MÁTALOS SUAVEMENTE crítica: Suavemente má-ta-me

Suavemente má-ta-me

Y es que puestos a que te maten a tiros,
¿quién mejor que Brad Pitt suavecito?

Por Víctor Parkas

<Tras llegar al ecuador de los años noventa, el cine de género negro vio cómo su camino se bifurcaba en dos direcciones aparentemente irreconciliables: una consistía en seguir, tropezándose, los pasos verborreicos del primer Tarantino obteniendo resultados de aberrante disparidad (comparen Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto con Llamando a las puertas del cielo de Thomas Jahn); la otra vía era perpetuar el modelo de thriller intrincado, grandilocuente y operístico con el que Michael Mann y su Heat inspiraron desde cantos a la ponzoña como 88 minutos hasta títulos con el interés de Plan oculto. Pesando aún esta herencia en nuestros días, no es de extrañar que cualquier disfunción dentro de dichos cánones (Ghost Dog, Drive, la misma Mátalos suavemente) sea justamente celebrada.

El storyline de Mátalos suavemente es de esos que caben en un post-it: un par de don nadies roban al tipo equivocado y se les pone precio a sus cabezas. Consciente del lugar común por el que se mueve su historia, el director Andrew Dominik tiene el acierto de rodar un film cuyo motor no es el desarrollo de la trama, si no unos personajes que la hacen avanzar. Y además, lejos de intentar ganarse el favor del respetable con fabulosos monólogos y sentencias implacables, Dominik firma un guión absolutamente (anti)antiheroico, fugitivo de lo cool y magistral en la disección de unos criminales tan fascinantes como herméticos.

"Reconoce que de Kalifornia a aquí he ganado mucho matando con suavidad"

Cuando se habla de una fábula en la que no hay buenos, suele ser por referencia a las actividades cuestionables que cometen todos los que la pueblan; la película coral de la que hablamos, sin embargo, no sólo entra en esta categoría por el retrato del submundo criminal que conforman sus personajes, sino por el completo despropósito que son sus vidas: drogadictos cometiendo un atraco que les va grande, un coche como eterna sala de reuniones para decidir a quién y cómo hay que matar, sicarios con el hastío más propio de un funcionario que de un pistolero… Si de algunas obras se ha dicho que traen la madurez a un género, Mátalos suavemente trae la crisis de la mediana edad, el “¿cómo se ha podido torcer todo tanto?”.

"Mátalos suavemente trae la crisis de la mediana edad, el `¿cómo se ha podido torcer todo tanto?`"

Para la difícil empresa de que una película centrada en los personajes a retratar llegue a buen puerto no sólo tiene que estar bien escrita (Mátalos suavemente lo está), si no que ha de mimar con especial ahínco la elección del elenco interpretativo que la encabeza. Brillan con luz propia en este terreno un James Gandolfini en el papel de asesino a sueldo y el regente del salón ilegal de juegos al que da vida Ray Liotta, consiguiendo ambos crear una desoladora extensión de los papeles que les hicieron famosos: no es descabellado pensar que Tony Soprano ahora tenga que verse haciendo trabajos de “limpieza” con la desgana e ineficacia que supone el peso de la edad o que el Henry Hill de Uno de los nuestros haya decidido volver a ganar dinero fácil cansado de vivir “como un gilipollas”.

"¡Aleluya! Paso de asesino gay con Brad Pitt en The Mexican, a asesino putero en ésta"

Aunque en su conjunto logra sortear cualquier pleitesía a lo vulgar, una set list de canciones demasiado explícitas y trilladas consigue empañar la grandeza del film: para la presentación del personaje encarnado por Brad Pitt utilizan “The man comes around” –con el agravante de que, después de acompañar a los créditos iniciales de El amanecer de los muertos, en cualquier otro sitio sonará a hilo musical- porque, claro, él es “a man going around taking names and he decides who to free and who to blame”; la cosa no mejora cuando suena un hit de Velvet Underground porque, joder, el personaje se está chutando "Heroin". Aunque el traspiés no es del tamaño del que perpetró Trent Reznor con Carretera perdida, sí que supone uno de los pocos “peros” que ponerle al film.

Las puertas que abre Andrew Dominik con su tercera película son tan excitantes como inciertas: ¿ha vuelto al cine negro con el que se fogueó en su Australia natal para quedarse definitivamente? ¿Optará por seguir subvirtiendo géneros tras sus escarceos con el western y los films de gángsters? Si mantiene su más que demostrado buen hacer, la verdad es que por mí se puede dedicar a los documentales de cetáceos si le viene en gana. Sin llegar a obra maestra, Mátalos suavemente actúa como revulsivo ideal para un verano lleno de blockbusters insípidos y sirve de efímero consuelo a los huerfanitos que dejó la HBO al terminar The Wire y Los Soprano. Os parecerá poco./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Copas de yate



		Recomendada por Kuato a: los que durante doce años echaron en falta al Andrew Dominik de *Chopper*

		No recomendada por Kuato a: los que entran a ver una película porque Brad Pitt sale en el cartel. Luego pasa como con *El árbol de la vida* y todo son disgustos.

		Ego-Tour de luxe por: los parajes cada vez más arriesgados y deslumbrantes que está visitando (sí, otra vez) Brad Pitt, sobretodo como productor, en los últimos años.

		Atmósfera turbínea por: su ligerísima tendencia a la horterada formal con ecos del David Fincher más videoclipero.