

Resulta difícil hacer una valoración de Lamb sin revelar los secretos que encierra, pero sus creadores se han tomado tanto trabajo en armar una narrativa milimétrica que atrape al espectador y le suelte la información gota a gota, que a la hora de escribir esto prefiero ser algo difuso antes que pasarme de listo y estropearle la experiencia a quien tenga intención de verla. Baste decir que aquí la distancia entre el territorio del “what the fuck” y el del ridículo es muy estrecha, pero la cinta tiene la determinación necesaria para caminar entre ambos sin perder el equilibrio. Eso sí, exige al espectador que haga el esfuerzo de entrar en el juego y seguir la trama sin reprocharle su punto de partida inverosímil. Hay que ver Lamb con los mismos ojos con los que daríamos validez a un cuento infantil o a una parábola bíblica (puede verse como una relectura oscurísima del nacimiento de Jesus, en la que todo sale mal).

“Si Lamb no llega a alcanzar el estatus de peliculón, es por el hecho de ser más estética que contenido”

Si Lamb no llega a alcanzar el estatus de peliculón, es por el hecho de ser más estética que contenido. Su precioso naturalismo visual y el aura de relato soñado que mantiene de principio a fin bastan para darle buena nota, pero argumentalmente se queda un poco atorada en ese “what the fuck” antes mencionado, sin acabar de sumergirse en el cine de terror (es más un psicodrama familiar bizarre, una especie de Cabeza borradora en versión suave, que otra cosa), ni desarrollar del todo los interesantes temas de maternidad y autoengaño que plantea. Es una criatura entre dos mundos; lo cual, si lo piensas, le pega bastante bien.

 

"Todas las noches el puto cuento de Los siete cabritillos"

 

Además, que Lamb no sea perfecta tampoco supone un problema, porque lo que le falta en profundidad discursiva le sobra en magnetismo. El director Valdimar Johannsson, que debuta aquí tras pasar más de una década aprendiendo el oficio como electricista y asistente de cámara en numerosas producciones, demuestra una personalidad visual despampanante y un gran criterio para mezclar lo siniestro, lo patético, lo inquietante y lo desconcertante sin caer en la parodia. Su película tiene tal ambición y desparpajo, que te apetece restarle importancia a las (pocas) partes que no acaban de funcionar.

Lamb se cierra con un final semisorpresa fabulosamente loco, que eleva la nota trágica del conjunto y te hace salir del cine dándole vueltas a lo que acabas de ver. No es un final explosivo, sino una consecuencia lógica de lo que has estado viendo durante la hora y media anterior, pero consigue dejarte el cuerpo con una sensación extraña. En conjunto, eso es Lamb, una obra inteligente que te remueve y te desasosiega con solo dos o tres ideas cambiadas de sitio. Lo mejor es, por tanto, que solo sea la primera película de Valdimar Johannsson, un autor como la copa de un pino que tiene pinta de poder darle muchas alegrías al género fantástico.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

Recomendada por Kuato a: quien quiera ver la película más extraña del año; y estamos hablando de un año en el que se han estrenado chifladuras como Titane.

No recomendada por Kuato a: quien espere cine de terror al uso, con explicaciones para todo y hachazos en la cabeza. Lamb es fantasía oscura follamentes.

Ego-Tour de luxe por: lograr generar una incomodidad y un mal rollo indescriptibles a partir de una idea que, en realidad, podría ser un cuento infantil.

Atmósfera turbínea por: que sea imposible explicar casi nada de la película sin reventarla, es justo lo que la hace tan difícil de recomendar (o de reseñar).

 

LAMB. Estreno en Venusville: 26/11/2021.

 

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