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MALDITOS BASTARDOS crítica: Tarantino, maldito bastardo…

   

Tarantino, maldito bastardo...

La actualización tarantinesca de Los doce del patíbulo con un Brad Pitt que hasta está cachondón y todo

Por F.G. Rommel

 

   <A setenta años de la Segunda Guerra Mundial, nunca antes se retrató a Adolf Hitler, uno de los mayores monstruos del S. XX (sino el mayor), como un mequetrefe disfrazado con todo lo que pudieron rescatar de Brácula. Condemor II (castillo incluido), e interpretado en un tono tan histriónico y exacerbado como para aparecer en “Sálvame de Luxe”.

   Con las notables excepciones de Little Nicky (donde aparece ya en el infierno, sufriendo tormentos de mano del mismísimo Satán a base de “piña colada” y disfraces vergonzantes), o la ucronía Patria (donde Rutger Hauer destapa las maldades de un Fürer viejuno hasta la hilaridad que sólo cabe entender por el nivel de la producción, los medios del momento o el género que desarrolla la historia), no se nos había presentado al dictador tan alejado de la verdad histórica como en este film. Hay que alegrarse, al menos se ha respetado la verdadera gran parodia del monstruo y no lo hemos visto bailar y juguetear infantilmente con un globo en forma de planisferio.

 

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"Ves preparando el cuchillo, que parece que nos van a poner finos"

 

   La ficción distópica de Tarantino no funciona. Todo aquello que fue bien en Kill Bill se delata como elemento traidor en la narrativa cinematográfica de película de época. No sabe. Ese crisol de géneros y referencias, esa yuxtaposición heteróclita que incluye el cine bélico clásico, como Los doce del patíbulo o La cruz de hierro, la trama de espías propia de Harry Palmer, o los trazos a lo spaghetti western, a imitación de Sergio Leone, en esos tiroteos de taberna, venganzas personales y giros de la historia, no funcionan.

   O la inclusión de una banda sonora que incorpora temas clásicos e instrumentales con melodías modernas que rompen con el valor diegético y persiguen una función más emocional o expresiva que significativa, suponiendo una disfunción importante para la inmersión en la historia del espectador, como en la Maria Antonieta de Sofia Coppola.

 

  "La ficción distópica de Tarantino no funciona. Todo aquello que fue bien en Kill Bill se delata como elemento traidor en la narrativa cinematográfica de película de época"  

 

   Esos recursos funcionan como metalenguaje cinematográfico, cine que habla del propio cine, recordemos Kill Bill (o si me apuran cualquier película de contragénero de Leslie Nilsen), pero choca frontalmente, ya no con la realidad histórica, sino en cómo ha sido retratada ésta anteriormente. Romper los esquemas clásicos narrativos es arriesgado, se puede fracasar, y así ha sido.

   Las fricciones son insoportables. La falta de esfuerzo por comprender y expresar el momento histórico y las ganas de deformarlo haciéndolo pasar por el tamiz Tarantino hace que la película chirríe constantemente. Al final, uno no sabe qué esta viendo, de dónde viene y a dónde va la historia, dónde o cuándo sucede, y la razón de ser de los personajes que aparecen. Flojo, regular, mal.

 

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"O dejáis de meteros con la peli, o el `Oso judío` se marcará un home round con vuestro cráneo"

 

    El siguiente desafuero lo encontramos en la contraposición pretexto y razón de la película. El pretexto nace del argumento general desarrollado. Un álbum de cromos borroso y desordenado que sigue erráticamente las vicisitudes del excepcional psicópata perseguidor de judíos Hans Landa (Christoph Waltz), principio y final de la historia (el Mal habla todas las lenguas) en contrapunto a un Aldo Raine (Brad Pitt), antihéroe costumbrista, segunda parte de aquella Leyendas de Pasión; en el lado femenino, una interracial Shoshanna (Mélanie Laurent) perseguida y castigada por sus pecados frente a la Teutona Bridget Von Hammersmark (Diane Kruger), arquetipo racial perfecto y una funesta cenicienta.

   Todo esto y mucho más en una película de esas que gustan tanto, con muchos personajes, historias paralelas, y divertidas situaciones sitcom, tratamiento violento y muy descabellado, para esconder los tres temas básicos del cine hebreo norteamericano. A saber: El Holocausto y la persecución del pueblo de Israel, con sus nazis a lo Maus; el mito del Golem, personalizado en Donnie Donowith, el “oso judío” (Eli Roth); y el Dios único y vengativo, traca final de la película con los fuegos de la destrucción de Gomorra y la marca de Caín en la frente de Landa. Una judiada clásica./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Congelada en carbonita
     
     
 

Recomendada por Kuato a: quien sitúe cronológicamente las pirámides después de la Guerra de Vietnam o quiera encontrar un unicornio en el zoo.

     
 

No recomendada por Kuato a: todos aquellos que incorporen en su acerbo cultural títulos básicos para el cine bélico clásico como El día más largo u Objetivo Birmania.

     
 
Ego-Tour de luxe por:
el reparto, sin más.
     
 
Atmósfera turbínea por:
lo larga, lo mala y lo absurda que resulta en general.

 

 

   

 

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> MALDITOS BASTARDOS ficha

> MALDITOS BASTARDOS artículo: Los mundos de Quentin Tarantino

 

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