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PRISIONEROS crítica: Lobezno muta a leñador justiciero

   

Lobezno muta a leñador justiciero

Hugh Jackman se deja la barba y se erige en
padre terror de los secuestradores de niños

Por Robert Thornhill

 

<Cuando uno se prepara para el visionado de  una película que viene precedida de una gran aureola como Prisioneros, consiguiendo la unanimidad casi absoluta en los críticos, que incluso la llegan a equiparar con Seven y Mystic River poniendo por las nubes a Hugh Jackman, inconscientemente uno se crea unas grandes expectativas que raramente se ven cumplidas y por eso sales del cine con una extraña sensación de que, aunque al principio promete mucho, pudo haber sido mejor. Se trata de una buena película, eso es cierto, y aunque no es que tenga mucho mérito, en el anuario cinematográfico del 2013 está considerada, siempre por debajo de la ingeniosa y atrevida Trance de Danny Boyle, como mejor thriller del año, pero de ahí a compararla con grandes clásicos del género es ir demasiado lejos.

   El canadiense Denis Villeneuve se hizo un hueco en el mundo de las estrellas gracias a su oscarizable Incendies, un dramón de los que hacen época por Oriente Medio que dura más de dos horas que transcurren con un ritmo más bien pausado, aunque el trasfondo es muy duro y un mensaje moralizante demoledor. Con estos antecedentes, uno ya se da cuenta de que en Prisioneros no vamos a encontrarnos el típico thriller del listillo detective de turno que va siguiendo las pistas que le llevarán a pillar al astuto y sanguinario serial killer de turno. Todo y que este aspecto está presente, Villeneuve  potencia más la vertiente trágica de unos padres que lloran la pérdida de sus niñitas y la lucha de un padre coraje, que al estilo de Sean Penn en Mystic River, decide saltarse el protocolo y tomarse la justicia por su mano. De esa manera, sobre todo en la primera hora de la peli, el director deja ir su estilo e imprime un ritmo sin prisas pero sin pausas, salpicado de momentos de tensión familiar, dilemas morales y madres en estado de shock, que nos haría las delicias en esas frías tardes televisivas de invierno, hundidos en el sofá de casa intentando hacer una siestecilla.

 

"Así la barba está bien, que en Lobezno inmortal la llevabas que parecías un homeless"

 

   Por supuesto, tal propuesta de intensidad dramática no se entiende sin la presencia de un Hugh Jackman que ataviado con una barba de leñador a lo abuelito de Heidi y con una permanente cara de “tepegoleche”, da todo un recital de interpretación como padre justiciero que ríete tu de Denzel Washington en John Q, por lo que no nos extrañaría verlo en la carrera del preciado Oscar. Y claro está, la presencia de un, como siempre, convincente Jake Gyllenhaal, que repite papel como poli, después del buen sabor de boca que nos dejó en Sin tregua, aunque esta vez cambie de registro y su comportamiento se asemeje más al de Frances McDormand en Fargo, actuando con una tranquilidad pasmosa, para desespero del papá cabreado Jackman. Ambos son el sostén de la trama y sus duelos interpretativos cuando comparten plano son lo mejor de la peli, demostrando porqué son los que tendrán más ceros en el cheque a la hora de pasar por caja. 

 

  "En Prisioneros no vamos a encontrarnos el típico thriller del listillo detective de turno que va siguiendo las pistas que le llevarán al astuto serial killer de turno"  

 

   Si la vertiente trágico-familiar funciona como un reloj gracias a un director con dotes para marcar el ritmo llevándote con tranquilidad pero insertando puntas de intensidad, no lo es tanto cuando entramos en el territorio del thriller, que ya sabemos que sus arenas son movedizas y hay que estar muy preparado para pisarlo sin hundir el trasero.   Y es que digamos que la línea investigadora que lleva a Gyllenhaal dar con el culpable de la desaparición de las niñitas no parece que tenga mucho rigor y da la impresión que se mueve a trompicones, siendo el azar el culpable final de la resolución del caso. Aquí no hay una Jodie Foster como en el Silencio de los corderos o un Morgan Freeman en Seven que usen el análisis psicológico y el estudio concienzudo del modus operandi  de los delincuentes, sino que el detective Loki que interpreta Gyllenhaal va dando palos de ciego sin que se perciba que tenga un norte claro y con la impresión de que simplemente va allá donde le dice el guion que tiene que ir.

 

"O aprendes a controlar tus garras de adamantium o no ganamos para colchones"

 

   De todos modos, lo que resulta más decepcionante es el personaje interpretado meritoriamente por Paul Dano, quien bajo la apariencia de un joven apocado con voz susurrante de cordero degollado, pero que a la vez resulta tétrica, uno se pasa la peli esperando que sea una fachada de un frío y calculador psicópata al estilo de Edward Norton en Las dos caras de la verdad. Merecía más aparte de ser la víctima propiciatoria de la ira de Jackman.

    Si a eso sumamos una resolución de la historia con un móvil infanticida demasiado convencional y mil veces visto, y aun reconociendo la labor del director consiguiendo  momentos dramáticos muy intensos (como el tet-a-tet que se marcan Jackman y Gyllenhaal en el coche de este último), resulta imperfecta a la hora de llevar con igual maestría las riendas de un thriller que sea recordado con el tiempo, ni mucho menos un psicópata nada memorable que dista mucho de crear animadversión como John Doe o Hannibal Lecter. Nos queda la duda existencial de saber qué hubiera hecho el maestro David Fincher con este material tan apetitoso, aunque tal como van las cosas en Hollywood no descartamos un remake en menos que canta un gallo./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
  Recomendada por Kuato a: los que se emocionan y viven con intensidad los programas de sucesos con padres coraje y madres mandando mensajes por la tele: ésta es vuestra película, sin duda alguna.
     
 

No recomendada por Kuato a: las madres que no dejan solas a sus hijitas en el parque y que se angustian cuando no las ven. Viendo esta peli, ya ni las dejarán salir al rellano de casa.

     
 

Ego-Tour de luxe por: ese exagerado maquillaje que hacen parecer a Melissa Leo como una versión malévola de Mrs. Doubtfire. Toque humorístico de la peli, sí señor.

     
  Atmósfera turbínea por: que los actores, cuando quieren hacer un papel serio como Hugh Jackman en Prisioneros, Ben Affleck en Argo o George Clooney en Syriana, se dejan una espesa barba que les hace parecer más respetables. Eso es trampa.

 

 

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